Duró poco.
Todo había desaparecido ante mis ojos cuando yo caí en otra parte. -¡Au! -El suelo estaba duro, era suelo como de piedra.
Miré a mi alrededor. ¡Estaba en Goliard! No pude evitar pensar que eso era cosa de Marmalade. Así que empecé a gritar su nombre enfadada. -¡Marmalade! ¡Marmalade! -La tormenta no había cesado, el viento seguía arrastrando todo a su paso enfurecido, sólo que las paredes y los edificios seguían ahí.
Las nubes negras estaban cada vez más abajo y no paraban de crujir soltando rayos.
Una campana que parecía de iglesia sonaba dando las doce. El ruido era insoportable. Aunque me resultaba familiar, no recordaba haberla oído tan fuerte. Una nube se acercó mucho a mí.
Tragué saliva y miré al suelo. No podía moverme.
Miré directamente a la nube. Vi que en ella había una persona subida. Abrí y cerré los ojos muy rápido repetidas veces para comprobar que no se trataba de una ilusión. <Seguro que esto es por mi culpa.> Es lo único que recuerdo haberme dicho para mis adentros. Estaba tan asustada que no podía pensar con palabras claras. Tenía miedo de morir en ese momento.La nube se acercó hasta que estuvo a dos metros de altura por otros dos de largo de mí. En ella pude ver a una señora pálida como un esqueleto, pero muy maquillada, alta, delgada y con una melena corta y negra que la hacía aún más pálida, si cabía.
Llevaba una camisa blanca y el resto de su ropa era negra. También llevaba una larga capa negra que al brillar bajo la luna parecía morada.
-¿Dra-Drácula? -Balbuceé.
La señora se empezó a reír haciéndome sentir tonta.
-No, -dijo con un tono amigable pero que sonaba a maldad -Soy la Señora Sanchis, Lurdes Sanchis. -Algunos destellos que parecían copos se movían a su alrededor.
-Señora Sanchis... -repetí mostrándome pensativa -Lurdes Sanchis... ¡Usted es...!
-Soy tu suegra querida. -Parpadeó rápido tres veces moviendo sus largas pestañas e intentó acercarse a mí sin caerse de la nube.
Me entró un escalofrío. -Encantada de conocerla, es un verdadero placer. -Hice una reverencia tratando de disimular lo aterrorizada que estaba. -¿Y en qué puedo ayudarla?
-Bueno, tú me has llamado.
-¡¿Yo?!
-Sí, bueno. Vosotras. -Hizo un movimiento de cabeza señalando mi izquierda.
Me giré hacia ese lado. -¡Marmalade! -Atada de pies y manos y sujetada por un hombre fornido que por el color y el estado de su piel parecía ser un demonio. Este la sujetaba la boca también, impidiéndola el habla.
La vampiresa no parecía tener miedo, más bien parecía enojada.
-¿Qué hemos hecho? -Me volví para preguntarle a su madre.
-¡¿Cómo que "qué hemos hecho"?! -Sonó enfadada. La tormenta empezó a crujir con más fuerza. -¿No quieres unirte a nosotros? -Se inclinó hacia mí intentando acercarse de nuevo.
Me puse a temblar y se me escapó una lagrimilla. -¡No! Ósea... ¿qué? ¿Unirme a quién exactamente?-
La Señora Sanchis olfateó el aire. -¿Marmalade no te ha convertido todavía?
-¿Convertirme?-
Escuché que mi novia trataba de decir algo bajo la mano del demonio.
-¡Albert, déjala hablar!-
Este retiró dos dedos, dejando la boca de Marmalade más libre para que pudiéramos entenderla. -¡Mamá, yo no la voy a morder! Es mi novia, no mi súbdito.-
Su madre puso una expresión de ligera preocupación y se sentó en la nube. -¿No quieres ser un vampiro, jovencita? Tenemos muchas ventajas... -Se dispuso a explicarme.
-¿Qué otras opciones tengo? -La interrumpí yo. sin el más mínimo interés de aceptar su oferta y algo tensa por la incomodidad de aquel momento.
-Bueno. Dado que Marmalade te ha llevado a La NocheEsfera y luego ambas habéis encendido una vela cada una en su ventana, estáis enamoradas y dispuestas a estar juntas toda vuestra vida, ¿me equivoco?
-¿Qué? ¿Una vela? -Miré a Marmalade confusa. -No, ha habido un malentendido. Yo no sabía...
-Pero la vida de mi hija es mucho más larga que la tuya. -Me interrumpió. -Y NO QUIERO QUE SUFRA. -Su cara se transformó en la cara de un murciélago gigante. Reconocí esa forma. Marmalade me había hablado de ella cuando me había contado su pasado con aquel chico. Aún así daba mucha impresión, aunque enseguida volvió a su forma normal.
-¿¡Por qué no me dijiste lo de la vela?! -Le susurré enfadada a Marmalade.
-¡Y yo qué sabía que ibas a encender una vela!
-¡Y tú para que la enciendes! Yo...-
La Señora Sanchis se aclaró la garganta. -Como decía, mi hija te ha elegido como su amor verdadero, el del resto de su vida. Te ha elegido de entre TODAS LAS PERSONAS de TODOS LOS PLANETAS QUE EXISTEN. ¿Me entiendes? Siéntete alagada. -Me dijo con desdén.
-¡Guau! -Respiré profundo y me giré a mirar a Marmalade. Esta no me devolvió la mirada. Se veía resentida y tensa con los ojos en el vacío. -¿Y ahora qué tengo que hacer?
-Tienes dos opciones: o te conviertes en vampiro... pero eso ya habéis dicho que no queréis.-
Marmalade negó con la cabeza efusivamente.
-La otra opción es que sigas siendo humana, pero entonces Marmalade te da doscientos años de su propia esperanza de vida para que la acompañes más tiempo.
-¡¿Doscientos años?!
-Sí. -Dijo un poco irritada. -La única desventaja es que no te puede dar demasiado el sol. Te vuelves un poco más sensible, una nimiedad si lo comparas al amor "eterno".-
Yo me estaba agobiando. -No, no necesito nada de esto.
-¡Pero has estado en La NocheEsfera!
-¿Y? ¿No estamos todos en igualdad de condiciones aquí, en Camilton? Todos los humanos deberían de saber de la existencia de ese lugar.
-Es una tradición simplemente, Ella. -Me explicó Marmalade tratando de que me callara.
-Vale, pero es mi vida. -Cerré los ojos con fuerza mientras noté que todos mis músculos se agarrotaban por los nervios y el frío de la lluvia. No me hacía nada de gracia tener que hacer un pacto con vampiros sólo porque Marmalade me gustara. Y encima vampiros ya muertos. -Lo siento. Aún hay muchas cosas que no entiendo.-
La señora mostró expresión enfadada. -Como hagas sufrir a mi hija... -La lluvia volvió a empeorar.
-¡Yo tampoco quiero que sufra! Por eso, si tengo que aceptar una de estas dos opciones, prefiero no aceptar ninguna y así no condenarla a pagar mis errores. -Me giré para irme. -Lo siento Marmalade. -Le dije.
-¡Ella! -Vi su cara de enorme tristeza antes de comenzar a andar.
Me sentía fatal. Sabía que lloraría por mi, otra vez.-¡Tienes hasta las doce de mañana para decidirte, querida! -Oí resonar por toda la calle la voz de su madre, intentando convencerme insidiosamente [que contiene un engaño oculto o disimulado para perjudicar a alguien] de que cambiara de opinión. -Me las pagarás, niña. -Oí más bajito.
<Odio a los vampiros.> Quizás estuvieran escuchando mis pensamientos en ese momento, no lo sabía. Pero me daba igual.
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Cuando ves llorar a una vampiresa de ojos negros.
VampiroElla es una estudiante normal que se ha mudado a una nueva ciudad, dónde la convivencia con criaturas no-humanas se ha popularizado. Allí conocerá a fantasmas, hombres-lobo...y a una vampiresa de lo más peculiar que la traerá el amor a la mente. ⚠️...