Me desperté en el hospital. No sabía cuánto tiempo había pasado. Fue lo primero que pregunté, pero no había nadie para contestarme. Estaba sola y apenas podía moverme. -¡Vaya! -Quise maldecir todo y a todos, pero no podía porque sabía que en el fondo todo había sido culpa mía de una u otra manera.
<¿Marmalade estará enfadada conmigo?> <¡Marmalade!> Se suponía que tenía 24 horas para contestar a la proposición de su familia de "amor eterno", como lo había llamado su madre. Pero, no sabía cuántas horas habían pasado.
Traté de levantarme, pero noté que tenía sondas por todo el cuerpo.
En ese momento se abrió la puerta. -¡Ya te has despertado!
-¡Stephan! ¿Qué hora es?
-He traído visita. -Ignoró mi pregunta.
Una chica rubia entró por la puerta. Tarde unos segundos en reconocerla. -¡Tiffany! ¿Qué haces aquí?
-Pasaba por aquí. -Puso los ojos en blanco.
Vi que llevaba un camisón blanco de hospital igual que el mío.
-Tiffany está ingresada aquí desde hace un tiempo. Pero ella no me dejaba... No quería decirlo para no preocupar a nadie. -Se corrigió y la miró con ojos brillantes.
-Ya tengo el récord del pueblo en intentos de suicidio. -Dijo pareciendo orgullosa. -Mi doctora dice que cuando sea mayor de edad, si no tengo cuidado, podría acabar en la cárcel. -Su mirada perdida y fija a la vez hizo que mi corazón se detuviera por un segundo.
Pensaba que debía sentirme responsable del estado en el que se encontraba, pero no sentí culpa en absoluto. Estaba con la cabeza en Marmalade, y en la propuesta que me había hecho; aun no había decidido qué hacer, pero una cosa tenía clara: no quería morir. -Oye... me tengo que ir ya.
-¡¿Cómo?! Eso lo decidirá el doctor. -Dijo Stephan serio acercándose a mí.
Tiffany no dijo nada, pero también se acercó siguiendo a Stephan. Vi que ella también llevaba una sonda. -Así que todo este tiempo has estado ingresada aquí.
-¡No! ¡No todo el tiempo! También he estado en Kansas City. Allí me metí en una carrera ilegal de coches por una apuesta y casi la palmo.
-¡Encima! -Moví los brazos efusivamente.
Tiffany bajó su tono de voz. -Por eso volví, para que Stephan me cuidara. -Le abrazó con cariño y luego comenzó a besarle apasionadamente. Stephan la respondió besándola también como si se hubieran olvidado de que yo estaba ahí.
Aproveché para intentar quitarme las sondas e irme.
Conseguí quitarme la del brazo, pero me daba miedo mover la de la uretra.
-¿Qué está pasando aquí? -Una enfermera entró. -¿Por qué nadie me ha avisado?
-Señorita, ya estoy bien. ¿Me puede dar el alta, por favor?
-¿No tienes fiebre?-
Negué con la cabeza.
-¿Ni dolores musculares tampoco?-
Volví a negar. -No tengo nada. -Mentí.
-Iré a avisar al medico.-Oye Ella... -Tiffany, que había contemplado la conversación en silencio se acercó a mí. -Antes de que te vayas quiero decirte algo.
-Dime. -Me puse nerviosa por si me intentaba ahogar otra vez y apreté las sábanas con todas mis fuerzas.
-Quiero pedirte perdón. Siento haberte echado la culpa de todas mis desgracias.
Yo no entendía nada, así que me limité a estar callada.
-Estoy hablando de cuando me intenté suicidar en Goliard.
-Ah.
-He sabido que no lo has pasado bien después de eso. Y la verdad, yo tampoco. Pero me he dado cuenta de que te he culpado por algo que era un problema mío, y he intentado focalizar mis inseguridades en ti.
-¿Eso te lo ha dicho tu terapeuta? -La cuestioné. No terminaba de creerla.
-¿Terapeuta? No. No voy a ningún terapeuta. Estoy haciendo rehabilitación aquí. -Me señaló unas cicatrices en su pierna, que parecían la huella de una operación.-
-¿En serio?
-Tiffany está perfectamente de la cabeza. -Interrumpió Stephan.
No le creí pero dejé que siguiera diciéndome lo que quería decirme.
-¿Podrás perdonarme?-
Dudé un segundo. La verdad era que me había hecho mucho daño ese suceso. Pero, ahora estaba en otra etapa de mi vida y me veía capaz de pasar página; además parecía que ella también. -Claro. Pero prométeme que vas a cuidarte más. No quiero que la próxima vez que coincidamos sea en un hospital.
-¡Sí! -Me abrazó emocionada. -Tú también cuídate mucho.-
Me quedé mirándola. Me alegró verla feliz por una vez.
-Ahora debo irme.
-¿Por?
-Tengo que darle una respuesta a Marmalade.-
Tiffany me metió mano para quitarme la sonda.
-¿Respuesta de qué? -Preguntó Stephan.
-¿Te ha propuesto matrimonio? -Bromeó Tiffany.
En ese momento sentí un pinchazo en mis partes. Miré hacia abajo y vi que la joven rubia me había quitado la sonda con éxito. -Algo así. -Me comencé a vestir sin sentir vergüenza de que me vieran porque tenía prisa.
-¿Y qué le vas a responder? -Preguntó Tiffany.
-La verdad, -reflexioné -aun no lo sé. Lo pensaré por el camino. -Me acabé de vestir.
-¡Te ayudaré a salir de aquí! -La expresión de Tiffany me dijo que tenía un plan loco y divertido. Realmente parecía una aprendiz de psicópata, pero ¿qué otra opción me quedaba antes de que viniera el médico?
Abrió un armario que había en la habitación y quitó una madera la cual parecía ocultar un doble fondo.
Me acerqué para mirar con detenimiento. En aquel armario había un agujero enorme.
-¿Ves esto? Es el conducto del vertedero, pero cabes sin problema. Si te dejas caer, la basura amortiguará tu caída y podrás salir de aquí mucho más rápido que por los medios normales.
La abracé. -Muchas gracias.
-No hay de qué.
-Sólo una pregunta más. ¿Qué hora es?-
Stephan miró el reloj. -Las 10pm.
-¡¿Ya?! ¿Cuánto tiempo he estado inconsciente?
-Bastante.
-¡Bueno, da igual! Llego de sobra. ¿Y mi madre? ¿Sabe algo? -Caí en la cuenta.
-Hemos pedido que no la llamaran.
-¡Perfecto!-A Tiffany no le cuadraba el que yo me estuviera yendo tan rápido. -¿Acaso tienes un límite de tiempo para contestarle?
-Cosas de vampiros.
-¿Vampiros? -Abrió mucho los ojos. -Creo que me he perdido algo. Yo pensaba que estabas saliendo con un tal Bradd.
-Pues sí, sí que nos tenemos que poner al día sí. -Miré a Stephan. -Ya quedaremos para tomar té.
-O para la despedida de soltera. -Bromeó.
Yo suspiré y maniobré para meterme en aquel agujero. Di gracias a Dios porque el médico no hubiera llegado. -Bueno adiós. Y muchas gracias.
-No las des. -Me empujó con fuerza.
Mi corazón dio un vuelco por la impresión de la caída. Cuando me quise dar cuenta ya había llegado al vertedero. No me había hecho daño. Sólo olía mal.
Salí de allí lo más rápido que pude y fui a mi casa para darme otra ducha, pero me perdí. Estuve como treinta minutos tratando de orientarme hasta que encontré mi camino a casa.
Caminé lo más rápido que pude cuestionándome la respuesta que iba a darle a Marmalade. Si la respuesta era "no", ni siquiera tenía que aparecer. Me preguntaba si me matarían en caso de que no apareciera.
Le había dicho a Albert que iba a aceptar sólo para que no me matara. ¿Pero realmente me iban a matar si decía que no, o había sido sólo un sueño?
Pensé, pensé y pensé. Lamenté haber entrado en La NocheEsfera y haber encendido aquella vela. Maldecí a Marmalade por ocultarme esa tradición.
Yo quería a Marmalade, pero amor eterno era mucho pedir. Deseé disponer de más tiempo para pensarlo.Finalmente llegué a mi casa. Por suerte mi madre estaba en su habitación y no me escuchó llegar más tarde de la hora acordada. Sabía que me iba a regañar de nuevo pero en ese momento me la traía sin cuidado. Por suerte mi casa volvía a estar entera.
Me duché (de nuevo) mientras me hacía la imagen de cómo sería nuestra vida por separado. Ella, desgraciada, por supuesto. Como la primera vez que la rechacé.
Yo... <vacía.> Mi vida sin Marmalade no tenía sentido. Era difícil pero tenía que dar este paso para no arrepentirme toda mi vida.Me vestí y salí a la calle. Eran las 11pm. Me quedaba una hora. Me sobraba tiempo para llegar hasta Goliard.
Empecé a caminar para llegar lo antes posible.
De pronto me topé con La Loba que venía en dirección contraria.
-¡Ella! -Exclamó no tan feliz.
-¡Violet!-
Se acercó a mí preocupada. -Por favor, márchate. -Me dijo en tono de lamento.
-¿Qué te pasa? Estás muy pálida.
-Vete a casa, por favor. Mi tío y yo... estamos secuestrando gente.-
Esto último no lo entendí bien, pero ya no importó porque cuando un saco sobre mi cabeza me quitó la visión y noté que alguien me había empezado a sujetar por detrás lo comprendí.
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Cuando ves llorar a una vampiresa de ojos negros.
VampireElla es una estudiante normal que se ha mudado a una nueva ciudad, dónde la convivencia con criaturas no-humanas se ha popularizado. Allí conocerá a fantasmas, hombres-lobo...y a una vampiresa de lo más peculiar que la traerá el amor a la mente. ⚠️...