23. Lo siento

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La lujosa mansión de la chica me daba la bienvenida, su mucama me pidió que la esperase en la sala, y que Eunhee no tardaría en bajar.

Vaya mentira.

La chica llevaba arriba aproximadamente veinte minutos, y aún no bajaba.

Aburrido me puse a jugar con mi teléfono, mirando videos de animales gracioso hasta que me fastidié. Recurriendo a utilizar mi nuevo método favorito para acabar con la fatiga.

[Chat con Mark]

Martes, 14 de septiembre.

Makrieeee!

Qué haces?!?  

Cómo está Haechannie?

Te apetece ir más tarde al parque a pasearlo?

2:01 p. m.

(...)

Luego de enviar aquel mensaje la pelinegra bajo por las escaleras, tomándome por sorpresa.

—Donghyuck, estás aquí.

—Sí, hace como una hora, gracias por notarlo.

La chica rodó los ojos.

—Exagerado.

—Bien, veinte minutos—acepté—pero igual, es mucho, sólo tocaremos el piano de tu padre, ¿por qué tardaste tanto?

La mala mirada que me envió la más baja me hizo callar en respuesta.

—¿Me lo estás diciendo en serio?—cuestionó indignada señalándose—Mi ropa, Donghyuck.

Eché un vistazo a su vestido floreado corto y asentí.

—Sí, muy bonito, ¿vamos?

La chica bufó y me hizo ademán para que la siguiese.

Camine subiendo las escaleras pasillo entre pasillo, maravillándome por lo enorme y excesivamente bonita que está era.

Al entrar en una de las habitaciones donde me indicaba, me encontré con un gran piano al frente y diferentes instrumentos adornando el salón. Podía verse la gran marca y costosidad en ellos.

—Este es el piano de mi padre, ¿bonito, eh?

El corazón parecía estar a punto de salirse de mi pecho, estaba tan encantado. Era el instrumento de mis sueños, totalmente blanco y pulcro que me dejaba atónito.

—Bastante—respondí, acercándome—¿Este es el que tocaré en el evento?

—Sí. Papá hará que lo trasladen el jueves en la mañana.

—Estupendo.

Mi vista seguía fija en la fina madera, y los dedos me picaban, deseando tocarlo cuanto antes.

—Toma, esta es la partitura.

La leí, recordando poco a poco cada una de la notas. Sonaban en mi cabeza a medida que las leía, una hermosa tonada que me hacía sonreír.

Clase A  «MarkHyuck»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora