Capitulo 2

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Sábado, 5:45 pm.

-¿Quieres calmarte de una buena vez?-. Jaz se escucha hastiado.

Y con toda la razón. Llevo cuarenta y cinco minutos caminando de un lado al otro del patio del taller, mirando de hito en hito a mi bestia. Si, mi bestia, porque yo la renací, la mejore, la hice invencible.

-¿Donde mierda está ese tal Marcus?-. Digo entre dientes. Estoy ansiosa porque vea a mi bebé, a mi bestia.

Este auto le pateará las bolas al que sea. Apuesto mis ovarios en ello.

-Dijo que estaría aquí a las seis en punto y él es más puntual que un reloj suizo-. Enarco la mirada hacia mi amigo.

-Creí que habías dicho que apenas si lo conocías-. Digo mordaz. Jaz sabe que odio que me mientan o me engañen.

Lo veo revolverse con el trasero apoyado en el capo de un viejo Corolla que dejaron para reparar el motor.

-No lo conozco Hil-. Algo en su voz no termina de convencerme.

Conozco a Jaz hace exactamente tres años cuando vino a pedir trabajo y demostró ser hábil con los carros, y un amigo leal. Por su bien espero que no me esté engañando.

Abro la boca pero la vuelvo a cerrar cuando el "bip, bip, bip" de la reversa de lo que suena como un gran camión se escucha tras la cortina metálica de la entrada del taller.

Llego el momento.

Le hago una señal a Tyler para que suba la cortina y el cajón de un camión asoma dando reversa hasta quedar medio cuerpo en el interior del patio del taller. Cuando la puerta se abre hay tres hombres con el porte de Jaz ahí dentro. Juraría que se inyectan esteroides para tener los músculos así de inflados. Uno de ellos es de piel oscura y tiene una mirada que amedrentaría a cualquiera.

Los tres hombres bajan del camión y tras ellos baja Marcus Tremblay.

-Señorita Somers-. Me saluda formal pero no le quita la mirada a la bestia.

-Tremblay-. Digo a manera de saludo y le hago una seña a los chicos para que abran las puertas y el capo del Maserati. -Sígame-. Empiezo a caminar hacia el auto y doy una mirada por encima del hombro para asegurarme que "don me creo el dueño del mundo" venga tras de mi.

Rápidamente le explicó las modificaciones que hicimos y le muestro en mi celular un vídeo de la última prueba que hicimos la noche anterior. En una esquina de la pantalla aparece una toma del tablero que muestra una velocidad inmejorable.

-Excelente-. Dice cuando acabo de explicarle todo.

<<¿Excelente?. Maldito engreído de mierda. Excelente no, perfección es lo que transpira esta bestia>>.

-Bien, aquí están sus llaves-. Le ofrezco el llavero de la misma forma que él lo hizo conmigo cuando trajo el Maserati cinco días atras. -Solo espero que su conductor sea un experto-.

Marcus Tremblay niega con la cabeza mirándome a los ojos.

-Necesito que usted lo conduzca para mi-. Afirma sin un deje de preocupación.

<<¿Que?>>.

Mis neuronas se hicieron papilla. No puede estar hablando en serio.

Bajo la mano lentamente intentando no mostrar lo muy alterada que estoy por dentro.

-Señor Tremblay, yo no corro para nadie-. Me esfuerzo por que mi voz no tiemble.

Cuando corría lo hacía por gusto, para mi. Nunca le rendí cuentas a nadie, ni siquiera a mi padre.

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