Cuando te roban tu caramelo, pero decides dejárselo

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Violet 

Cuando salgo de quirófano, tomo los papeles por inercia, pero al recordar que gane la carrera se los entrego a Victor.

— Todos tuyos gran jefe

— ¿Gran jefe? – pregunta confundido.

— Si, Nathan es el jefe y ya que tu eres su jefe eres el gran jefe.

Al escuchar eso, sonríe.

— Ok, me gusta como suena

Miro mi teléfono, miro la hora y veo que estoy por comenzar mi turno.

— Tengo que irme y aun no nos ponemos al día

— Lo siento es mi culpa - dice un poco avergonzado

— Lo es, me bombardeaste con preguntas una y otra vez en el quirófano

— Algunas cosas nunca cambian.

— Si, bueno, esta vez no tuve a Katrina ahí para ayudarme ¿Por cierto como esta ella?

Katrina es la esposa de Víctor, excelente amiga, una gran cirujana y una maestra extraordinaria. Cuando pronuncio su nombre los ojos de Víctor se entristecen.

— ¿ya no están juntos? – pregunto incrédula

— Hay muchas cosas que contarnos – dice con un tono de voz un poco apagado mientras se encoge de hombros – ¿Qué te parece si quedamos esta noche y nos ponemos al día?

— Claro

De pronto mi teléfono comienza a sonar, es mi alarma para recordarme que si no me apresuro llegare tarde 

— Lo siento, tengo que irme

Comienzo a caminar hacia los elevadores cuando escucho a Victor llamándome.

— ¡¡Violet!!

Me giro y cuando lo hago, lo veo lanzarme algo pequeño, yo lo tomo al vuelo y cuando abro la mano veo un pequeño caramelo de cereza, no puedo evitar sonreír, él siempre me daba uno de esos dulces cuando contestaba sus preguntas correctamente o cuando terminaba un procedimiento de forma exitosa.

— ¿Aun lo llevas contigo?

— Hay cosas que cambian, otras no tanto – responde encogiéndose de hombros con una sonrisa – te llamare cuando tenga el lugar y la hora para nuestra cena

— Ok, estaré esperando.

Respondo y después me llevo el pequeño caramelo a la boca, hoy esta siendo un excelente día solo falta una cosa, pulso el botón del elevador y cuando las puertas se abren, no puedo evitar sonreír, mi día ha mejorado aún mas

— ¡Nathan! – digo mientras entro en el elevador.

— Hola extraña ¿como...

Pero no lo dejo terminar, sin previo aviso entro en el elevador y lo beso. Al principio Nathan parece sorprendido, pero enseguida se repone, coloca sus manos sobre mis caderas mientras yo entrelazo mis manos sobre su cuello. Cuando finalmente dejo de besarlo solo digo.

— Buen día jefe.

Nathan no deja de sonreír, de pronto lo veo elevar una ceja y decir.

— ¿Qué es esto? ¿Cereza?

— ¡Eso es mío! – y tras decirlo vuelvo a besarlo

Está vez la espalda de Nathan choca contra el fondo del elevador, después siento como las manos de Nathan recorren mi cuerpo y sin pensarlo demasiado despego mis pies del suelo y coloco mis piernas en torno a Nathan. Si alguien no me detiene no se que va a pasar.

Finalmente me separo de Nathan, ambos tenemos la respiración entrecortada, él me mira sorprendido y solo dice.

— ¿Qué ha sido eso?

— Solo... el beso de los buenos días – respondo sonriente - Y el segundo fue para recuperar mi caramelo. 

Respondo mientras coloco el pequeño dulce entre los dientes y se lo muestro a Nathan. Cuando termino de decir eso, el elevador se detiene, al fin llegamos a la planta baja, Ha sido una suerte que nadie solicitara el elevador. Yo salgo del elevador, pero veo que Nathan permanece ahí.

— ¿No vienes jefe?

— No, de hecho, fui a la planta de cirugía por que tengo una junta con el nuevo Jefe.

— ¿No subiste a buscarme? - pregunto un poco decepcionada 

— No, pero me alegra haberte encontrado. Ahora soportare mucho mejor esta reunión.

— En ese caso...

Me acerco rápido a él, el beso esta vez es mas lento y un poco mas corto, pero eso no importa. Cuando me alejo solo digo.

— Puedes quedarte con el dulce, lo necesitaras mas que yo.

Nathan solamente sonríe

— Te veo luego jefe.

Y tras decir aquello las puertas del elevador se cierran. 

Las mil y un cosas que no te dijeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora