Fiesta.

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Puse una mano en su hombro, triste. -Lo siento, no tenía ni idea.-

Ella cogió mi mano. -No te preocupes. Trato de no decirlo mucho. Pero creí que era necesario decirlo. Y, tú eres mi amiga, claro.-

Yo sonreí sin saber muy bien qué decir a continuación.

-Bueno, íbamos a estudiar, ¿no?-

Yo reí. -En realidad eso no era más que una es...

-¡Tonterías! ¡A estudiar!-

Y eso hicimos, nos pusimos a estudiar, con mis libros, y los apuntes que ella llevaba en la mochila. Aunque yo estaba un poco desganada; pues lo que me había dicho me había causado algo así como un shock, y no había sido capaz de asimilarlo en tan poco tiempo.

Compartíamos libro cuando su mirada se clavó en mis ojos. No pude hacer otra cosa que devolverla el gesto y mirarla fijamente. 

Contemplé sus ojos. Unos enormes ojos negros que me impresionaban a la vista. No miré otra cosa, si no su mirada. Por muy largos y afilados que fuesen sus colmillos (la verdad, no me había fijado), o por muy estremecedora que fuera su cicatriz que probaba que estaba ante una vampiresa, no podía fijarme en otra cosa, día tras día; mirada tras mirada, en ese par de ojos color negro ébano puro.

De repente me vislumbré junto a Marmalade. Estábamos de fiesta, pasándolo bomba. Bailando, haciendo el tonto. La vida era genial junto a ella. Sin preocupaciones, sin remordimientos, nada. Sólo dos amigas pasándolo bien.

-Ella, ¿Ella? ¿Estás en la Tierra? -Bromeó Marmalade cuando vio que estaba algo ida mirando al vacío, aunque en dirección a su rostro, y callada.

La miré con ojos seguros. -Vámonos de fiesta.-

Ella me miró sorprendida; pero nos conocíamos suficiente. No tuve que decir ni una palabra más para convencerla. 

Me levanté, la cogí de la mano y tiré de ella para que se pusiera en pie. La llevé escaleras abajo cuando de repente me sentí rara, como cuando me cogió de la mano en el insti para mostrarme sus poderes. Enseguida me di cuenta, estaba flotando otra vez, y aparecimos al instante en el porche.

La miré mientras la soltaba. Jadeé con una sonrisa. -Pensé que íbamos a aparecer en algún pub de repente.-

Ella rió. -No seas tonta. Realmente no conozco ninguno.

-Vaya, ¡jaja! -Las dos nos desternillamos sin más no poder, pero Marmalade me mandó callar. Nos agachamos para que mi madre no nos viera por la ventana. Ella aún andaba por la casa, haciendo alguna tarea.

Sentí que eso era lo que quería realmente. Las dos pasándolo bien sin preocuparnos por quién nos miraría mal, o por las criticas de la gente del instituto.
<Seríamos ella y yo.> Pensé.
Y así fue. Caminamos hasta encontrar una discoteca de pop normalucha, que para nosotras fue cómo estar en Ibiza. Cuando estuvimos frente a la entrada vimos que había cola, pero Marmalade hizo de nuevo una de sus triquiñuelas y aparecimos en la barra sin si quiera haber pagado.
El bar-man nos vio, pero no dijo nada. Sus ojos estaban puestos en mí, aunque no como si fuera a delatarnos, o a hacernos pagar.
Yo quise pedir algo de beber, pero Marmalade no me dejó. Me cogió de la mano y dijo: -¡Vamos a la pista!-
Bailamos Jason Derulo, Knife Party, Ed Sheeran, e incluso Twenty One Pilots. La música nos llenaba de adrenalina, éramos dos almas moviendo el esqueleto al ritmo de la música, como si fuéramos una. Teníamos una euforia frenética tal que sentimos, -o por lo menos yo lo sentí- que todo iba a cámara lenta. Como en las películas. Éramos una historia de ficción de dos amigas dándolo todo en la pista de baile. Realmente me sentía feliz con aquél ambiente en el que sólo importabamos ella y yo.

No paramos de bailar ni un segundo hasta que pusieron una canción que no nos sabíamos.
-¡Estoy sedienta! -Dijo Marmalade jadeando mientras salía de la pista llena de humanos con copas de alcohol.
-Vamos a por agua. -Dije yo.
-Aquí no venden, sólo venden bebidas alcohólicas.-
Yo no la hice caso y me fui a la barra pensando que ella no hablaba en serio.
Cuándo conseguí abrirme camino entre toda aquella muchedumbre con vestidos apretados, maquillaje y pajaritas "elegantes" le pregunté al mismo bar-man que había visto antes si tenía agua. Él ignoró mi petición y en vez de responderme intentó ligar conmigo:
-¿Estás sola guapa?
-Estoy con mi amiga. -Le respondí seca. Ingenuamente fui a señalar a Marmalade para que viera que no me lo estaba inventando pero había desaparecido.
Él rió. -No tendré en cuenta tu broma si aceptas que te invite a una copa.-
Yo reí también. -¿Y no podrías invitarme a agua? Me vendría mejor.- Él rió de nuevo y se fue a atender a los clientes, o eso supuse yo.
-Me temo que no he conseguido agua, Marmalade. ¿Marmalade ¡¡Marmalade!!
-Señorita. -Un hombre me cogió del brazo. -Venga conmigo.
-¿Qué? -Le reconocí. Era uno de los muchos miembros de seguridad de la discoteca.
-Acompáñeme.
-Pero... Mi amiga. La he perdido. -Él tiró de mi brazo hacia la salida. Era fuerte, sus brazos eran de gorila (bueno, sus brazos y todo su cuerpo). No pude hacer nada para impedir que me echara, ni siquiera se me ocurrió algo astuto. Sólo seguí diciendo que mi amiga estaba ahí dentro, sola, y que iba a pasarse las próximas horas buscandome.
Estuve a punto de decirle que quería comprar una entrada para buscarla, pero recordé que ni siquiera había cogido mi cartera, con mi documentación que acreditase que yo era mayor de edad.
<Seré tonta.> <Mira que ir a una discoteca sin la cartera...> Rebusqué en los bolsillos. <¡Y sin el móvil!> Quería llorar. Ni siquiera estaba segura de saber volver a casa.

-¡Bu! -Un tono de voz burlón e infantil hizo que diera un paso atrás del susto y me estremeciera.
Abrí los ojos, que se habían cerrado por instinto de supervivencia, supongo. -¡Pero a ti qué te pasa!-
Marmalade rió. -Me han echado. Supongo que a ti también.
-Sí... ¡Pero no me refería a eso!
-Parece que el bar-man ha dado el soplo a algún segurata.
-¡Qué más da eso! ¡Marmalade, has desaparecido así de repente!

El gorila que me había arrastrado hacia afuera interrumpió nuestra conversación. -Señoritas. Tienen el acceso betado a esta discoteca.-
Yo me quedé sorprendida cuando dijo eso. -¿Nos echas de por vida sólo porque no hemos pagado?
-No sólo por eso. Está prohibido usar poderes mágicos de cualquier tipo en el local. Usted ya tiene más de 1000 años debería saberlo.
-¡Oye, a los mayores no se les habla así, humano de...!
-Cálmate. -La dije poniendo una mano sobre su pecho para que no se le lanazara encima.
La miré a los ojos. -Marmalade, ¿Realmente no sabías que usar tus poderes en una discoteca era ilegal?
-Tampoco es que haya venido a ninguna antes. -Excusó.
-Es igual. No me importa haber acabado así, pero no vuelvas a hacerlo. Me has asustado al dejarme sola.
-Vale. Perdón. -Cerró los ojos como señal de que ya estaba más tranquila. Luego miró al cielo. -Está amaneciendo. Deberíamos darnos prisa.
-Sí.-
Ella se puso su capucha negra y las dos nos pusimos a nadar rumbo a mi casa.
Mientras tanto, con el ruido del silencio, no pude evitar ponerme a pensar, si Marmalade iba a quedarse a dormir, aunque creí que era bastante obvio, se me hizo raro no haberlo comentado.
Después pensé en cómo habíamos acabado haciendo semejante locura. <Me habría sentido mal si a Marmalade le hubiera pasado algo por culpa de mi idea loca.>
-No te preocupes, yo me defiendo bien... -Me dijo.
-¿Cómo...?
-Tengo 1689 años, ¿recuerdas? Casi 1700.
-Es verdad. -Asentí. -Pero sigues siendo menor de edad. -Bromeé guiñandola un ojo.
Ella se rió, me abrazó sin parar de caminar. Nos habíamos hecho más amigas.
Esa noche había cambiado algo.









Cuando ves llorar a una vampiresa de ojos negros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora