Capitulo 16

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Dominic me atrapa. No puedo describir la sensación de alivio que me causa estar en una sola pieza.

En ese momento el sonido de un vidrio rompiéndose lo hace dar media vuelta conmigo aún en sus brazos y ambos vemos con horror como un lobo de pelaje castaño atraviesa la ventana exterior cayendo casi que a nuestros pies. El animal se levanta y sacude la cabeza justo cuando otro lobo, uno gris con mechones negros salta atravesando el marco de la ventana y cae sobre los vidrios rotos en posición de ataque, sin siquiera amedrentarse por las heridas en sus patas, que empiezan a sangrar de inmediato por los trozos de vidrio que se clavan en sus almohadillas.

-Tenemos que irnos-. Dominic me deja en el suelo sobre mis dos pies, me toma de la muñeca y juntos corremos hacia la motocicleta tendida en el suelo.

No puedo evitar dar un vistazo hacia atrás para ver como los dos lobos se enfrentan en una batalla que incluye dientes y garras.

Dominic levanta la moto y la enciende, subiendo a ella de inmediato.

-Vamos-. Dice ansioso.

Me subo a la parte trasera y me aferro con ambas manos a su abdomen de hierro, agarrando la tela de su camiseta con los puños y metiendo mi rostro entre sus escápulas.

Nos alejamos a toda velocidad del taller, dirigiéndonos al punto de encuentro. Un lugar acordado por todos en caso de que las cosas salieran mal, como evidentemente sucedió.

El punto de encuentro es una edificación en ruinas a las afueras de la ciudad. Cuando llegamos damos una vuelta alrededor de lo que no es más que escombros con algunas columnas que aún se resisten al paso del tiempo y el inclemente clima, permaneciendo de pie, para darnos cuenta que somos los primeros en llegar.

-¡Maldición!-. Exclama Dominic en voz alta haciendo que de un respingo.

Dominic detiene la motocicleta en un área desprovista de escombros y sin que me lo pida bajo del vehículo de dos ruedas. El también baja de la moto pero salta a la vista que está furioso. Se aleja unos cuantos pasos hacia los restos del edificio y lanza una maldición seguida de un grito frustrado, al tiempo que su puño y antebrazo golpean de forma lateral un trozo de pared que aún queda en pie, pero que se viene abajo con el golpe.

Tomo nota mental de nunca hacer enojar a Dominic.

-¡Demonios!, yo debí estar con ellos-. Su voz, pese a mostrar la furia que siente, también se escucha dolida. Al menos yo puedo sentirlo así.

Me acerco despacio.

-Dom, regresa, yo puedo quedarme aquí y...-. La frase se corta cuando da un súbito giro y de repente sus manos están en mis mejillas.

-¿No lo entiendes?-. Puedo ver el sufrimiento dibujado en sus perfectas facciones. -No puedo-. Dice con angustia. -No puedo dejarte aquí sola, si te pasa algo yo...-. Cierra los ojos con fuerza mientras niega con su cabeza.

Ahí mando todo al diablo. Dominic es un licántropo, uno mitad natural mitad transformando, un ser único del cual desconozco casi todo, pero que también me ha demostrado que de alguna manera soy importante para él, me ha abierto parte de su mundo aún sin conocerme, no me juzgo cuando por mi culpa casi lo matan y se ha dedicado a protegerme, a su manera, pero lo hace. Así que, al diablo.

Con el aún con los ojos cerrados llevo mis manos a su nuca y tiro de esta intentando que incline un poco la cabeza al tiempo que me pongo en puntas de pies y apoyo mis labios en los suyos. Su respiración, antes acelerada y errática producto de los sentimientos encontrados, se corta de tajo.

Uno, dos, tres segundos pasan esperando una respuesta de su parte y Dominic no se mueve, no respira. Sus manos aún a ambos lados de mi cabeza pierden fuerza, siento como milímetro a milímetro se van deslizando junto con mechones de mi cabello.

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