CAPITULO 46

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Tras la cena en el restaurante que hay frente al hotel subimos a nuestras respectivas habitaciones.
Me quedo mirando el escueto cubículo que forma la habitación, decorada al más puro estilo sureño. Me tiro sobre la pequeña cama y al instante se escucha el crujido del armazón de madera que la sujeta. Resoplo, después de todo solo será una noche. Acto seguido me meto en la ducha, no sin antes ahogar bajo el chorro del agua la tremenda araña patilarga que descansaba sin mi permiso junto al desagüe de la bañera, un escalofrío me recorre la columna, no me gustan los insectos y no puedo remediar el asco que me produce sus cuerpos peludos o escamosos.
Cuando cierro el grifo me enrosco en la toalla y con una más pequeña me seco el exceso de agua del pelo. Al regresar a la habitación para sacar mi ropa interior algo que se mueve sobre la cama llama mi atención. Pego un respingo al comprobar que se trata de algo alargado y con muchas patas y que se esconde bajo la almohada y sin pensarlo dos veces salgo corriendo despavorida hacia la habitación de Dan. Cuando abre la puerta entro como una exhalación.
-¡Hay un bicho enorme en mi cama!
Dan me mira de arriba abajo impasible.
-¡Es enorme y con muchas patas…no pienso volver allí!- me cruzo de brazos dándole a entender que hablo muy en serio.
-Iré a ver de qué se trata.
Al momento regresa- era una preciosa escolopendra.
-¿Una qué?
-Una escolopendra. Es como un ciempiés pero su picadura es venenosa.
-¡Estupendo, me ha tocado la habitación del Nathional Goegraphyc!
-Tranquila ya me he ocupado de ella, puedes regresar.
-¡No, ni hablar, yo no pienso volver a ese nido de alimañas!
Me mira como si hubiese dicho que los perros vuelan. Pero yo no me amilano, sino que levanto la barbilla dejándole claro que no pienso ceder.
-Muy bien, quédate aquí, yo dormiré en ella.
-¡Ay no!, tampoco pienso dormir aquí sola, esos bichos horribles podrían aparecer en cualquier sitio.
-Kalanie…- dice en tono de advertencia.
-¡He dicho que no!, y si no te parece bien ahora mismo recojo mis cosas y me largo en un taxi hacia la civilización más cercana- mi mirada es retadora.
Suspira con fuerza- está bien.
“!Bien, bien y bien, has ganado!”
Le veo mirar alrededor, no hay más muebles que una mesita de noche, un armario y la escueta cama. No hay sofá ni nada que se le parezca por lo que tendremos que compartirla. Sonrío por dentro, en tan poco espacio nuestros cuerpos se rozarán irremediablemente y eso me encanta, pero trato de disimularlo.
Entonces saca una camiseta de su bolsa de viaje y la tira sobre la cama- ¡toma, ponte esto! la cojo y muy digna voy al aseo y me la pongo. Cuando regreso a la habitación él ha tirado sobre el suelo la colcha y una de las almohadas.
No digo nada y molesta me meto en la cama y me tapo con la sábana. Él hace lo propio en el suelo y apaga la luz. Me quedo mirando al techo tamborileando con los dedos sobre mi abdomen. Me reconcome el hecho de que no comparta conmigo la cama así que decido sonsacarle el porqué.
-No deberías dormir en el suelo…- se gira y me mira- podría aparecer una esco…esco…
-Escolopendra- termina de decir por mí- no te preocupes, a mí no me dan miedo- y vuelve a tumbarse de espaldas a mí. Suspiro y por un instante estoy tentada de alargar la mano y acariciarle esa maravillosa espalda, pero me contengo, lo que me cabrea todavía más.
-Ya sé por qué no te atreves a dormir conmigo.
De nuevo se gira y me lanza una mirada de medio lado, pero ni siquiera pregunta.
Permanezco unos minutos callada para ver si le puede la curiosidad, pero nada, como si le estuviera hablando del tiempo, ni se inmuta. Vuelvo a tamborilear a la vez que suspiro exageradamente. Me doy la vuelta para un lado, y al rato para el otro, pero me cuesta dormirme sin hacer un último intento para que se anime a compartir la cama conmigo.
-Es porque esta cama es muy pequeña… y sabes que no llevo nada debajo de tu camiseta…- no dice nada así que continúo hablando- tienes miedo de descongelarte si me tocas…- suelto una risilla y espero su reacción pero para mí total sorpresa lo único que se escucha es su respiración pesada.
“Se ha dormido como un bebé”
¡No puede ser!, me incorporo en la cama y le  miro, no sé si estoy más sorprendida o cabreada por su reacción. El caso es que me dejo caer sobre la cama de golpe y después me doy media vuelta para darle la espalda y de puro aburrimiento acabo durmiéndome.
Unos golpecitos en el hombro me despiertan justo cuando estaba a punto de comerme un enorme helado de nata con nueces. Abro los ojos pesadamente y paladeo tratando de saborear la nata pero solo consigo tragar saliva.
-Kalanie…- parpadeo, era un sueño. Cuando veo nítidamente la fabulosa cara de Dan sonrío tontorrona.
-Por fin has decidido meterte en la cama conmigo, ¿eh?- digo apartando la sábana.
-No digas tonterías, es hora de levantarse.
Frunzo el ceño y miro hacia la ventana- ¡pero si aún no ha amanecido!- protesto.
-Tenemos un largo camino que recorrer y debemos aprovechar las horas más frescas del día.
-Tú lo has dicho...del día…pero aún es de noche- y me doy media vuelta.
-¡Muy bien, me voy a desayunar y en cuanto amanezca me marcho contigo… o sin ti!
Resoplo y pongo los ojos en blanco- ¡está bien, ya voy!
-Te espero en la cafetería de enfrente, pediré el desayuno- me incorporo en la cama y me desperezo mientras me recreo en la magnífica visión de su maravilloso cuerpo embutido en una camiseta ajustada y un pantalón estilo militar.
“!Este hombre está para comérselo se ponga lo que se ponga!”
Se me escapa una risilla y él me mira extrañado.
-He traído tus cosas- dice señalando mi equipaje.
Cuando me quedo sola empiezo a vestirme. Pantalones cortos, camiseta de tirantes, ligera y…esas horribles botas. Me miro al espejo y niego con la cabeza. Acabo de perder por lo menos el cincuenta por cierto de mi glamour. Cojo un pañuelo y me lo anudo al cuello dándole a mi look un aspecto más sofisticado y un poco de brillo de labios,  después me aplico una buena dosis de repelente para mosquitos y bajo a desayunar.
Al entrar en la cafetería se hace el silencio, y  siete pares de ojos masculinos se clavan en mí y más concretamente en mis piernas.
-Buenos días- me saluda el camarero desde la barra.
-Buenos días- contesto acercándome a la mesa donde me espera Dan sentado ante un plato de huevos revueltos y una enorme taza de café.
Me mira y hace un amago de sonrisa- te agradezco mucho lo que estás haciendo por mi.
-Gracias- contesto gratamente sorprendida- pero todavía no he hecho nada…
Chasquea la lengua- apuesto a que te ha debido costar un triunfo tener que ponerte esas botas.
Le dedico una sonrisa sarcástica- tranquilo, las he combinado con este pañuelo tan cool…no quería parecer Dora la exploradora.
Le veo aguantar la risa- estás muy…elegante- comenta burlón.
-Bueno…- miro alrededor donde los hombres no dejan de dedicarme miraditas y cuchichear entre ellos. Dan también los observa- creo que mi look gusta… ¿no crees?
Coge aire y vuelve a ponerse serio.
Después de desayunar nos dirigimos hacia el pantano. Allí alquilamos una canoa. Dan le pregunta al hombre de las canoas por un tal Jeremías Burton.
-Sí claro que le conozco- contesta- es el viejo loco que vive en la cabaña del extremo oeste del pantanal.
Imagino que ese será el actual nombre del tal Eórenor así que no pregunto y le sigo hasta la canoa. Dan sigue las indicaciones que le ha dado el barquero.
El pantano es un lugar agreste, plagado de árboles que sobresalen varios metros por encima del agua y cuyas raíces emergen como telarañas cubiertas de espesa vegetación. En las orillas pueden verse las garzas y de refilón algún caimán tumbado al sol, lo que me hace estremecer.
-Es un lugar espeluznante- comento, pero él no contesta. Me giro a mirarle y su mandíbula apretada y la mirada perdida me indican que va sumido en sus pensamientos-¿has pensado que vas a decirle?- me atrevo a preguntar, pero no contesta. La barca se detiene en una de las orillas. Baja de ella y me ayuda a descender a mí. Después empieza a andar por un sendero que se adentra en la espesura y yo le sigo. De vez en cuando ojea el mapa.
Caminamos en silencio, lo que se me empieza a hacer insoportable. Necesito hablar con él de lo nuestro, ya estoy cansada de callar y esperar que él esté preparado para abordar el tema.
-El  que haya accedido a venir hasta aquí contigo no tiene nada que ver con el hecho de ser tu psicóloga…- empiezo a decir. Él se limita a mirarme con dureza sin decir nada así que yo sigo hablando- es más algo de tipo personal…- nada, ni se inmuta- me refiero a que quizás cuando esto acabe  me darás la oportunidad de explicarte lo que ocurrió y… ver si podemos retomar lo nuestro…
-¿A sí?... ¿y qué es lo nuestro?- por fin rompe su hermetismo.
-Lo que teníamos, Dan…era algo maravilloso…
-Era una mentira- afirma categórico.
-¿Es que no vas a perdonarme nunca?- exploto impotente.
-No estamos aquí para hablar de nosotros.
-¡Es que nunca quieres hablar de nosotros!- me vuelvo hacia él- ¡fue un error terrible, lo sé! Pero creo que ya me has castigado suficientemente.
-¡Sssh!- me chista, lo que consigue cabrearme todavía más.
-¡Esto es el colmo!, yo tengo que escucharte durante cada sesión ¿y tú no eres capaz de dedicarme ni siquiera unos minutos?
Mira a mí alrededor, parece distraído y eso me enfurece enormemente.
-¿Te importaría dejar de ignorarme?- digo subiendo el tono. Entonces me agarra de la mano y tira de mí, lo que me hace perder el equilibrio y caer contra su pecho. Nuestras bocas quedan a escasos centímetros y yo cierro los ojos segura de que por fin va a besarme, pero para mi sorpresa algo se escabulle rápidamente y se mete en el agua desde el mismo lugar donde me encontraba yo antes de que él tirara de mí.
El vello se me eriza cuando caigo en la cuenta de que posiblemente se trataba de un caimán.
Dan me suelta y yo me acaricio los brazos  tratando de quitarme esa sensación de miedo.
-Deberías estar más calladita y mirar por donde pisas.
Cojo aire molesta y decido seguirle en silencio, no me gustaría volver a toparme con ningún bicho indeseable.
Unos doscientos metros más adelante divisamos una pequeña cabaña medio destartalada protegida por los árboles. Nos acercamos cautelosos, parece abandonada salvo por la leña que está a medio cortar y el hacha clavada en uno de los troncos. Ambos nos miramos.
Entonces la puerta se abre de golpe y un anciano nos apunta con una escopeta- ¿Quién anda ahí?
Miro a Dan asustada, esperando que reaccione, pero para mi sorpresa se queda totalmente paralizado, así que decido tomar yo la iniciativa.
-¿Señor Burton?... ¿es usted Jeremías Burton?
-¿Quién me busca?- insiste apuntándonos con el arma.
-Sólo queremos hablar con usted, no pretendemos hacerle daño…puede bajar el arma- hablo a la vez que nos acercamos a él lentamente. Me fijo en su aspecto. Luce una melena blanca y desaliñada, al igual que la canosa barba larga. Nos mira fijamente, como si le costara ver con claridad. Sin dejar de apuntarnos se acerca para vernos mejor. Uno de sus ojos luce una especie de tela blanquecina que lo cubre.
-¡Eórenor!- exclama Dan. Él hombre da un respingo, fija su mirada en él y en su mano izquierda que descansa sobre el enorme cuchillo y se queda petrificado. Después baja el arma lentamente y se deja caer de rodillas ante él.
-¡Has venido!…- sonríe como si hubiera entrado en trance-¡el salvador está aquí!- Dan le mira como si fuera de otro planeta y yo empiezo a temer por su reacción. El anciano hace intención de tocarle los pies y él se aparta frío e implacable.
