28. Honestidad

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Con la invitación de su madre, entré a la casa.

Luego de los besos bajo la lluvia que ambos habíamos compartido, nos logramos separar un poco y entonces la señora Michelle hizo su aparición.

Consideré la buena fortuna que tuvimos al no ser atrapados en el desesperado beso que minutos antes habíamos tenido, si fuese sido el caso probablemente la señora no me hubiese querido ni ver.

Fue en ese momento que mi real dilema comenzó, por que ¿qué dirán nuestros padres de esto?

Mi madre no parecía un problema en lo absoluto, de hecho estaba muy seguro que desde la casa debe estar saltando en un pie de la alegría por haber presenciado a Mark y a mi besarnos, la conocía muy bien como para no saber que uso mi telescopio para curiosear nuestra charla.

Sobre mi padre no tenía ni idea de qué pensaría sobre el hecho de tener un hijo gay, porque él realmente parecía contento con que Eunhee saliera conmigo, de hecho, le tenía cariño. La imagen de la castaña pasó por mi cabeza nuevamente y la culpa me carcomió, también debía darle explicaciones a ella...

Demonios, ¿qué haría?

—¿Por qué estaban en el porche bajo la lluvia? Se pudieron enfermar—dijo la madre del canadiense, llegando con toallas para que nos secáramos.

Con amabilidad la acepté, frotándola por mi cabello para absorber toda el agua posible. Aunque no servía de mucho porque el resto de mi ropa estaba inundada.

—Yo... yo estaba entregándole un obsequio a Mark...—expliqué, mis mejillas ardieron cuando recordé el cursi anillo—Y ya lo tiene, me voy. Bien, hasta luego.

Lance la toalla con brusquedad al pecho de Mark y me puse la capucha del impermeable, en dirección a la puerta.

—¡No, cariño!—exclamó Michelle—No te dejaré salir con esta lluvia, espera que escampe.

El sonido de las fuertes gotas golpeando contra la cera y los lejanos pero fuertes truenos me hizo maldecir en mi sitio. No me dejaría irme así a casa, no importaba si vivía a menos de tres minutos.

—Sí Donghyuck, quédate—la varonil voz de Mark me hizo tragar saliva, parecía estar jugando con eso porque comenzó a reír al segundo.

—Si quieren pueden subir a esperar hasta que la cena este lista. Mark dale algo para que se cambie—gentil, la madre del canadiense se alejó hasta la cocina.

Luego de que la mujer desapareciera detrás de la puerta, le lance una mala mirada a Mark, él tenía ahora también culpa en que no pudiera volver a casa.

La presión se me iba a subir en cualquier momento.

—Sí, quédate—remedé, un poco más agudo—Ay, por favor Mark, sé menos obvio.

Su risa infantil inundo la sala y negó en unísono.

Molesto, bufé. Por su culpa descubrirían... lo que sea que haya pasado entre nosotros.

—¿Eso fue obvio? Creo que estás siendo muy paranoico, Hyuck.

Ahogue un gritico ofendido, yo no era paranoico... sólo no quería que sus padres sospecharan aún. ¿Estaba mal que me preocupara?

—Estoy poniéndonos en la zona segura, genio. Deben seguir creyendo que somos sólo amigos.

Una vez las palabras salieron de mi boca me arrepentí.

—¿Qué no somos sólo amigos, Hyuck?—dijo, seductor.

De nuevo mi corazón palpito con fuerza.

Clase A  «MarkHyuck»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora