CAPITULO 34

119 10 1
                                    

Conduce por la carretera de la costa, hasta una zona de bonitos acantilados hacia el norte. Más o menos una hora después toma un camino forestal que se introduce en un tupido bosque hasta llegar a una casa de madera blanca con el techo de pizarra negra. Cuando detiene el coche le miro interrogante, él no dice nada y se baja para abrirme la puerta.


-Ven conmigo- dice tendiéndome la mano, yo obedezco y como siempre que escucho esa frase salir de sus labios le sigo sin rechistar. Nos acercamos hasta un claro en el que puedo observar el mar a lo lejos en el horizonte. Una vez llegamos hasta él me quedo sin palabras. Estamos en lo alto de un risco, varios metros bajo nosotros se divisa una pequeña playa solitaria en un entrante de mar.


-¿No te parece el lugar ideal para perderse?- le escucho decir y entonces reacciono.


Le miro y sonrío.


-Me parece el lugar perfecto...siempre que tú estés conmigo- contesto.


Se acerca a mí por detrás y dibuja el arco de mi cuello con su nariz- eres sólo para mí, Kalanie... sólo mía cada minuto de los dos próximos días...- dejo escapar un suspiro.


Me agarra de la mano y tira de mí, regresamos al coche para coger nuestras cosas y entramos en la casa. Me fijo en la decoración de estilo marinero, la planta baja consta de una sola pieza con la cocina al fondo y un pequeño salón con salida a una extensión de césped sobre el acantilado. Unas escaleras de caracol dan acceso a un altillo con una habitación en tonos blancos y azules. La cama de matrimonio es un futón sobre el suelo y una puerta da acceso al cuarto de baño con una pequeña ventanita redonda en forma de ojo de buey como la de un barco. Pero lo más impresionante son las vistas de ambas estancias. En el baño, la bañera da a una pared acristalada sobre el mar y en el dormitorio parte del techo se une a la cristalera que da acceso a una pequeña terraza dejando ver el cielo sobre nuestras cabezas y el mar delante de nosotros.


-¡Esto es una maravilla!- exclamo señalando hacia arriba con la cabeza- ¿de quién es esta casa?


-La alquilé por internet. Lo que más me llamó la atención de ella fueron precisamente las vistas.


-Estoy totalmente de acuerdo- contesto con una sonrisa.


-Subiré el equipaje.


Mientras espero a que lo haga salgo a la pequeña terraza. Hacia abajo se ve la escarpada silueta del acantilado y la playa. Y al frente el eterno océano Pacífico que se pierde en el horizonte uniéndose al cielo del atardecer. Aspiro la brisa marina y lleno mis pulmones del aire puro y el olor a mar y a pinos.


Cuando le escucho en la habitación regreso a ella.


-Será mejor que saquemos nuestras cosas- me dice y yo asiento y empiezo a abrir mi trolley mientras veo que él hace lo propio con el suyo.


Al poco rato se me queda mirando- desnúdate- dice.


-¿Cómo?- pregunto extrañada.


-Que te desnudes- parpadeo sorprendida porque suena más a orden que a petición- me perteneces por entero todo el fin de semana, Kalanie...- me aclara, yo levanto una ceja- me lo gané a pulso, no sólo tuve que repetir todas las tonterías de esa estúpida novela delante de ti sino que además me vi obligado a comer esa especie de plástico nauseabundo que llamas pizza.


-¿Y vas a tomarte la revancha?


Se queda pensativo y veo como hace todo lo posible por aguantar la sonrisa- no lo había pensado así pero...yo diría que mi revancha te va a resultar muy placentera a ti...y más aún a mí.

Perdida en tu menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora