Secuestro.

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-¡Tío! ¡A ella no!
-¿No es humana? -Escuché una voz de hombre retorcida mientras me obligaban a caminar empujándome violentamente.
Mimite seguía rogándole que no me llevara y él la ignoraba.

Quise forcejear, pero con la fuerza con la que aquel hombre me estaba agarrando, sabía que no iba a poder hacer nada yo sola. <Siempre que no está Marmalade me meto en líos.> <¿Por qué me pasa esto?>
Se detuvieron, y yo con ellos.
Hacía calor a pesar de ser de noche. Notaba el sudor bajando por mi espalda de haber caminado mucho.
No sabía dónde estaba.
Noté un ruido sordo y por un segundo el saco que estaba sobre mi cabeza se levantó ligeramente y pude ver lo que estaba justo delante de mí. Era un maletero, y había más gente dentro en la misma situación que yo.
El hombre me soltó un momento y quise escaparme. Empecé a correr lo más rápido que pude, pero no pude dar ni tres pasos cuando el tío de Mimite me agarró de nuevo y me metió en el maletero a la fuerza. Me resistí, me resistí todo lo que pude, pero con la fuerza que él tenía me fue imposible aguantar durante mucho tiempo.
Acabé tirada en el maletero encima de las piernas y pies de todos los demás. -¡Au!-
Seguía oyendo a Mimite cerca, pero ya no hablaba. Sólo distinguía sus pasos, más pequeños que los de su tío.
Me dieron un último empujón y cerraron el maletero provocando un sobresalto a todos los presentes. Acto seguido arrancaron el coche.
Traté de incorporarme y sentarme para no estorbar. Noté que mis manos estaban atadas con una cuerda súper gruesa. <No puede ser.> No sabía en qué momento me habían atado.

-¿A donde nos lleváis?
-Los hombres-lobo nos hemos hartado de comer vacas. -Me contestó el tipo. -Queremos carne humana. Os vamos a sacrificar hoy.-
Todos empezaron a llorar después de esas palabras. Eran llantos de niño.
-¡Eso no puede ser verdad! ¿Mimite?-
-De verdad que lo siento. -Me contestó ella con angustia.
-¿La conoces?
-¡Te lo he dicho! Ella, no quiero hacer esto. Me están obligando.-
Traté de asimilar lo que me decía La Loba. Esa no era la Mimite que yo conocía.
Me sentía triste. Pero no porque fuera a morir, sino porque Marmalade pensaría toda su vida que yo no la quería. Ni siquiera tenía la oportunidad de despedirme.

Encendieron la radio. Sonaba "Treat You Better" de Shawn Mendes.
<Si Marmalade estuviera aquí nos teletransportaría muy lejos.> -¡Un momento! -Se me ocurrió algo. -¿Hay algún vampiro aquí? -Susurré para que sólo me oyeran los rehenes.
Pasaron unos segundos de silencio.

-¡Yo! -Susurró una vocecita que parecía ser de una niña.
-¡Bien! -Un rayo de esperanza se encendió ante mí. -¿Puedes teletransportarnos?
-No he desarrollado mis poderes todavía, sólo tengo 90 años.
-Tiene que haber algo que podamos hacer.-
El saco que tenía en la cabeza se levantó sólo y pude ver todo. El coche seguía en marcha. Miré a mi alrededor incrédula rogando que aún no hubiéramos llegado. Vi a Mimite en el asiento del copiloto mirándome y haciéndome un gesto para que guardara silencio. Yo la sonreí y ella me guiñó un ojo.
Me las arreglé para quitarle el saco a la que pensaba que era la que había hablado. Era una niña de pelo marrón y corto, con enormes gafas redondas como dos culos de vaso. -¡Graci...!-
La hice el mismo gesto para que se callara.
-Escucha. -La susurré. -Sé que piensas que no puedes, pero sí que puedes. Necesito que me teletransportes al menos a mí. Yo pediré ayuda.-
La niña empezó a hiperventilar. -Puedo intentarlo.
-Bien. Concéntrate. -Me agarré a ella como pude.
-¿Pero a dónde?
-¿Sabes dónde está Goliard?-
Negó con la cabeza.
-¿Qué otros sitios famosos puede haber en Camilton? -Pensé.
-Sólo se me ocurre mi casa.
-¿Y dónde está tu casa?
-En Camilton.-
Traté de mantener la compostura. Era una niña muy pequeña, pero mi única salida. La de todos nosotros. -Bien. Concéntrate.
-Voy a sacaros de aquí. A todos. -Dijo firme.
Vi cómo cerraba los ojos y hacía esfuerzo. Estuvo así unos minutos. -No puedo.
-¡Vamos! ¡Sí puedes! -<¿Cómo lo hacía Marmalade?>
-Piensa en algo bonito. -Era lo único que se me ocurría.
-Vale.
Pasaron varios minutos y nada.
Estaba al borde del infarto cuando todo lo que estaba a mi alrededor desapareció en un instante.
-¡Lo tengo! -Dijo la voz de la niña; y fuimos a parar una plaza.
Abrí los ojos. Para mi sorpresa, todos los niños estaban allí. No sólo yo.
La niña se levantó del suelo enseguida y corriendo aunque aún atada de manos se fue a tocar el timbre de una de las puertas. Tocó repetidas veces hasta que la puerta se abrió.
De ella salió una chica de color con dos trencitas. -¡Amelia! ¡Anton! -Abrazó a la niña y al que parecía ser su hermano pequeño. -¿Y todos estos niños?
-Nos han secuestrado, mamá. Pero esta chica me ha ayudado a usar mis poderes para escapar.-
-¡Eso es fantástico! -Casi se le saltan las lágrimas. -Gracias. -Me dijo con una mirada profunda y sincera.
Yo sonreí en respuesta. -De nada... Debo irme.-

Salí corriendo pensando solamente en Marmalade. No podía entretenerme más. No sabía qué hora era, pero estaba segura de que no me sobraba el tiempo, y para colmo no sabía a ciencia cierta dónde me encontraba. Corría sintiendo mi cuerpo dolorido y mis latidos ocurriendo al máximo de velocidad. <Lo siento Marmalade.>

Cuando ves llorar a una vampiresa de ojos negros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora