-Separa las piernas-. Sheyla ha empezado a perder la paciencia conmigo. En mi defensa debo decir que jamás he disparado un arma. -Sino flexionas las rodillas la fuerza del disparo te arrojará al suelo-. Repite hastiada.
Llevamos cerca de dos horas practicando tiro al blanco con balas de goma y estoy muy lejos de atinarle a la diana.
-Esto es muy difícil, ¿porque no lo entiendes?-. Reviro cansada de que me regañe.
-Es que no te esfuerzas-. Contesta desde el suelo. Hace más de media hora que está recostada sobre la madera lustrosa mirando al techo.
De repente la puerta se abre y ambas giramos la cabeza para ver de quien se trata. Ahí, de pie en el umbral de la puerta, está Dominic. La camiseta ajustada de color azul rey y el jean indigo que trae puestos hace que sus ojos verdes resalten. La ropa que siempre usa es ajustada, lo necesario para resaltar su perfecta figura masculina sin resultar molesto a la vista. Tiene el cabello ligeramente alborotado. Esos mechones azabache hacen que te den ganas de pasar los dedos entre ellos.
-A ver-. Dice adentrándose al salón. Camina unos cuantos pasos hasta la pared de la izquierda y recuesta sus hombros en ella con los brazos cruzados al pecho.
Mis nervios se alborotan. Si no había podido darle a la diana a solas con Sheyla, ¿que probabilidad tengo ahora que mis manos tiemblan?.
Me concentro, respiro profundo, cuadro mis hombros como me indicó Sheyla previamente, dejo mis piernas separadas y recargo mi peso en las rodillas. Finalmente levanto los brazos con el arma tomada con las dos manos, apunto al diagrama del licántropo y disparo.
No estuve ni cerca.
Volteo a ver a Dominic y está sonriendo, pero no es con burla, es su estúpida sonrisa sexy que me revuelve las tripas.
-Déjame ayudarte-. Camina hacia mi y con cada paso que da mi ritmo cardiaco aumenta considerablemente.
<<¡Ya contrólate!>>. Me ordeno mentalmente.
Dominic se hace tras de mi, demasiado cerca, tanto que empiezo a respirar aceleradamente.
-Ummm... pongamos este pie por aquí-. Con ayuda de su pie desliza mi pie derecho un poco hacia atrás. -Y estás doblando demasiado las rodillas, enderézate un poco-. Cuando lo hago mi cabeza sube un poco y la suya se ladea hasta quedar junto a la mía.
<<Donde sigas así te va a dar un paro cardíaco>>. Me advierte la voz de mi conciencia.
-Sube los brazos-. Su aliento roza la piel de mi mejilla y hace que contenga el aliento.
-¡Ufff!, ¿la temperatura aumentó algunos grados o es que se ha averiado el aire acondicionado?-. Bromea Sheyla pero ambos la ignoramos.
Y sin previo aviso su mano se desliza sobre la tela de mi camisa a la altura de mi abdomen.
-Eso es, no respires-.
<<Deje de respirar hace rato>>.
Sus manos toman las mias.
-Imagina que esa es la persona que más te molesta en el mundo-. Murmura pero su boca está tan cerca de mi oído que lo escucho a la perfección. Extrañamente la imagen que imagino frente a mi no es la de Marcus Tremblay ni la de Jaz, sino la de Anai. -Apunta-. Me indica y me esfuerzo por hacer lo que me pide, intentando ignorar sin mucho éxito el hecho de que siento su pecho adherido a mi espalda. -Y dispara-.
Hago lo que me indica y, para mi sorpresa, he atinado, por poco y le doy en el centro.
-¡Si!-. Mi grito entusiasta va seguido de un salto dando media vuelta para caer sobre mis dos pies muy, muy cerquita de Dominic.
ESTÁS LEYENDO
LICANTROPIA La Revelación
WerewolfHilary lleva la vida de una humana corriente, intentando no dejar caer el taller de autos que le ha dejado su padre al morir. Al haber perdido a su madre cuando nació y ahora a su padre, se encuentra completamente sola y ese vacío interior se hace m...