CAPITULO 15

93 11 1
                                    

¿Qué por qué no le paré?, buena pregunta, me digo a mí misma. Suspiro antes de hablar- no soy yo quien tiene que pararte, sino tú mismo- me mira impasible- debes comprender que no está bien lo que haces- insisto intentando hacérselo entender, pero nada, no mueve ni un músculo que pueda darme una pista sobre lo que está pensando.


-¿Te gustó lo que viste, Kalanie?- me sorprende preguntando con esa voz grave que se me mete hasta el tuétano.


Resoplo fastidiada, está claro que no me está escuchando y que vuelve a ir por libre como suele hacer siempre que no le gusta lo que le digo.


-No, no me gusta que me acorralen en un ascensor y tener que presenciar ciertas...escenas- contesto.


-¿Y por qué no te giraste?- insiste y yo siento como me está acorralando otra vez aunque ahora no sea en un ascensor.


-No es de mi reacción de lo que debemos hablar ahora, sino de la tuya...me gustaría saber por qué me hiciste esa encerrona.


Me mira con una medio sonrisa burlona, antes de contestar- para no tenértelo que contar después.


-Es un detalle por tu parte- replico lo más sarcástica que puedo- pero la próxima vez puedes ahorrarte la clase práctica, gracias- vuelve a sonreír. Entonces una pregunta cruza por mi mente, dudo si hacerla pero finalmente decido que no me quiero quedar con las ganas de saber la respuesta- dime Dan... ¿en tu reto entraba el hecho de que yo fuera testigo directo?


Coge aire con fuerza y se pone más serio- se me ocurrió de repente...me pareció que podía ser interesante ver tu reacción.


"! Toma ya!", grita cabreada la vocecita de mi cabeza.


-Creí que tú eras el paciente y yo la terapeuta y no al revés- contesto sin esconder mi enfado por el hecho de hacerme sentir que soy yo la psicoanalizada.


-Eres muy imprevisible Kalanie y me sorprendió mucho tu reacción...


Le miro entrecerrando los ojos y él pone esa postura que me resulta tan amenazadora con los brazos apoyados en sus muslos.


-Cualquiera hubiese montado en cólera o simplemente se hubiese dado la vuelta para no presenciarlo- noto como las mejillas se me tiñen de rojo- en cambio tú...- de nuevo esa voz grave-no dejabas de observar lo que hacía... y yo diría que hasta te excitó.


-¡No me va el royo voyeur, gracias!- empiezo a decir indignada, él me mira impasible y eso me cabrea todavía más- ¡solo esperaba que reaccionaras y pararas por ti mismo y...!- noto como en mi voz se aprecia un matiz de desesperación por ser entendida y quitarle de la cabeza esa idea de que lo que presencié me excitó... aunque eso fuera lo que pasó en realidad- y...


-¿Y?- me insta para que siga, sin perder el aplomo.


-¡Y bueno...al final lo hiciste...paraste a tiempo!- digo finalmente.


Se echa hacia atrás más relajado mientras yo trato de no perder aún más la compostura.


-Paré solo porque estaba borracha- abro los ojos sorprendida al escucharle- me gusta que sean conscientes de lo que hacen y lo disfruten...


"!Tendrá cara el tío!"


-Estar sobria no significa necesariamente ser consciente de lo que se está haciendo- digo en defensa de la pobre Ratoncita.


-¿Eso lo dices por el espectáculo que has dado hoy en la piscina?- replica él y según le escucho me quedo como si me hubiera dado un sartenazo. ¡Este tío es insufrible!, ¿por qué tiene la capacidad de hacerme sentir como una cría descerebrada que ha hecho algo mal? Respiro hondo antes de mandarle a tomar por saco y decido retomar el mando de la sesión.

Perdida en tu menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora