18. No es la gran cosa

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—Y díganme, ¿qué tal les fue anoche?—cuestionó la madre de Mark, Michelle, mientras servía la ensalada en nuestros platos.

Me encontraba justo al lado de Mark, con la sra. Lee al frente y el padre de Mark en la cabeza de la mesa junto a su esposa e hijo a los costados.

Los nervios que había tenido minutos atrás amenazaban con volver, puesto que esa pregunta era una que sin duda no quería responder. ¿Cómo les decía que me había emborrachado hasta la mierda y qué ahora tendría que lidiar con las tonterías que había hecho?

—Perfecto—respondí, con una leve sonrisa.

Para mi sorpresa la expresión en los padres del canadiense, daba a entender que en lo absoluto se habían comido ese cuento. 

Todos soltaron castas risas mientras negaban repetidamente. Volteé a mirar a Mark para que me explicase que estaba ocurriendo, pero este simplemente me miraba igual que sus padres, mientras me daba una mirada desapobatoria.

—Supongo que si, querido—respondió Michelle, dejándome aún más confundido—En la madrugada pude oír todos los tropezones que te diste, ¿estabas muy ebrio, eh?

Fue entonces cuando entendí. Mis mejillas se incendiaron inmediatamente y sentía como un nudo se formaba en mi garganta, estaba muriendo de la vergüenza.

—Ah... eso—mi boca se comprimió instantáneamente, mientras mantenía mi vista fija en el plato.

—Entiendo, ¿primera borrachera?—preguntó el padre de Mark.

Estaba dudando si responder o no, pero sería inútil mentir, estaba claro que nunca antes había tenido experiencia con el alcohol.

—Si, fue mi primera borrachees—admití.

Todos en la mesa soltaron pequeñas carcajadas nuevamente; supongo por lo gracioso de la situación, aunque a mi en realidad, me estaba avergonzando.

—Te pasó igual que a Makrie—intervino la abuela—El mocoso se quedó dormido en la entrada de la casa su primera vez.

De sólo pensar en eso solté una sonora carcajada, imaginarme a un Mark totalmente borracho dormido frente a la puerta de su hogar, era algo que nunca hubiese pensado.

—Tendrías que haberlo visto, cuando mi padre lo encontró se echó a llorar sobre su hombro porque según había tomado mucho apple juice—explicó el papá del canadiense, Jihyung.

Volteé a ver al mayor y este tenía una expresión de falsa molestia en su rostro, puesto que ahora él era el centro de burlas.

—Ya, ya. Dejen a mi bebé en paz—replicó Michelle—No se les olvidé que en la última fiesta fue él quién nos llevó a todos a casa, porque tú—señaló a su esposo—No podías ni caminar.

—¡Oye Michelle, el bullying era a tu hijo, no al mío!—exclamó la señora Lee.

Por mi lado, sólo pude seguir revolcándome en mi puesto de la risa por cómo se había tornado la situación.

—¿Quieren por favor dejar de hablar de nosotros estando borrachos?—cuestionó Mark, esperando que cambiasen el tema de conversación.

—No, mocoso—negó la señora Lee—y dime Hyuckie, ¿tienes algún dolor de cabeza o malestar?

Miré el rostro de estupefacción de Mark y me volteé a la señora para contestarle.

—No, gracias por preocuparse señora Lee—agradecí—No tengo ninguna molestia, extrañamente me siento muy bien.

La abuela asintió y dejó el tema de una vez por todas. Todos comenzaron a fijarse en sus comidas silenciosamente hasta que el señor Jihyung habló nuevamente.

Clase A  «MarkHyuck»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora