Al final Marmalade terminó quedándose a dormir, porque, a parte de que el sol ya estaba saliendo, esa madrugada se puso a llover.
La hice un hueco en mi cama. No me importó, o eso creí.
Le había dicho a mi madre que había que montar al menos una cama para invitados, pero ella se había hecho la sorda y no habíamos hecho nada al final.
Mi madre, si bien inocente, era una mujer con las costumbres arraigadas; y aún, a pesar de haber sido traicionada por el propio padre de su hija, y de haber pasado mil decepciones en la vida, aún creía en el amor. Pero no en cosas como que a sus años encontraría a su media naranja, y que se casarían en las Bahamas, si no en cosas tan sencillas pero tan tiernas como que la primera persona que se quedaría a dormir sería mi pareja; o que en el instituto todos, humanos o no, me cuidarían como hace ella. Porque claro, ella ve que me hago mayor y espera que otros hagan lo que ya no le dejo hacer a ella.Marmalade se quedó frita enseguida.
La observé acurrucada en mi esquina. Me preguntaba si de verdad los vampiros existían o si todo aquello había sido producto de mi imaginación. Por un momento, reflexioné acerca de todo lo que había vivido nada más llegar al pueblo. Realmente no había tenido tiempo de ponerme a pensar.
Me empezó a entrar sueño, pero era incapaz de dormir. Me fascinaba mirar como Marmalade dormía. <Así que los vampiros no duermen en sarcófagos.> Y con ese pensamiento se me cerraron los ojos hasta la noche siguiente.
-¡Ella!-
Me sobresalté y abrí los ojos saliendo de la cama a toda prisa. -¡Ah! ¿Qué...? ¡Ah, Marmalade, eres tú!
-¿Quién iba a ser?
-Olvídalo. Vamos a clase.
-Sí. -Me dispuse a asearme y vestirme, como cada mañana.
-Has soñado en voz alta antes.
-¿Qué? No entiendo.
-Preguntabas si los vampiros dormimos en sarcófagos. Realmente la mayoría dormimos en camas. Lo de los sarcófagos es muy antiguo. Sería como que los humanos durmieseis en las cavernas a estas alturas.
-Espera, es cierto que yo pensé eso pero no lo dije.
-Sí. Lo dijiste mientras dormías.
-¿En serio? Bueno, vale. -Empezaba a pensar que Marmalade era capaz de leer el pensamiento pero no lo decía. Me preguntaba si de verdad era de fiar. Quería creerla, pero se me hacía cada vez más difícil con eso de "lo has dicho en voz alta".
Habíamos terminado de vestirnos y aún sobraban 5 minutos para salir. Marmalade me ofreció invitarme a desayunar, pero yo la dije que en 5 minutos no daba tiempo.
-¿Tienes tostadas?
-¿Eh? ¿Pan?
-Sí. Aquí, en tu casa, ¿te queda?
-Creo que sí...
-Pues entonces preparemos tostadas con mermelada. -Y eso hicimos. Cogimos pan, lo tostamos, y untamos su "mermelada especial" con un cuchillo. -Siéntate. Pruébala.
-Hmmm. Está buena. -Dije con la boca llena. -Realmente era la mejor mermelada que había probado, pero no sabía cómo decírselo.
-La mejor mermelada de fresa para la mejor princesa. -Me guiñó un ojo.
-Eres una cursi. Ja, ja.
-Me ha salido solo.
-En fin... hora de ir a clase.
-¡Vamos!
Caminamos en silencio.
Se me hace difícil iniciar una conversación cuando estoy caminando. Estoy acostumbrada a sumergirme en mis pensamientos, y esa mañana no era de otra manera.
<¿De dónde saca esa mermelada? ¿La hará ella? Alomejor tiene un huerto de fresas...> La miré. Sus ojos estaban puestos en mí. Pensé otra vez en eso de que leía la mente y decidí que era mejor no pensar en nada específico, aunque me iba a resultar difícil.-¿Estás bien, Parker? -Me sentí molesta.
-Oye, eso de Parker... ¿De dónde lo has sacado?
-Ya te lo dije, lo dijo la profesora al presentart... -La interrumpí poniéndome en frente suya impidiendo que pudiese caminar hacia delante.
-Primero: tenemos un profesor, no una profesora. Y segundo: no. No dijo nada de mi apellido. Sólo dijo mi nombre. -La miré desafiante.- ¿Qué pretendes?-
Ella bajó la vista. -Vamos a llegar tarde. -Dijo en un susurro.
-¿Qué?
-¡Que vamos a llegar tarde!
-¡Oh! ¿En serio? -Exclamé en tono sarcástico y burlón. -Porque hasta donde yo sé tú tienes poderes que arreglan eso, ¿no? Teletransporte, ¿no es así? -
Marmalade intentó caminar hacia la derecha, ya que yo la impedía el paso al frente.
La empujé sin pensar. -¡Venga!-
Ella actuó como si nada hubiese pasado, con la vista aún en el suelo. De repente, sin yo esperármelo me miró a los ojos de nuevo con actitud amenazante. -¡Eres muy impulsiva, Ella, ten cuidado!-
Yo no supe cómo reaccionar. ¿Qué me había pasado? Eso que me había dicho me había dado miedo.
Seguimos caminando en silencio cómo si nada. Marmalade con vista al frente y yo mirando mis zapatos todo el rato.
Llegamos a la verja que circundaba el colegio.Antes de desaparecer como si nada Marmalade me dijo unas palabras de advertencia: -Hay muchas cosas que no sabes. Ni de los vampiros, ni de nadie. No des por hecho que todos somos cómo tú, ten cuidado.-
Y con esas palabras, palabras que me dejaron totalmente introvertida, si podía introvertirme más, Marmalade desapareció en el aire.
Yo miré el cielo gris, casi negro esperando encontrar una respuesta, o una sonrisa de apoyo en él. Pero nada. Estaba sola.
Había gritado y empujado a la única chica que me había ofrecido su mano, la única con la que me había divertido, la única con la que había sido yo misma.
¿Por qué había tenido que ser así con ella?Entré en el patio, cuando sonó el primer timbre. Ni siquiera me acordaba de que tenía que ir a clase.
La gente que estaba por allí empezó a moverse rápido y a entrar en empujones para no llegar tarde. Pero a mí me dio igual.
En realidad, llegué a la puerta gracias a esos empujones, pues todos me llevaban en esa dirección.Abrí la puerta de mi clase. Todos los que estaban allí se giraron, incluso Marmalade, y el profesor. Había sido la última en llegar.
-Siéntate, Amanda. -Me dijo el profesor mirándome por encima de las gafas que sostenía con un dedo sobre su nariz.
Yo carraspeé. -Es Ella, señor profesor.-
Él no dijo nada más, ni siquiera parecía que me había escuchado.
Yo me senté en el único pupitre que quedaba libre, cerca de la puerta.-Bien. Empecemos la clase. Hoy vamos a hablar de...-
Yo me dispuse a escuchar. Pero de pronto caí en la cuenta de algo: Mimite, o lo que es lo mismo "La Loba" no estaba. Eso quería decir que estaba sentada en su pupitre.
Sin embargo, sí estaban otras caras que no me sonaban para nada. Cómo si se hubieran juntado dos clases sin más.
Me sentí ahogada, entre toda esa gente que no había visto en mi vida. Completos desconocidos para mí.
-Es lo que tiene ser la nueva, ¿no?-
Yo me giré. <Quién ha dicho eso?> Un fenómeno extraño había ocurrido. Había oído una voz en mi cabeza, pero nadie había hablado.
Pensé en lo que me había dicho Marmalade al entrar: "Hay muchas cosas que no sabes. Ni de los vampiros, ni de nadie. No des por hecho que todos somos cómo tú, ten cuidado."
Me di cuenta de que tenía razón. Me lo había dicho muy en serio, y no para herirme, si no para ayudarme. Estaba en un colegio de monstruos, hombres-lobo y demás. Y por si fuera poco, todos adolescentes con las hormonas a flor de piel y unas ganas de vacilar a los demás al límite del tope.
Tenía que cuidarme si quería sobrevivir al Instituto, era un hecho.
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Cuando ves llorar a una vampiresa de ojos negros.
VampiriElla es una estudiante normal que se ha mudado a una nueva ciudad, dónde la convivencia con criaturas no-humanas se ha popularizado. Allí conocerá a fantasmas, hombres-lobo...y a una vampiresa de lo más peculiar que la traerá el amor a la mente. ⚠️...