CAPITULO 44

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Sólo he dormido unas horas, leer los dosieres de los casos de Tessa me llevó más de lo esperado y en mi cabeza ahora se mezclan el cansancio y los cientos de datos que he tenido que digerir a marchas forzadas.


Dedico más tiempo de lo habitual a maquillarme para disimular las incipientes ojeras que hoy me acompañarán durante todo el día y bajo a desayunar. En la cocina me encuentro con June que se marcha a Buenos Aires. La saludo y me sirvo un café.


-¿Sabes que la semana pasada me encontré con Dan en el aeropuerto?- me atraganto de la sorpresa y ella me dedica una sonrisilla mientras me aclara que regresaba de Marsella.


-Y... ¿cómo estaba?


-¡Guapo a rabiar!- contesta y por unos segundos me permito envidiar a mi amiga que ha tenido el placer de disfrutar de esa estampa.


-¿Te...preguntó por mí?- pregunto haciéndome la distraída.


-No...-June me mira y levanta los hombros-sólo se limitó a ser correcto y educado.


Sonrío tratando de esconder la decepción que eso me produce- sí, así es él.


Me despido de ella y salgo camino del bufete bastante pegada de hora y para colmo está lloviendo. Conduzco lo más rápidamente que puedo entre el espeso tráfico de hora punta cuando me topo con un atasco.


Miro el reloj, sólo faltan quince minutos para mi primera sesión y no voy a llegar a tiempo, empiezo a ponerme nerviosa, ¡no puedo llegar tarde mi segundo día de trabajo!. Así que decidida tomo un itinerario alternativo, pero en la siguiente manzana me encuentra inmersa en otro atasco.


¡Maldita lluvia!. Toco el claxon para que se muevan los coches que entorpecen mi camino. Entonces me doy cuenta de que no debo dejar que los nervios puedan conmigo y cierro los ojos respirando hondo varias veces. Por fin tengo vía libre y callejeo lo más rápido que puedo mientras abro la carpeta donde tengo la planilla con mi horario. Con lo de los dosieres y las prisas no me di cuenta de echarle un vistazo y ahora no tengo ni idea de qué caso ni a qué sala tengo que ir. En el semáforo aprovecho y la echo un vistazo rápido. Sala VIP número cuatro.


¡Perfecto, llego tarde y encima es un VIP, deduzco que se trata de uno de los casos de Tessa ya que yo no cuento con mis VIPS propios. Eso consigue aumentar mi ansiedad por no llegar a tiempo.


Cuando por fin consigo aparcar de mala manera, cojo mi carpeta y mi bolso y salgo pitando hacia el interior del edificio. En el ascensor vuelvo a mirar el reloj. Ya llego cinco minutos tarde, resoplo fastidiada. Así que sin tiempo para pasar por mi mesa me dirijo directamente a la sala VIP número cuatro con la esperanza de que el atasco haya pillado a mi paciente y también llegue tarde.


Al llegar a la sala veo la puerta abierta, entro directamente, no hay nadie esperando ni en el diván ni en el sofá, así que dejo mis cosas en la mesita y respiro aliviada.


-Llega usted tarde señorita Duncan.


Me quedo petrificada. Esa voz...!no puede ser!. Me giro hacia donde proviene y veo la silueta de un hombre elegantemente vestido mirando a través de la cristalera. Parpadeo varias veces pensando que mi mente me está jugando una mala pasada al reconocer esa silueta perfecta. Hasta que se gira y me topo con sus maravillosos ojos azules. Instantáneamente las pulsaciones se me disparan, el corazón me da un vuelco y me inunda una tremenda alegría.


-¡Dan!...- exclamo sonriendo esperanzada.


-Para usted soy el señor Moore...


"!Oh, oh...! Eso no ha sonado muy amable. Escucho decir en mi cabeza.

Perdida en tu menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora