El lunes siguiente, Mark marchó. Lloramos, nos abrazamos, besamos y prometimos siempre escribirnos. Siempre estar el uno para el otro y ser ese mejor amigo que nos entendiera y escuchará en todo momento.
Mark debía adaptarse una vez más a una escuela nueva y yo debía aprender a estar en la clase A sabiendo que el canadiense no estaría al otro lado lanzándome miradas. Pero más que eso, sabiendo que no estaría al otro lado de mi ventana cada vez que quisiera ver una película, comer algo o simplemente estar a su lado.
Lo extrañaba. Sin dudas así era.
—¿Está haciendo frío?
—Siempre—contestó al otro lado de la línea—Me haces falta, ojalá estuvieras aquí y pudieras ver esto.
Esa sonrisa melancólica se posó en mi cara al imaginar su ilusión.
Pese a lo triste de nuestra distancia podía sentir la emoción en Mark de volver a su país, a él también le hacía bien.
Después de un tiempo se había vuelto una rutina, despertar, ir a clases, volver y escribirle al canadiense. La diferencia de horarios también era una interferencia en nuestra comunicación. Si acá era de noche, allá aún era de día y viceversa, sin contar el poco tiempo que tenía Mark ahora con su nueva vida.
Llegó un punto en que se hizo molesto. Tener que pasar por su casa sabiendo estaba vacía, pasear solo al cachorro que habíamos acogido, esperar horas para hablar con él, ir a clase sin su compañía, leer inglés y no pedirle que me tradujera, cocinar sin sus terribles cualidades a mi lado, ver nuestro anillo y sentirlo vacío...Todo era insoportable.
Pensaba continuamente en comprar un boleto de avión y cruzar el océano en busca de Mark, pero era soñar sin rumbo. Si acaso me alcanzaba para comprar la comida de Haechan pese a que había comenzado a ahorrar.
Esa continua incertidumbre por saber si algún día podría volver a verlo, quemaba. Dolía. Mis noches eran en melancolía y mis mañanas de desvelos, pero siempre extrañando al canadiense.
Y, ojalá no hubiese dolido tanto. Porque si no hubiese dolido entonces quizás hubiéramos seguido en contacto.
La amistad se mantuvo el primer año que el canadiense marchó. Pero no fue hasta que mi corazón no pudo más con el dolor que dejé de atender sus llamadas, sus mensajes, básicamente había desaparecido ante sus ojos.
Y él para los míos.
Después de un tiempo no supimos más del otro, lo cual era justo lo que necesitábamos.
Hasta que un día encontré su perfil en línea con alguien más a su lado. Entonces entendí que después de varios años había había vuelto a amar, que no se había cerrado a esa posibilidad y continuó con su vida.
Eso me hizo muy feliz.
Habían pasado tantos años que por naturaleza ambos habíamos vuelto a querer, ilusionarnos, soltar y llorar. Porque así era el ciclo de la vida y nadie era indispensable al final, aunque sientas que tu mundo se acabaría sin esa persona. Como alguna vez pensé.
Es por ello que ahora vivía mi vida felizmente soltero. Después de haber tenido trágicas relaciones en el pasado, aprendí a querer en el camino y a encontrarme a mi mismo también.
(...)
—Y pensé en tulipanes pero Yangyang quiere peonias—explicó Eunhee.
Nos hallábamos en un restaurante muy elegante para conversar la boda de Eunhee y Yangyang. Luego de muchos años donde ambos negaban la indudable atracción que tenían por el otro, decidieron intentarlo y salir un tiempo, y entonces descubrieron que no funcionaba y terminaron por decisión mutua. Pero claro que eso no sirvió de nada porque al tiempo se dieron cuenta lo mucho que se amaban y que estaban hechos el uno para el otro. Por eso luego de 5 años de relación al fin habían decidido casarse.
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Clase A «MarkHyuck»
FanfictionSer transferido de la clase B a la clase A es bueno ¿no? pasar de ser un estudiante promedio a estar con los mejores del año, donde incluía a los chicos más populares y ricos de todo el instituto, debería ser lo mejor que a cualquiera podría pasarle...