Por la noche en casa, tras la ducha me quedo pensando en lo que Erik me propuso acerca participar en los premios Montgomery. Lo cierto es que mi imagen en el bufete no debe ser muy profesional en estos momentos, después de abandonar mi primer caso importante, y no quiero ni imaginar los comentarios del estúpido de Find al respecto, y eso que no sabe la verdadera razón de porqué lo hice. Y aunque me estoy esforzando para llevar los suyos lo mejor que sé, reconozco que es tremendamente difícil continuar con la labor de años de un compañero. El paciente tarda en confiar en el nuevo terapeuta y existen ciertas reticencias a los cambios que quieras introducir en la terapia. Es indudable de que ese premio me daría reputación entre mis compañeros, pero no puedo optar a él a consta de la labor a medias de otros.
Me quedo mirando la rosa de Jericó que descansa en su cuenco frente a la ventana y sin poderlo remediar mi mente divaga sobre Dan y su caso. Sería perfecto, una mente intrincada con una conducta sexual alterada...el descubrimiento de un agujero en su recuerdo que escondía un pasado dañino descubierto gracias a una hipnosis regresiva... ¡Dios mío!, es perfecto!
Saco el portátil y lo enciendo, abro la carpeta donde guardo celosa mis anotaciones sobre el que era mi señor VIP, en ese entonces. Las leo y las releo. Y de pronto siento una punzada de remordimiento.
Cierro los ojos y suspiro escuchando la vocecita de mi cabeza. "No tan perfecto, o te olvidas de que esa mente intrincada y ese pasado dañino se meten contigo en tu cama...y lo que es más fuerte, se han instalado en tu corazón como si de una planta trepadora se tratase"
-¡No es justo!- digo haciendo un puchero infantil. El Daniel Moore que aparece en este dossier no es el que está aflorando ahora, y tengo que reconocer que el mérito ha sido, profesionalmente hablando, mío, me digo para auto convencerme.
Sacudo la cabeza haciendo callar a esa vocecita que me dice que a él no le gustaría formar parte de ningún tratado de psicología por muy caso importante que fuese para cualquier terapeuta y abro un documento nuevo donde redacto su caso eliminando cualquier dato que pudiera romper su anonimato, incluido el nombre hawaiano que le puse, pasando a tratarle como sujeto sin más.
Incluyo en él la sesión de hipnosis regresiva a la que le sometí así como los hallazgos obtenidos evitando también el nombre de Eórenor y los hijos del Sol. Cuando relato sus anteriores experiencias sexuales, decido añadir la primera que tuvo conmigo aquella noche en la terraza del hotel de Key West, relato en tercera persona esa especie de arranque semi violento, y lo justifico añadiendo que fue fruto de la ira y la confusión en la que se encontraba. Y finalizo con mis conclusiones en las que especifico que el sujeto sufre un trauma infantil en el que se vio alejado de su familia y que es fruto de unas ideas preconcebidas durante el periodo en el que se vio inmerso en esa secta, y de las que él no es siquiera consciente debido a que su mente se defendió borrando esos dolorosos recuerdos. Establezco la terapia en el hecho de descargarle del sentimiento de culpabilidad por lo que pasó y en la aceptación de que esas ideas preconcebidas sobre el sexo y las mujeres no son suyas, sino que fueron grabadas en su mente de forma dañina cuando era apenas un crío. Después añado las palabras "CASO INCONCLUSO A DÍA DE HOY", que es lo que se pone cuando al paciente no se le ha dado el alta total.
Lo releo por enésima vez, y cada vez que lo hago elimino o cambio algo, así que decido que esta es la última. Me aseguro de que su identidad queda totalmente oculta y de que todo el texto resulte de lo más profesional y no refleje ningún tipo de duda sobre mi implicación personal en él. Lo dejo listo para imprimir al día siguiente en la oficina y me voy a acostar.
Esa noche tengo sueños extraños, veo a un niño de ojos azules llorando, me acerco y le pregunto qué le pasa, aunque en el fondo tengo la sensación de que nadie mejor que yo lo sabe. El niño no habla, sólo llora y mira a lo lejos con la mirada perdida. Le abrazo con fuerza, el corazón me lo pide. Le acuno pero no parece tener consuelo y yo me siento muy culpable. Despierto con una extraña sensación de pesar.

ESTÁS LEYENDO
Perdida en tu mente
ChickLitKalanie es joven, moderna y desinhibida. ¿Podrá enfrentarse a su primer caso importante dentro del bufete de psicólogos donde trabaja? ¿Quien psicoanaliza a quien? «¿por qué siempre tiene que sacar algo a cambio?, ¿por qué con él todo tiene que se...