Pero lo que no sabía era lo cierto que era. Mi dignidad se iba a ir a pique completamente.
Cuando llegué a abrir la taquilla a la mañana siguiente me encontré con un grafiti pintado en ella: "COPIOTA LESBIANA".
Al principio no reaccioné, no me di cuenta de que iba a dirigido a mí, hasta que vi las expresiones presumidas y enfadadas de La Loba, Pam, y su pandilla.
Mimite se puso delante mío con los brazos cruzados mientras el resto se quedaban detrás, como si fueran los guardaespaldas.
-¿Qué te pasa? -La dije borde.
-¿Qué te pasa a ti? Todo el mundo sabe que ayer copiaste en el examen.-
Yo bajé la cara al suelo mientras un escalofrío recorría mi cuerpo de la vergüenza. -Déjame en paz. -Dije con un susurro.
-No busco pelea, zorra. Pero la has cagado pero bien. -Se apartó un poco como si alguien fuera a pasar por allí.
Subí la mirada para ver de quien se trataba y me encontré con Alison. <Lo que me faltaba.>
En ese momento tuve ganas de convertirme en una estudiante rebelde y partirle la cara a La Loba y a toda su pandilla, pero recordé que casi me mata convertida en monstruo hacía más bien poco y decidí acatar lo que me dijera la estirada de la Secretaria del Director.
-Hola, Ella. -Me dijo Alison con una sonrisa falsa.
Yo suspiré y la miré seria a la cara.
-El Director quiere verte después de clase. -Me acarició el pelo. -Que tengas un buen día. -Y se fue como si nada.
Cerré el puño intentando controlar mi enfado.Cuando me giré tenía a medio instituto mirándome y señalandome. <¡Otra vez no!> Me quedé bloqueada ahí delante. <¿Todo esto es por haber copiado? ¿Tan raro es?>
-¡Lesbiana! ¡Lesbiana! -Gritaban.
-¿Qué? -Estaba confundida. Se me embotó la cabeza. No podía ver nada, sólo siluetas y sombras a mi alrededor.
Mimite esbozaba una sonrisa de seguridad la cual giraba alrededor mío.
Traté de abrirme paso entre la multitud y de pronto, como si un foco de luz la iluminara, reconocí a Pam que me miraba sin disimulo desafiante entre toda aquella gente. -¿Has sido tú quien ha... hecho todo esto?
-Lo siento. -Se encogió de hombros. -No es nada personal. Eres nuestra enemiga. -Sonrió enseñando sus enormes y amarillos dientes que caractetizan a los que son mitad lobo.Me quedé paralizada. Era como si ya no tuviese lugar ahí, de nuevo. Me había convertido en un bicho raro.
Traté de llegar a clase sin ser vista, por otro pasillo. Era un camino más largo pero no había nadie.-¿Ella?
-¡Stephan! <Mierda. El que faltaba.>
-¿Qué haces aquí? -Me preguntó como si nada.
-¿Qué? ¿No te has enterado? Al parecer La Loba me ha elegido como su enemiga y su grupo va contando basura de mí. -En otro momento le hubiera ignorado y mandado a freír espárragos; pero tenía el corazón en un puño, lo notaba. Estaba a punto de romper en lágrimas.
Necesitaba un aliado, alguien que viera mi punto de vista. Yo estaba a punto de desmallarme.
Stephan era humano, como yo, después de todo, ¿por qué no probar?-Ah, sí. Le diste una paliza el otro día.
-¡Qué dices! Si casi me mata.-
Soltó una carcajada inocente. -En estos casos sólo hay una manera de arreglarlo.
-¿En serio? ¿Cuál?
-Que la desafies a un duelo y ganes.-
Me llevé una mano a la cabeza. -Eso es imposible.
-Bueno. Es lo que hay. Puedes usar armas también, o a otros no-humanos. Pero si es tu enemiga, la tienes que retar tú.
-Lo único que podría hacer es tratar de hablar con ella... Que vea que no la odio, ni nada.
-Entonces mejor déjalo.
-¿Qué?
-Los hombres-lobo nunca han llegado a nada hablando.-Puse los ojos en blanco. No me había servido de nada hablar con él. Quizás tuviera razón, pero me seguía pareciendo un idiota.
Ese día me salté las clases. Me quedé encerrada en el baño, en silencio.
Cuando me pareció que ya no había ruido, me animé a salir. No sabía que hora era, pero habían pasado horas. Creí que sería la hora de irse a casa.
Estaba confundida. No quería que Marmalade me salvara como si yo fuera una damisela en apuros; pero tampoco quería enfrentarme a Mimite. Quería irme de allí, deseaba no existir, deseaba no haber ido a Camilton nunca, ser invisible.Cuando salí por el pasillo, escuché unos gritos que venían del patio.
No sabía si era buena idea acercarme pero la curiosidad me pudo.Casi me da un infarto.
La Loba estaba recibiendo una cruel e inhumana paliza de Marmalade.
Tenía la boca llena de sangre y se retorcía de dolor mientras se tocaba la tripa como si le doliese. Sin embargo no estaba transformada, ¿quizá por la hora del día? ¿O acaso Marmalade anulaba sus poderes?Tragué saliva y me quedé mirando como una pared aquella confusión. No fui capaz de hacer un movimiento, ni de decir una sola palabra. Me sentía invisible. Todos los ojos de los alumnos presentes estaban en la pelea. Esa hubiera sido la mejor oportunidad para irme a casa sin ser vista, sin embargo no podía dejar de mirar como la vampiresa le daba un puñetazo tras otro a Mimite en cada hueso del cuerpo.
Parecía que no se iba a acabar nunca cuando Marmalade la puso el brazo en el cuello y la empujó contra la pared para ahogarla.
La Loba puso cara de sufrimiento extremo mientras jadeaba y arañaba el brazo de Marmalade con sus largas uñas. -Marmalade para ya por favor... -Dijo con su último aliento. -Me vas a matar.
-Prometeme que vas a dejar tranquila a Ella.
-Lo prometo. -Marmalade alejó el brazo y ella calló al suelo mientras seguía apoyada contra la pared.
La vampiresa desapareció como si nada.Yo no podía creer lo que acababa de oir. No podía creer que todo aquel jaleo fuese por mí. Me sentía mal, Marmalade había tenido que intervenir, como si yo no pudiera cuidarme sola.
Estaba enfadada. <¿Por qué porras has tenido que hacer eso, Marmalade?>
Volví a mirar a Violet. Estaba pálida como la nieve, ya no parecía una loba en abosulto, se parecía más a un corderito. Pero no me agradaba nada verla así, ella no era mala persona. Aquél día que me atacó simplemente no se controló.Decidí marcharme de allí antes de que nadie me viera.
Agarré bien fuerte mi mochila y caminé rápido hacia la salida, tomé otro camino para ir a casa para no ser perseguida.
Cruzaba los dedos por que nadie me hubiera visto. Alomejor había conseguido hacerme invisible. Igual había adquirido algún tipo de poder allí en Camilton.
Me empecé a sentir más tranquila.
Sin embargo, esa tranquilidad duró poco.Sin esperarmelo para nada, la vampiresa de enormes ojos negros apareció ante mí.
Me asustó mucho, pero me entró más pánico cuando supe que era ella. Ahora la veía como una persona cruel, pero no quería pensarlo, para que ella no lo supiera; aunque creo que daba igual porque tenía la respiración y latidos acelerados.-¿Estás bien? -Hoy no has ido a clase.-
Me escogí de hombros. -Sí, ¿y tú?
-Mejor que nunca. -Sonrió enseñando sus dientes blancos, incluyendo esos afilados colmillos. Creí que ese sería mi fin. Me iba a matar, me había elegido como su víctima y nada podía impedirselo.
"Anarquía y alegría", eso decía el destello de sus ojos.

ESTÁS LEYENDO
Cuando ves llorar a una vampiresa de ojos negros.
VampirElla es una estudiante normal que se ha mudado a una nueva ciudad, dónde la convivencia con criaturas no-humanas se ha popularizado. Allí conocerá a fantasmas, hombres-lobo...y a una vampiresa de lo más peculiar que la traerá el amor a la mente. ⚠️...