17. Reunión de los Lee

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A medida que mi cuerpo iba entrando en reacción, recobrando la conciencia por aquellos diminutos rayos de sol que se filtraban por la ventana y golpeaban justo en mi cara, sentí como una caliente mano se hallaba en mi espalda baja, acorralándome por completo entre sus fuertes brazos, sin permitirme moverme de aquella posición. Aún un tanto dormido, y sin prestar atención, aseguré mi agarre ejerciendo más presión sobre este acomodando mi cabeza en lo que supuse era una suave almohada.

Se sentía tan confortable, solo yo, descansando plácidamente mientras enrollaba mis piernas entre sábanas, en la habitación de Mark.

La habitación de Mark...¡¿La qué?!

Sin pensarlo dos veces abrí los ojos como platos, encontrando al mayor totalmente inconsciente con un brazo detrás de mi espalda y otra casi a la altura de mi estómago por debajo de la camisa que poseía.

Comencé a paniquear rápidamente con el corazón latiéndome a mil, sintiendo como mis mejillas se calentaban de a poco y aún con la cuestión en mi intelecto por saber ¿cómo había acabado en aquella posición?

Era irrefutable que, si, generalmente dormía abrazando mi almohada hasta quedarme dormido, pero digo, ¿qué no es algo de lo más normal? y... ¿en qué momento me había acercado tanto a Mark para terminar sobre él enroscado como sí de un koala bebé se tratase?

Me encontraba aún con mi propio cuerpo totalmente adherido al suyo... tan cerca, tanto que podía sentir como cada respiración del mayor chocaba contra mi rostro, debido a la poca distancia en la que nos hallabamos.

Desde mi sitio lograba tener una vista casi perfecta de su semblante, el cuál dejaba ver con claridad todos los pequeños lunares que poseía, que por lo general no lograban ser vistos desde la lejanía; también tenia total acceso a esas pestañas largas y finas y sus cejas tiernas que me parecían de lo más cómicas. Era una linda vista.

No pude evitar encontrarme a mi mismo en completo ensimismamiento por tal panorama que poseía; observando como su boca un tanto entre abierta, soltaba suaves suspiros y los cabellos le caían delicadamente por la frente, luciendo tan sedoso como siempre. Tenia que reprimir los inevitables impulsos que me abrumaban por palpar sus mechones y pasarlos entre mis dedos mientras este dormía. Todo en Mark era sumamente suave, no solo aquellas manos con crema de nombre indescifrable, sino su cuerpo entero, se sentía bajó mi tacto tan terso y delicado.

De alguna manera sabía que lo que estaba pensando y haciendo, estaba realmente mal. Observar a tu amigo mientras duerme como si de un acosador se tratara era extraño; tenía que reconocerlo... entonces ¿por qué no dejaba de hacerlo? o peor aún ¿por qué si acaso lo estaba haciendo? no era algo propio mío.

Permanecí unos minutos más sobre el pecho de Mark disfrutando de la cómoda situación en la que estaba; logrando así que las ganas de dormir nuevamente me vencieran por tal confortabilidad que sentía.

Luego de lo que pareció una hora pude oír como una puerta era abierta y los pasos de una persona comenzaban a resonar por toda la habitación.

Me levante finalmente encontrando a la madre de Mark, en su closet doblando el uniforme, que supuse había lavado, colocándolo en una de las gavetas del armario.

Para este entonces Mark ya no se encontraba a mi lado, lo que me dejaba totalmente solo en aquella blanquecina cama.

—Buenos días, querido—susurró la madre del canadiense amablemente—¿te levanté?

—Si, pero no se preocupe señora Mich. Ya estaba por irme—aseguré, tomando asiento en la cama dispuesto a buscar mi ropa.

—Oh querido, descuida. No te estoy echando—informó—Vuelve a dormir si gustas. Dentro de un rato prepararé el almuerzo ¿te quedarás a comer?

Clase A  «MarkHyuck»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora