Capitulo 25

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-¡Wow!, ¿que fue lo que pasó aquí?-. Escucho la voz de Sheyla a mi espalda y me apresuro a limpiar mis mejillas con el dorso de mis manos en un movimiento nada delicado.

Me levanto del suelo aún de espaldas a ella queriendo evitar que me vea así, frágil, porque esta no soy yo, yo no lloro por ningún hombre, yo no permito que nadie me altere de esta manera, pero desde que ellos aparecieron en mi vida, parece que ya nada es como solía ser.

-¿Hilary?-. La escucho más cerca y, dejando de dilatar lo inevitable, doy media vuelta para que me vea de una vez por todas, así, hecha una mierda. -Carajo-. Musita. -Esto tiene que ver con Dominic, ¿no es así?, porque déjame decirte que él no está mucho mejor, de hecho...-.

-¿Podrías dejar de hablarme de él?-. Le interrumpo y ella cierra la boca mirándome sin ninguna expresión en particular.

-Porque no te tomas el resto del día libre-. Sugiere y en un principio creo que es una mala idea, pero cuando me dice que me vaya a dormir termino por aceptar.

De camino hacia la habitación ruego internamente por no cruzarme con Dominic y voy a paso veloz con la cabeza agachada para evitar que todos me vean hecha una piltrafa humana.

Al cerrar la puerta de mi habitación al fin puedo respirar con más calma y de inmediato me lanzo sobre la cama abrazando mi almohada, y cierro los ojos porque se que durmiendo puedo apaciguar toda esa marea de sensaciones que tengo atrapadas entre pecho y espalda.

El golpeteo en la pared y todos los sonidos de la actividad sexual de mis vecinos son los que terminan por despertarme y hacerme saber que por segunda vez desde que estoy aquí, en esta guarida de licántropos, he dormido por más horas de las que creí posibles. Se que es de madrugada porque los licántropos no vuelven a sus habitaciones hasta bien entrada la noche.

Intento sentarme en la cama pero el cuerpo me pesa toneladas y escasamente puedo mover mi brazo hasta llevarme la mano a la garganta porque la siento seca, como sino hubiera bebido agua en días. Mi piel se siente caliente y pegajosa a causa del sudor, y siento la cabeza palpitándome como si mi corazón hubiera migrado ahí dentro.

No puedo volver a dormir y, extrañamente, pese a que no tome ni el desayuno del día anterior, no tengo hambre. Como tampoco puedo moverme mucho, porque me ha empezado a doler hasta la raíz del cabello, me quedó estática mirando al techo hasta que la alarma suena. Vuelvo a intentar ponerme de pie pero me cuesta esta vida, la otra y la que sigue y, cuando estoy de pie, mis rodillas flaquean y termino en el suelo, cayendo sobre mi estómago y dándome un buen golpe en la mejilla izquierda. <<Auch>>.

Después de eso no puedo volver a ponerme de pie y termino por arrastrarme hasta casi llegar a la puerta. No tengo idea de que me esta pasando pero no necesito ser un genio para saber que estoy realmente enferma.

Dos toques en la puerta me hacen intentar ir ahí así sea a rastras, pero no puedo, no tengo energía.

-Hilary, he estado esperándote más de diez minutos, no seas perezosa y párate ya-. Es la voz de Sheyla.

-Shey...-. Jadeo. Mi garganta arde.

-¿Hilary?. ¿Estas bien?-.

-N-no-. Musito tan bajo que por un momento pienso que no me escucho, pero lo siguiente que se oye es como patea la puerta y esta se azota contra la pared.

-Oh por Dios, Hilary-. Sheyla corre y se agacha junto a mi. -Que te su...-. Pone su mano en mi frente. -Uh, estás ardiendo-. No se como lo hace pero me toma en sus brazos con una facilidad impresionante y me deja tendida sobre la cama. -Voy por Mc Carthy, ya regreso-.

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