Capitulo 44

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La sangre acumulada en mi boca me hace escupir y muy a mi pesar el botón plástico de color negro que me dio Sheyla en el búnker cae junto con la sangre al suelo.

Espero que eso no haya sido importante porque de lo contrario estaré en más aprietos de los que ya estoy.

Levanto la cabeza dispuesta a mantener el poco orgullo que me queda y apenas lo hago se escucha un revuelo fuera de la habitación. Enseguida uno de los lacayos de Marcus entra casi que corriendo por la misma puerta por la que minutos antes se llevaron a Anai.

-Jefe ya están aquí-. Anuncia dando media vuelta para regresar sobre sus pasos.

Esa afirmación me produce una sensación de alivio y a su vez de ansiedad, porque pelear contra naturales no es lo mismo que hacerlo contra transformados. Los naturales son tan fuertes que se requiere un puñado de los nuestros para vencer a sólo uno de ellos.

-¿Tan pronto?-. Marcus gruñe molesto. Voltea a mirarme con suspicacia y enseguida su mirada recae en el pequeño charco de sangre a mis pies. El botón negro esta en medio de la sangre que escupí. -Maldita!-. Ladra frente a mi, haciéndome dar un respingo. -Los trajiste antes que pudiera prepararlo todo, pero eso no los va a salvar-.

Ahí lo comprendo. El botón debía ser algún tipo de rastreador y por eso me encontraron tan pronto.

El rostro de Marcus se contorsiona frente a mi. Su frente se estrecha al igual que sus pómulos, los huesos de su cara parecen desconfigurarse para después proyectarse y un largo hocico toma el lugar que antes ocupaban su boca y nariz. El sonido de las costuras de su ropa cediendo ante los músculos que se hinchan y los gruñidos que emite cuando esto sucede me hacen pegar la espalda contra el espaldar frío de la silla sin tener otro lugar al que ir. Sus prendas van desgarrándose lentamente mientras la piel se va llenando de un tupido pelaje gris claro con algunas manchas cafés de varias tonalidades. Incluso logro escuchar el crujido de sus huesos al dejar de ser brazos y piernas para convertirse en patas delanteras y traseras. El proceso parece doloroso a simple vista. Cuando la ropa cae al suelo hecha jirones, tengo ante mi un enorme lobo que gruñe mientras me enseña sus colmillos.

Sería una mentirosa si dijera que no asusta, la verdad es que estoy petrificada de miedo.

De un salto Marcus avanza hasta la mitad de la habitación y después corre hacia la puerta que han dejado abierta. Cuando pasa el umbral yo empiezo a forcejear con las cuerdas que me atan las manos, intentando aflojarlas un poco para liberarme, pero ver el cuerpo hecho lobo de Marcus volando a través de la puerta de regreso a la habitación me detiene en mi labor. Marcus cae al suelo y se arrastra por la velocidad que lleva hasta chocar contra la pared del costado contrario.

Tras Marcus entran varios lobos más pequeños que él, acompañados por tres licántropos a media transformación. Mis ojos se abren como platos al reconocer a uno de ellos, es George. George, que se encuentra en proceso de transformación, algo que puede durar años. No puedo creer que Dominic haya sacado a estos licántropos que son prácticamente incontrolables.

Los tres licántropos a media transformación se acercan a Marcus, rodeándolo y empezando a luchar con el. Hay gruñidos, mordidas, zarpazos, todo bajo mi atenta mirada horrorizada. Marcus muerde en un brazo a uno de los tres licántropos medio transformados, desgarrando su carne y haciendo brotar un chorro de sangre. El herido aúlla pero sigue combatiendo.

Estoy prácticamente en shock.

-¡Dom, sácala de aquí!-. Una voz conocida hace que dirija mi mirada horrorizada hacia la puerta.

Es Mike, que entra junto a Dominic, ambos en forma humana. El alivio que siento se mezcla con la desesperación por querer arrancarme las ataduras y salir a su encuentro. Con el movimiento la piel bajo las sogas que mantienen atadas mis muñecas arde. Dominic corre hacia mi y se arrodilla en el suelo cuando lo tengo en frente.

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