16. Noche de confesiones

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  Una vez llegamos, Mark aparco el auto en el garage para después apagarlo y darme una pequeña sacudida en el hombro haciéndome reaccionar, me estaba quedando dormido en aquel asiento y ni siquiera me había percatado aún.

—Ya despierta, borrachín—apuntó Mark revolviendo mi cabello para que despertase.

—¿Mm?—pregunté entre gemidos—Mark, lo siento—lamenté una vez reaccioné.

—¿Qué? ¿por qué?—cuestionó soltando una pequeña sonrisa al escuchar mis palabras.

—Tu chaqueta... la ensucié con mi vomito—dije en un leve chillido, que hizo al canadiense soltar una carcajada aún más fuerte—No te rías, en serio lo siento.

—Ay Donghyuckie—exclamó finalizando su risa para continuar—No me importa la chaqueta, después la puedo lavar.

  Luego de escuchar esas palabras me tranquilice un poco asintiendo lentamente y riendo en mis adentros por la graciosa escena que estaba haciendo.

—Ven, vamos a mi habitación—prosiguió Mark dando una pequeña palmada en una de mis piernas.

  Ese pequeño acto inusual causó un diminuto escalofrío por todo mi cuerpo haciendo a mi organismo responder de inmediato quitando el cinturón de seguridad lo más rápido posible para bajar del auto de una vez por todas.

—¿Dónde queda tú cuarto?—pregunté acercándome a la puerta que daba a la cocina dentro de la casa.

—¡Alto, Donghyuck!—exclamó este jalando de mi brazo para encararme—Mis padres están dormidos, no hagas bulla ¿me oíste?

—Si, papá—respondí rodando los ojos mientras me dejaba guiar por Mark hasta su pieza.

  El mayor sostuvo fuertemente de mi brazo, percatándose de que no me cayese en el transcurso de este y mucho menos que hiciese algún ruido que levantase a sus padres.

—Mark...—lo llamé en un insignificante susurro jalando repetidas veces de su manga para llamar su atención.

—¿Qué ocurre?—cuestionó igualmente en un tono de voz bajo.

—Tengo ganas de hacer pis...

  Mark soltó un suspiro de desgano cuando notó que comencé a moverme de forma extraña a mitad de las escaleras, tratando así de calmar mis ganas de ir al baño.

—Avanza, Donghyuck—expresó tomando de mi mano, ahora moviéndola hacia él para que lo siguiese—En mi cuarto hay un baño, aguanta.

  Haciéndole caso proseguí en el pequeño recorrido por el pasillo cuando me percaté que Mark tenía su mano sobre la mía y ejercía presión sobre ella para no soltarla; probablemente para que no hiciese más bulla y me pusiese a vagar por toda su casa, si, es posiblemente eso.

—Tu mano es muy suave, Mark—solté de repente volteándome a este para enfrentarlo.

—¡Ey! Deja de decir esas cosas.

—Pues entonces dame el maldito nombre de la crema—susurré levantando un poco la voz, frunciendo el ceño en su dirección.

  Mark rodó los ojos rindiéndose por mis palabras y abriendo de una vez por todas la puerta de su habitación, encendiendo entonces la luz dejándome contemplarla por fin. Esta era mi primera vez en su habitación; como esperaba de ella era exactamente como alguna vez la imaginé, con la cama perfectamente arreglada, un estante lleno de libros hasta el tope y grandes paredes de un azul claro casi blanco que adornaba toda la habitación.

  Sin pensarlo dos veces me eché sobre la gran cama del centro y saqué mis zapatos tan pronto como fue posible, incrustando mi cabeza sobre la almohada inhalando así el olor de esta, era exactamente la misma fragancia que desprendía Mark todo los días: jabón de manzanilla y lavanda. Podría quedarme horas aspirando tal aroma ensordecedor y estoy seguro que no me cansaría.

Clase A  «MarkHyuck»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora