Un movimiento en la cama hace que me despierte, parpadeo y miro alrededor. ¡Maldita sea me he dormido!, salgo con sigilo de ella, recojo mi ropa que está tirada por el suelo y mis zapatos de tacón y antes de abandonar la habitación observo durante unos segundos la estupenda espalda desnuda del hombre que dormía a mi lado. Sonrío satisfecha y me apresuro a salir y vestirme en el pasillo.
Conduzco por las calles, a esta hora casi vacías de San Francisco, disfrutando de la suave brisa de la primavera californiana.
Aparco frente a la estupenda casa de estilo victoriano perteneciente a mi querida amiga Beatriz a la que cariñosamente llamamos Trys y su hermano Tom. Cuando su tía abuela se la dejó en herencia a ambos, ante la imposibilidad de mantenerla se vieron obligados a alquilar las tres habitaciones restantes de las cinco que posee. Así que aquí vivimos como si fuéramos una gran familia, Trys, Tom, June, Ricco y yo.
Entro con cuidado de no despertar a nadie. Miro hacia el enorme salón que llega hasta la cocina y que ocupa prácticamente toda la planta inferior y me sorprendo al ver a Trys sentada en uno de los taburetes de la encimera frente a una humeante taza de lo que supongo será uno de los extraños tés que tanto le gusta tomar.
-¡Trys…¿qué haces levantada?- miro el reloj de mi muñeca- son más de las dos de la madrugada- ella me mira con sus redondos ojillos azules.
-¡Al fin llegas Kala!- dice con voz preocupada- hoy es la segunda noche- añade refiriéndose al hecho de que jamás paso más de una noche seguida con un hombre por mucho que mantenga con él una relación ligeramente estable como es el caso de Erik.
-Sabes que soy fiel a mis principios, Trys, ¿no me digas que estabas preocupada?- digo acercándome a ella.
-Es muy tarde, si fueras June no me extrañaría que te quedases a dormir con alguien, pero tú…
Sonrío encantada, Trys es la típica amiga que siempre está ahí, nos conocemos desde hace unos quince años, cuando ella y Tom empezaron a venir a pasar los veranos a San Francisco desde su Iowa natal. Su familia tiene una pequeña granja en un pueblecito y Trys era la típica muchachita sureña inocentona y encantadora, llena de buenos y fieles sentimientos. La adoro y me encanta saber que aunque mi familia esté lejos cuento con su estupenda amistad.
-Es sólo que me quedé dormida, pero en cuanto me desperté salí corriendo.
Niega con la cabeza antes de hablar- no sé cómo eres capaz de hacer eso, si yo tuviera en la cama un hombre como ese me quedaría pegada a las sábanas de tal forma que no me sacarían de allí ni con agua caliente.
Su comentario me hace reír.
-Supongo que eso a ti no te preocupa, ¿verdad?, los tienes a patadas llamando a tu puerta…-dice arrugando la nariz.
-Trys, no empieces…
-Tener ese físico es lo que tiene...porque mírame a mí, nadie llama a mi puerta desde hace mucho…es más, ni siquiera rondan cerca de ella.
-¡Anda vamos a dormir y deja de decir tonterías!- la digo besándola en la mejilla e instándola a que me acompañe al piso de arriba y deje de entonar la eterna cantinela de quejas hacia su persona.
-Buenas noches- me dice abriendo la puerta de su habitación.
-Buenas noches Trys, que duermas bien.
-Algún día tienes que contarme qué tal te lo hace Erik- dice con una sonrisilla traviesa.
Suelto una carcajada, la miro fijamente y me muerdo el labio poniendo los ojos en blanco.
-¡Dios…quien lo pillara!- exclama y me dirijo a mi habitación aguantando la risa.
A la mañana siguiente el despertador suena temprano, me hago un poco la remolona pero a los diez minutos salgo disparada para el cuarto de baño, me doy una ducha y regreso a vestirme a mi cuarto. Bajo a la cocina y preparo café, al momento Trys baja a desayunar, ambas trabajamos en el bufete de psicología Norman Saft. Estudié psicología en Columbia y conseguí una entrevista para este bufete gracias a ella que es la secretaria personal de uno de los socios, el señor Maine. Llevo trabajando allí algo más de dos años y aunque todavía no me han asignado ningún caso serio reconozco que soy muy afortunada por trabajar en lo que me gusta y disfrutar con ello.
-Buenos días- me dice
-Buenos días- contesto con la boca llena de bollo de canela- ¡Mmm esto está de muerte!- comento y ella me lanza una mirada asesina mientras muerde un triste apio que acaba de sacar de la nevera, lo que me hace sentir culpable- ¿estás bien?
-¡Claro que no!, ¿cómo crees que me siento cuando yo me como esta mierda de apio para conseguir no parecer una mesa camilla y tú te zampas ese maravilloso y exquisito buñuelo de canela?
Termino de masticar y dejo el dichoso bollo en la bandeja de donde lo he cogido, se me acaban de quitar las ganas de seguir comiendo- ¡tú no estás gorda, Trys, deberías dejar de obsesionarte!
-Sí que estoy gorda, esta mañana me he mirado el culo y es…!enorme!- se me escapa una risa por su comentario exagerado pero ante su mirada reprobatoria toso y me contengo.
-Oye Trys, yo te veo estupenda y…
-¡Que me lo digas tú no me sirve!, ¡mírate, eres espectacular, con esa cara, esos ojos y ese cuerpo perfecto que mantienes fácilmente aunque te atiborres a bollos de canela!- es cierto que tengo la suerte de tener un metabolismo que me permite comer lo que quiera sin engordar, siempre he sido así y cuando desarrollé mi cuerpo se moldeó y desde entonces gozo de una estupenda figura que me permitió ejercer de modelo ocasional para pagarme la universidad. La primera vez que me ofrecieron trabajar como modelo tenía dieciséis años, entonces me resultó curioso y divertido pero más adelante dejó de interesarme posar ante una cámara vestida divinamente y pintada como una puerta. O medio desnuda como aquella vez, la única que posé para un catálogo de ropa interior y de la que me arrepentí casi al instante jurando no volverlo a hacer más, para pagar la matrícula del último curso. Todavía me sonrojo recordando como los chicos me sonreían lascivamente por los pasillos de la facultad.
-¿Alguien se ha levantado hoy de malas pulgas?…- digo burlona. Entonces ella estalla en un llanto inconsolable- ¡Trys!- me voy hasta ella preocupada- ¿qué pasa, cielo?
-Tú no lo entiendes Kala…eres tan perfecta…los hombres te adoran y comes bollos de canela…y yo…- sorbe con fuerza justo en el momento en que escuchamos voces en el rellano. Ambas miramos hacia allí y vemos a June vestida solo con una escueta batita de seda despedirse de un guapo hombre de uniforme. Cuando el tipo se marcha y quedan en verse esa noche en el aeropuerto se nos queda mirando.
-¡Buenos días!, ¿es piloto…a que es guapo?
Miro a Trys y ella empieza a gimotear de nuevo.
-¿Qué la pasa?- pregunta cogiendo un bollo de canela y pegándole un buen mordisco.
Trys estalla abrazando su triste apio- ¡ves, ella también!- y en el acto entiendo que se refiere la estupenda anatomía de June a la que en el instituto apodaban la bomboncito de chocolate aludiendo al hecho de ser afroamericana. June es azafata, siempre va impecable y tiene un éxito tremendo con los tíos a los que utiliza como si fueran kleenex, porque como dice ella, ¿si los tengo a montones porqué conformarme con uno solo?
-¿Yo también qué?
-Trys no se ha levantado muy contenta esta mañana, dice que está gorda…-contesto.
-¡Es que lo estoy!- grita como una posesa- mira mi culo enorme- dice entre lágrimas girándose un poco para que lo veamos- ¡y encima hace mucho que no me como un rosco…y vosotras no paráis…es muy injusto!
-¡Vamos…nena, no seas tonta!, tú estás estupenda y…si quieres al piloto te lo presto…
-¡Dejad de decirme que estoy estupenda vuestra opinión no me consuela!- vuelve a gritar entre sollozos- miro a June interrogante.
-Trys… ¿estás con la regla?- pregunta ella, Trys se calla de pronto y la mira sorbiendo los mocos, después asiente.
-¡Joder Trys que susto me has dado!- protesto pensando en cómo no se me había ocurrido antes si siempre que empieza con la regla se pone de un humor de perros - pensaba que te ocurría algo grave.
-¿Te parece poco grave?- vuelve a gimotear.
-¡Oh no, cuando se pone así no la aguanto!- June se va hacia la escalera por donde aparece Ricco con el pelo revuelto y cara de sueño.
Ricco es el típico saco de hormonas masculinas siempre en ebullición, desde que le conocimos en el instituto no ha dejado de pasar una oportunidad para intentar acostarse con June o conmigo o con las dos a la vez. Pero hasta el día de hoy no lo ha conseguido. Lo cierto es que es bastante guapo y resultón, pero nosotras no podemos evitar verle como un tío de veintisiete años con una adolescencia eterna.
-¿Qué pasa?, ¡algunos nos hemos acostado tarde!- protesta.
-Es Trys y su amiga la roja- contesta June irónica yéndose escaleras arriba.
-Escucha Trys, cariño, solo son tus hormonas que te están jugando una mala pasada- digo intentando consolarla, por enésima vez, pero ella vuelve a lloriquear como una niña emberrinchinada. Así que tiro la toalla y miro a Ricco pidiendo ayuda. Él pone los ojos en blanco pero se acerca a ella.
-¡Vamos Trys, bombón!- la ofrece sus brazos y ella se acurruca en ellos encantada.
-Dice que está gorda- le informo.
-¡Tú no estás gorda, mi niña!- en el acto Trys deja de lloriquear y le mira con ojitos de cordero degollado.
-¿En serio piensas eso?
-Pues claro, pastelito, tú estás estupenda- la veo sonreír como una boba y resoplo fastidiada, cinco años de carrera para ser psicóloga y no he sido capaz de consolarla y en cuestión de segundos llega Ricco y con un abrazo y unas palabras bonitas mi amiga se olvida de todos sus males- ¿Y qué es eso tan asqueroso que te estás comiendo?
-Apio- contesta ella.
-¡Pues nada de apio!- dice él quitándoselo de las manos con cara de asco- ¡ahora mismo te vas a comer un estupendo y jugoso bollito de canela!
-Pero me engordará el culo- protesta mimosa.
-Tu culo es estupendo- dice él sobándoselo con descaro- y si comes bollitos de canela será más mullido y apetecible todavía- veo como se lo estruja y le lanzo una mirada reprobatoria. Él me guiña un ojo y sonríe burlón.
-¿En serio te gusta mi culo?
Niego con la cabeza por el espectáculo que estoy presenciando y me encamino hacia el recibidor con la intención de subir a lavarme los dientes.
-¡Pues claro, bombón!
-¡A ti te gustan todos los culos!- grito desde la escalera.
-¿Celosa?- pregunta él socarrón.
Le ignoro y subo las escaleras. Al menos ha conseguido que deje de llorar.
Media hora más tarde salimos en mi coche camino del trabajo.
-¿Ya te encuentras mejor?- la pregunto.
Ella me mira y sonríe canturreando la canción de Brythney Spears que suena en la radio- ha sido una subida de estrógenos- Miro hacia la carretera mientras resoplo porque precisamente eso era lo que trataba de hacerla entender esta mañana- Ricco es un amor, ¿no crees?
-Sí claro…y te ha sobado el culo a conciencia.
-Sí, pero lo hace muy bien- según la escucho la miro y niego con la cabeza, al instante las dos reímos a carcajadas.
Según entramos en el edificio donde ambas trabajamos Trys se despide de mí y se marcha a recoger la prensa para su jefe. Yo me quedo esperando el ascensor cuando se acerca el señor Maine y su eterno protegido Eduard Fing. Como odio a ese tío, es un prepotente y me consta que siempre se lleva los mejores casos. Yo quiero una oportunidad de demostrar lo que valgo o lo que no valgo, pero después de más de dos años nunca llega.
-Buenos días- saludan.
-Buenos días- contesto.
Maine comenta algo sobre que el tráfico estaba imposible y Find contesta dándole la razón. Yo me limito a sonreír porque soy de la opinión de que es mejor sonreír que dar la razón cuando no se tiene nada interesante que decir.
Cuando las puertas se abren Maine me cede el paso caballeroso. Es el típico hombre guapo con un estupendo cuerpo y que indudablemente es consciente de ello. Su edad es todo un enigma que no le gusta desvelar. Yo calculo que andará por los cuarenta, tiene un maravilloso pelo castaño salpicado de mechas canosas que le hacen muy interesante, ojos verdes y una perilla perfectamente recortada que dibuja a la perfección el ángulo de su cara.
En la novena planta, donde se encuentra la zona de los pacientes VIP, Find se despide y se baja. Le dedico con un escueto movimiento de cabeza, me fastidia y le envidio a partes iguales porque él accede a casos dignos de la zona VIP y yo no. Según nos quedamos solos siento su aliento pegado a mi oreja- ¿por qué te fuiste anoche?
Sonrío pero no digo nada.
-No me gustó despertarme solo…tenía planes para el desayuno- insiste con voz sensual.
-Sabes que no me quedo más de una noche.
-No entiendo el porqué de esa actitud tuya.
-Si lo hiciera perderías el interés por mí- contesto.
-Te aseguro que no.
-Entonces sería yo la que perdería el interés por ti.
El ascensor se detiene en la planta doce y las puertas se abren.
-Adiós señor Maine, que tenga un buen día- le digo lanzándole una más que cálida sonrisa.
Me dirijo a mi consulta, miro el reloj y veo que quedan escasamente diez minutos para recibir a mi primera paciente del día, una rica divorciada que se niega a deshacerse de las botas de montar que su ex, que se la pegó con su rubia secretaria, se dejó olvidadas en la casa que antes compartían y que ahora solo disfruta ella.
Media hora después contengo un bostezo cuando salen a relucir nuevamente las dichosas botas. Estoy segura de que ha creado con ellas una especie de santuario que lo único que hace es recordala que ese capullo se burló de ella mientras se revolcaba con la rubia secretaria. Me muerdo la lengua sintiendo unas ganas enormes de gritarla que mande las puñeteras botas al carajo, se olvide del capullo de su ex que lo único que ha hecho es coronar su cabeza con una bonita cornamenta y que se lance a la vida, que se deje querer o simplemente que disfrute con un buen polvo que falta le hace. Pero claro, no puedo decírselo así. Así que me pongo en plan profesional.
-Margaret- la corto- creo que ya estás preparada para dar el gran paso.
Ella me mira sorprendida y yo me apresuro a aclarar- tienes que echar a tu exmarido de tu vida y darte la oportunidad de vivir y disfrutar…y hasta quien sabe…conocer a alguien y empezar de nuevo- la mujer me mira con cara de susto- no tengas miedo- insisto- estás preparada, llevamos casi un año de terapia…- la vocecita deslenguada que habita en mi cabeza grita harta de escucharla lloriquear mientras habla de las dichosas botas de montar. “! Deja de lloriquear como una nenaza y bájate las bragas de una vez!”. Sacudo la cabeza para acallarla.
-No sé si seré capaz…-dice y la veo como una niña perdida.
-Claro que lo serás- de nuevo me mira con ojillos asustados-lo harás despacio…primero tirarás a la basura una…verás cómo eres capaz de seguir respirando y al día siguiente tirarás la otra…entonces él habrá desaparecido de tu vida por completo- según lo digo pienso en los cinco años de carrera y el tiempo empleado en estudiar miles de temas para ahora verme obligada a decir esta sarta de chorradas.
Ella aparta la mirada, se queda pensativa y después se dirige a mí, ahora más resuelta.
-Lo haré, si usted dice que estoy preparada es que lo estoy, ¿verdad?
Sonrío satisfecha de que finalmente haya entrado en razón después de tantas sesiones- estoy completamente segura de ello- la digo y ella se levanta. Yo lo hago también, extrañada.
-Me voy y tiraré la primera bota ahora mismo según llegue a casa- dice resuelta.
-Estupendo, Margaret.
Ella me coge la mano y me la aprieta- muchas gracias señorita Duncan.
-De nada, y ánimo, tú puedes.
Cuando termino mi sesión voy a buscar a Trys a ver si me acompaña a tomar un café, con el numerito de esta mañana al final ambas nos hemos venido sin desayunar y el estómago me ruge.
Subo a la planta trece donde está el despacho de Erik Maine y por consiguiente la mesa de mi amiga. Cuando llego, Trys no está en ella, me siento a esperarla y mientras observo las fotos que adornan su mesa. La más grande es la de su familia, en ella aparecen sus padres y su hermano Tom. Tom es veterinario y aunque vive con nosotros casi nunca está. Pasa mucho tiempo fuera trabajando como veterinario en multitud de granjas. Dice que a él le van los animales grandes.
En otra foto aparecemos los cinco, en una de las barbacoas que tanto nos gusta hacer en el jardín trasero de la casa. Todos posamos sonrientes con una copa de vino en la mano.
Cuando escucho abrirse la puerta levanto la mirada y la veo salir del despacho de Maine.
-¡Maldita sea!- exclama al verme y me doy cuenta de que aún le dura el mal humor de esta mañana. Se acerca a mí y habla un poco más bajo para que el inquilino del despacho de al lado no pueda escucharla- ¡es muy injusto, tú te lo tiras y yo pago los platos rotos!
-¿Aún te dura la subida de hormonas?- pregunto burlona.
-¡Sí, y están a punto de salirme por las orejas!- se acerca a mí y me habla más bajito para que nadie pueda escucharlo- ¿te puedes creer que me ha pedido que le lleve un café?- la miro sorprendida, sé lo mucho que odia tener que hacer eso, lo encuentra denigrante, dice que ella no es una secretaria cualquiera y que eso no entra dentro de sus competencias. Y por otra parte me extraña que Erik se lo pida porque me consta que lo sabe e hizo instalar una cafetera en su despacho por ello.
-¡Pues sí que está cabreado!
-¡Sabes…pienso llevárselo!, ¡tendrá su puñetero café…pero le escupiré dentro!
-¡Trys!- exclamo- ¡no serás capaz!
Pero ella sin pararse a escucharme cruza la sala, entra en el office y al ratito vuelve con una humeante taza de café. Al llegar a su mesa se la acerca a la boca y yo la miro con cara de horror.
-¡Por esta vez no lo haré!- dice finalmente y yo respiro aliviada-¡pero solo porque tengo la esperanza de que algún día le dejes, se quede ciego y me eche un par de polvos!
-¿Se quede ciego?
-Sí, después de estar contigo tendría que estar ciego para estar conmigo.
Aguanto una risa- ¡no seas boba!- pero según se lo estoy diciendo me ignora y entra en el despacho a llevarle el café a Erik.
Cuando sale nos vamos al office, nos preparamos unos cafés y yo me quedo mirando la bandeja de los bollos, mis tripas protestan pero no me atrevo a comerme uno después de su reacción de esta mañana. Para mi sorpresa es ella la que se lanza a la bandeja y coge un donuts en cada mano. La miro levantando una ceja mientras ella le da un buen mordisco a uno de ellos.
-¡Vaya!... ¿y tu culo?
-Aquí no hay apios- dice con la boca llena- y además…a Ricco le encanta- abro la boca para decir algo pero ella me corta- con estos donuts solo se lo estoy haciendo más mullidito.
Niego con la cabeza mientras río y cojo uno.
Al día siguiente más de lo mismo, he tenido sesión con el señor Higgins que se lava las manos cada vez que toca algo y que acude a la consulta con guantes. Después otra de mis divorciadas que no termina de admitir que la vida sola es infinitamente mejor que con un marido que te pone los cuernos. Almuerzo con Trys, que por fin hoy está de su humor habitual y atiendo a mi tercer paciente, otra divorciada que se ha empeñado en operarse hasta las pestañas para parecerse a Beyoncee que era la diva a la que adoraba su exmarido con la esperanza de que vuelva con ella.
Antes de irme a casa paso por el despacho de Erik, hoy llevo la falda de tubo que tanto le gusta y quiero ver su cara cuando me vea.
Saludo a Trys y la pregunto si hay alguien con él. Ella sonríe maliciosa antes de contestar negando con la cabeza- ¡las hay con suerte!- me río por su comentario y antes de entrar me chista. Me giro y me dice en bajito-¡déjamele contento y le pido un aumento de sueldo!- suelto una carcajada y entro sin llamar.
Sus ojos verdes se fijan en mi falda según me ve entrar a la vez que se le dibuja una sonrisilla que me resulta muy sexy. Está hablando por teléfono así que me apoyo sobre su mesa y muevo el trasero juguetona. Me fijo en como abre la boca y al instante se despide de su interlocutor.
-Disculpa Find, luego te llamo- al escuchar el nombre de Find la vocecita de mi cabeza suelta un gritito victorioso “!jódete impresentable, me prefiere a mí!”
Cuelga y se me acerca con una sonrisa sensual, pasea sus manos por mi trasero y continúa por mi espalda apoyando su torso sobre ella. Después acaricia mis brazos y entrelaza sus manos con las mías sobre la mesa.
-Sabes que me vuelves loco…- susurra en mi oído y yo sonrío encantada- pero este no es el lugar…
-Cualquier lugar es bueno- ronroneo.
-No…- dice mordisqueándome la oreja lo que hace que un escalofrío me recorra la espalda-en mi casa…esta noche…-y para mi total decepción se incorpora y me da un azotito en el trasero.
Me incorporo fastidiada.
-¿No te resulta excitante hacerlo aquí?- le digo melosa acercando mis labios a los suyos.
-Podría entrar alguien…
-Eso lo hace más excitante todavía- le mordisqueo el labio y cierra los ojos disfrutando.
-Trys está ahí afuera…- insiste.
-Ella no entrará- contesto categórica, y al escucharlo abre los ojos y se separa.
-Kala.., esto ya es bastante difícil sabiendo que compartes piso con ella…
-Trys es una tumba, tranquilo- digo sabiendo que él quiere mantener lo nuestro en secreto, yo lo acepto porque tampoco me interesa que piensen que puedo aprovecharme de nuestra relación para conseguir los casos importantes. Aunque hasta el día de hoy, en mi carrera no ha habido ningún caso verdaderamente importante, pero él es el que los asigna y no quiero favoritismos. El día que lo consiga quiero que sea por mi trabajo, no por tirarme al jefe.
-Solo espero que no le cuentes nada de…
-¿De lo que hacemos en la cama?... ¿en el suelo?... ¿en la ducha?...- digo melosa acariciando su corbata.
-Sí, de todo eso…
Suelto una risilla burlona.
-En serio, Kala, si lo hicieras tendría que despedirla y Trys… me es… indispensable, es la mejor secretaria que he tenido nunca.
-¡Lo sé, tonto!- le doy un ligero besito de gnomo- yo tampoco haría nada que pudiera perjudicarla- después le miro burlona- a ella le encantaría saber que la aprecias tanto.
-Lo sabe, no hace falta que se lo diga.
-En ese caso no vuelvas a pedirla que te traiga café- me mira sorprendido- sabes que no le gusta, ella vale mucho…tú lo acabas de decir, así que no la rebajes a eso.
-Muy bien, no lo haré más.
Sonrío satisfecha por mi amiga y él se apresura a añadir- ¿por qué me da que estáis confabuladas contra mí?
-Para nada- le beso- ella también te adora- la vocecita de mi cabeza dice entre carcajadas “!ella también quiere que la eches un polvo!”- se me escapa una risita tonta y él me mira con sus preciosos ojos verdes- no me hagas caso.
Antes de marcharme me agarra de la mano- no te quites esa falda- me pide y yo sonrío sensual y me voy.
Por la noche después de cenar en su apartamento nos dejamos llevar por la lujuria, nos besamos enloquecidos y él tirando del mantel hace que todo caiga al suelo para después sentarme sobre la mesa y hacerme el amor allí mismo.
Cuando terminamos y todavía con los efectos del estupendo orgasmo que he tenido pienso en lo bueno que es el sexo con él. Sexo, porque eso es lo que hay entre nosotros, sin ataduras, sin sentimientos exagerados que lo puedan hacer doloroso, como a mí me gusta.
La vocecita de mi cabeza me devuelve a la realidad, “!tú no eras así, antes de lo de Luke, no!”, y reconozco que tiene razón, después de lo de Luke, blindé mi corazón. Me llevo la mano instintivamente hasta la cicatriz de mi cabeza que ahora tapa mi pelo. Esa que me recuerda aquel fatídico accidente y el hecho de que en él perdiera a mi primer amor, ese que nunca se olvida y que me dejó no solo esa cicatriz sino una más profunda en el corazón. Tardé más de seis meses en atreverme a salir de casa y casi un año en montar en un coche y poder conducir. Fue muy injusto que un borracho me arrebatara el amor de mi vida cuando éramos apenas unos críos de diecinueve años. Durante todo ese tiempo una persona fue vital para mí, la señorita Meyers, la psicóloga que no perdió la esperanza y pese a mi reticencia a seguir viviendo, luchó por mí y me sacó del pozo en el que me metí huyendo de la realidad.
Cuando fui capaz de asumir lo ocurrido y enterrar a Luke en lo más profundo de mi alma, empecé a vivir de nuevo y decidí que en el futuro yo también sería psicóloga y ayudaría a la gente a quitarse las cadenas que sus propias mentes les ponen a sus vidas. Y aquí estoy, diez años después, esperando la oportunidad de un caso importante, y mientras tanto, ayudando a mis divorciadas en apuros.

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Perdida en tu mente
ChickLitKalanie es joven, moderna y desinhibida. ¿Podrá enfrentarse a su primer caso importante dentro del bufete de psicólogos donde trabaja? ¿Quien psicoanaliza a quien? «¿por qué siempre tiene que sacar algo a cambio?, ¿por qué con él todo tiene que se...