Capitulo 14

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-Separa las piernas-. Sheyla ha empezado a perder la paciencia conmigo. En mi defensa debo decir que jamás he disparado un arma. -Sino flexionas las rodillas la fuerza del disparo te arrojará al suelo-. Repite hastiada.

Llevamos cerca de dos horas practicando tiro al blanco con balas de goma y estoy muy lejos de atinarle a la diana.

-Esto es muy difícil, ¿porque no lo entiendes?-. Reviro cansada de que me regañe.

-Es que no te esfuerzas-. Contesta desde el suelo. Hace más de media hora que está recostada sobre la madera lustrosa mirando al techo.

De repente la puerta se abre y ambas giramos la cabeza para ver de quien se trata. Ahí, de pie en el umbral de la puerta, está Dominic. La camiseta ajustada de color azul rey y el jean indigo que trae puestos hace que sus ojos verdes resalten. La ropa que siempre usa es ajustada, lo necesario para resaltar su perfecta figura masculina sin resultar molesto a la vista. Tiene el cabello ligeramente alborotado. Esos mechones azabache hacen que te den ganas de pasar los dedos entre ellos.

-A ver-. Dice adentrándose al salón. Camina unos cuantos pasos hasta la pared de la izquierda y recuesta sus hombros en ella con los brazos cruzados al pecho.

Mis nervios se alborotan. Si no había podido darle a la diana a solas con Sheyla, ¿que probabilidad tengo ahora que mis manos tiemblan?.

Me concentro, respiro profundo, cuadro mis hombros como me indicó Sheyla previamente, dejo mis piernas separadas y recargo mi peso en las rodillas. Finalmente levanto los brazos con el arma tomada con las dos manos, apunto al diagrama del licántropo y disparo.

No estuve ni cerca.

Volteo a ver a Dominic y está sonriendo, pero no es con burla, es su estúpida sonrisa sexy que me revuelve las tripas.

-Déjame ayudarte-. Camina hacia mi y con cada paso que da mi ritmo cardiaco aumenta considerablemente.

<<¡Ya contrólate!>>. Me ordeno mentalmente.

Dominic se hace tras de mi, demasiado cerca, tanto que empiezo a respirar aceleradamente.

-Ummm... pongamos este pie por aquí-. Con ayuda de su pie desliza mi pie derecho un poco hacia atrás. -Y estás doblando demasiado las rodillas, enderézate un poco-. Cuando lo hago mi cabeza sube un poco y la suya se ladea hasta quedar junto a la mía.

<<Donde sigas así te va a dar un paro cardíaco>>. Me advierte la voz de mi conciencia.

-Sube los brazos-. Su aliento roza la piel de mi mejilla y hace que contenga el aliento.

-¡Ufff!, ¿la temperatura aumentó algunos grados o es que se ha averiado el aire acondicionado?-. Bromea Sheyla pero ambos la ignoramos.

Y sin previo aviso su mano se desliza sobre la tela de mi camisa a la altura de mi abdomen.

-Eso es, no respires-.

<<Deje de respirar hace rato>>.

Sus manos toman las mias.

-Imagina que esa es la persona que más te molesta en el mundo-. Murmura pero su boca está tan cerca de mi oído que lo escucho a la perfección. Extrañamente la imagen que imagino frente a mi no es la de Marcus Tremblay ni la de Jaz, sino la de Anai. -Apunta-. Me indica y me esfuerzo por hacer lo que me pide, intentando ignorar sin mucho éxito el hecho de que siento su pecho adherido a mi espalda. -Y dispara-.

Hago lo que me indica y, para mi sorpresa, he atinado, por poco y le doy en el centro.

-¡Si!-. Mi grito entusiasta va seguido de un salto dando media vuelta para caer sobre mis dos pies muy, muy cerquita de Dominic.

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