Prefacio

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Corro por los pasillos del hospital intentando llegar lo mas rápido que puedo al área de oncología. No entiendo que fue lo que sucedió, hace tan solo dos horas que me fui a casa a cambiarme de ropa y apenas entre el teléfono sonó con la llamada que tanto he rogado por no recibir.

La enfermera que esta detrás del mostrador de la estación de enfermería se levanta de la silla apenas me ve atravesar la puerta de vidrio que separa ésta área del resto del hospital.

-¿Que fue lo que sucedió?-. Es lo primero que sale de mi boca al tenerla de frente. -Él estaba bien, todo iba bien-. Digo desesperada, empezando a derramar las primeras lagrimas de la noche.

-Hilary-. La enfermera pronuncia mi nombre con cierta lástima. -El doctor ya ha hablado contigo a cerca de esto, sabes que ya no hay nada mas que hacer por él-.

Si, lo se, pero de igual forma creí que tendría un poco mas de tiempo.

-Vamos, te acompaño a verlo-. Rodea el mostrador y se acerca. Su brazo rodea mis hombros.

Es tan triste no tener a nadie mas en quien apoyarse en estos momentos. Si al menos tuviera a mi madre, un hermano, un tío, lo que sea; pero solo somos papá y yo. Y pronto seré solo yo.

Siento que el vacío en mi pecho se hace mas profundo. En ocasiones siento que no pertenezco a ningún lugar, me siento como un barco a la deriva.

La puerta de la habitación donde papá ha permanecido los últimos dos meses se encuentra abierta. Al entrar él esta ahí, tendido en esa cama de hospital, prácticamente sentado para poder respirar, y aun así se nota el esfuerzo que hace para conseguirlo.

-Hil...-. Musita al girar su cabeza hacia la puerta y notar mi presencia. Su voz sale ahogada por la máscara de oxígeno que cubre su nariz y boca. Su mano se extiende temblorosa hacia mi y entiendo que quiere que me acerque.

Doy tres pasos lentos hasta quedar junto a él y tomo su mano entre las mías para llevarlas a mi boca y darle un beso en sus nudillos. Papá ha hecho el papel de padre y madre para mi durante toda mi vida.

-Hay algo que...-. Me dice, pero un ataque de tos lo interrumpe. El maldito cáncer de pulmón no le ha dejado con que respirar.

-No te esfuerces papá-. Le suplico con lagrimas en los ojos, mientras presiono el botón que levanta la cabecera de la cama para sentarlo otro poco.

-No, Hil, no entiendes-. Respira agitado. -Tu mamá... ella... ella no...-.

El pito que suena cuando su frase se corta hace que mire la pantalla del monitor de signos vitales sobre la cabecera de la cama. Ahí ya no hay lineas que suben y bajan, ahora solo es una linea que parte en dos la pantalla. Con tantos días habitando el ala de oncología de este hospital ya estoy cansada de escuchar la frase "código azul", es como los médicos llaman al paro cardiaco. Se que mi padre esta en paro y también se que no van a hacer nada por sacarlo de ese estado porque no es justo que siga sufriendo por mas tiempo, ya he firmado el documento que los exime de responsabilidad.

No tengo de otra mas que abrazarme al cuerpo inerte de la única persona que me quedaba en el mundo y llorar lagrimas amargas porque ahora estoy mas sola que nunca y sintiendo que no pertenezco a ninguna parte.

*****
Estuve intentando escribir un libro de licántropos desde hace mucho tiempo pero nunca me salía como quería. Lo borre unas 50 veces para volver a empezar y al no conectarme con la historia ahí quedaba, hasta que por fin.
Espero les guste el resultado.

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