Epilogo

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Me siento adormecida, como si mi cuerpo no fuera mío. Incluso mi mente ha dejado de pertenecerme porque frecuentemente me encuentro envuelta en una bruma que me impide usar mis sentidos. Hace pocos minutos que que despertado, pero soy incapaz de moverme, mi cuerpo permanece aovillado en sí mismo.

Un chirrido capta mi atención y trato de concentrarme para escuchar lo que sucede a mi espalda. Hay pasos de varias personas entrando al lugar.

Un instinto protector que no se de donde aflora me obliga a enroscarme más sobre mi misma.

-¿Como está hoy?-. Distingo la voz de Mc Carthy.

-Como la vez, igual que los demás días-. La voz de Dominic hace que mi corazón se acelere y por más que quiero dar media vuelta y mirarlo, algo dentro de mi me lo impide y me obliga a permanecer en mi lugar.

Puedo sentir su dolor. Es un dolor indescriptible que parece carcomerlo por dentro. <<¿Porque estas así mi lobo?, ¿que te tiene tan afligido?>>.

-Es que aún no lo entiendo-. Interviene Sheyla. Saber que está bien es un alivio tremendo para mi. Ella era la loba tricolor que apoyó al lobo cenizo cuando el natural quiso entrar a ayudarle a Marcus. -¿Porque su transformación no es como la de nosotros?, ¿como es que no está revolcándose del dolor a pesar de que cada vez que la veo hay algo más de lobo en ella?-.

Muy buena pregunta. Hubiera jurado que para este momento lo único que tendría es el dolor de mis huesos fracturándose y la sensación de mis costillas comprimiendo mis pulmones.

-No lo se Sheyla-. Le responde el doctor. -Ya sabes que con Hilary nada ha sido lo usual, todo con ella es diferente, siempre ha sido diferente-.

-¿Podrías intentar revisarla, ver que esté bien?-. Le pide Dominic. A pesar de todo su dolor él está realmente preocupado por mi.

-Podría intentarlo, pero sabes lo que va a pasar, ¿verdad?-. Inquiere Gregori Mc Carthy.

Nadie dice nada y lo siguiente que siento son unos pasos acercándose. Un olor penetra mis fosas nasales y, aunque no pueda ver nada, si que puedo distinguirlo, lo he olido antes, es el olor de Mc Carthy. Un gruñido brota de mi garganta sin que pueda evitarlo y los pasos se detienen.

-¿Lo ves?, ella no va a permitir que me acerque-. El doc resopla.

-Solo permite que Dom esté con ella-. Lo secunda Sheyla. -Es como sino nos reconociera a los demás-.

Pero si los reconozco, solo que el animal dentro de mi es algo protector.

-¿Al menos ha comido?-. Cuestiona Mc Carthy.

-Si, su apetito es voraz-. Dice Dominic.

Recuerdo haber probado la comida, pero no como él lo dice, no de manera exagerada.

-Creo que va a estar bien. Su transformación es bastante inusual y acelerada. Mira todo lo que ha sucedido en dos meses, creo que dentro de poco va a terminar-.

Lo que dice el doc me deja aterrada. ¿Dos meses?, ¿he estado así por dos meses?. Yo lo he sentido como horas. Aunque claro, lo que él dice es verdad, a la mayoría de ellos le tomó años el convertirse. ¿Como es que yo he podido pasarlo sin dolor alguno y tan rápido?.

-Vamos, dejémosla a solas-. Propone Dominic y quisiera poder hablar para decirle que no se vaya, que se quede conmigo. -En un rato regreso a estarme con ella y a traerle comida-.

Esas palabras me tranquilizan y de nuevo me sumerjo en la bruma que me envuelve como un capullo.

Puedo sentirlo acercándose, su olor es como una droga para mi, una droga que hace que cada célula de mi cuerpo vibre necesitándolo más, más cerca, por más tiempo. La tibieza de su cuerpo me envuelve desde atrás y por poco ronroneo de placer; sin embargo, cuando su brazo rodea mi cintura algo dentro de mi hace que la aparte y un sonido de advertencia brota desde el interior de mi garganta.

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