-Señor Burton, por favor levántese- le digo, pero él me ignora.
-Sólo tú podías encontrarme…- le mira como si estuviese ante un Dios, después empieza a recitar algo -Cuando la oscuridad intente eclipsar la luz del Sol…sus hijos iniciarán la lucha pero…
-Por encima de todos ellos, uno tiene la obligación de defenderlos…- ahora es Dan el que con la mirada perdida recita junto a él- el que ha sido tocado con la inteligencia y la fuerza- me quedo mirándole totalmente alucinada, es como si estuviese recitando una especie de catecismo. Entonces caigo en la cuenta…!está recordando!
-¡Por eso empuñará el hacha con la mano izquierda mientras con la derecha sujetará sus cabezas de los pecadores!- exclama casi en un grito el anciano como si estuviese poseído.
-¡Basta ya!- grita Dan tapándose los oídos y haciéndome pegar un respingo- ¡no eres más que un maldito loco charlatán!
-Dan…tranquilo- le toco el brazo tratando de calmarle- señor Burton por favor…- le ayudo a levantarse pero él se aparta como si mi contacto le quemara.
-¡No me toque…es usted un ser impuro!
Miro a Dan y niego con la cabeza.
-Señor Burton- insisto cargándome de paciencia- tranquilo, no le tocaré- solo queremos que nos diga que le pasó a la señora Moore- me atrevo a preguntar mirando a Dan como esperando su consentimiento. Él se limita a suspirar imagino que temiendo lo que Eórenor nos pueda revelar.
-Madeleine…- repite el anciano- ella murió…- Dan aprieta la mandíbula y se pone tenso-cuando la policía cercó la casa, conseguimos huir, pero pocos días después fue como si enloqueciera…dijo que no podría vivir sin sus hijos y cogió la camioneta en la que huimos para regresar…- para y se queda con la mirada perdida- quiso dar la vuelta en aquella carretera estrecha…era de noche…no vio el precipicio…la camioneta explotó y no pude hacer nada por salvarla.
Observo a Dan, en sus ojos se ve el dolor y la impotencia. Imagino lo duro que tiene que estar resultando todo esto para él.
-¿Por qué no me llevó con ella?- pregunta con la voz quebrada.
-Salvarte era lo primordial, tú tenías que sobrevivir por encima de todo…ella te metió en los pasadizos…sabía que saldrías de allí sano y salvo. Esos pasadizos te sacarían hasta un camino fuera de la finca.
-¿Y por qué no escapó ella también por esos pasadizos?- pregunto con curiosidad.
-Porque eran demasiado estrechos- contesta Dan a mi espalda. Le miro sorprendida- recuerdo el olor a cueva y a humedad…tenía frío y miedo y las paredes me oprimían el pecho hasta costarme respirar…
De nuevo está recordando, está claro que este hombrecillo octogenario y ajado ha sido el detonante que necesitaba su cerebro para abrirse y dejar salir todo el dolor que llevaba dentro.
-Estás recordando…
Asiente- mi madre me dio un beso en la frente y me dijo que no mirase atrás y que no tuviese miedo. Al final de ese túnel estaría a salvo. Un policía me encontró vagando por el bosque- habla con la mirada perdida, hasta que parece reaccionar, se pasa las manos por la cara y puedo ver como su rostro muestra desesperación. Entonces se le queda mirando- ¡destrozaste mi vida y la de mi familia…!maldito hijo de puta!...!Tu eres el que tendría que estar muerto!
-Dan…- me acerco a él y le acaricio el brazo en señal de apoyo y puedo observar como la tensión se transforma en ira, lo que me hace temer por la reacción que tendrá contra Burton. Le veo echar mano al cuchillo, pero se la sujeto. Me mira y yo niego con la cabeza- tú no eres eso en lo que te querían convertir…no eres un asesino y la venganza no sanará tus heridas…
Le aguanto la mirada hasta que le veo apartar la mano del cuchillo, y enfurecido se aleja hasta donde está el hacha clavada sobre un tronco. No le quito ojo esperando a ver qué es lo que va a hacer con ella. Hasta que resoplando empieza a cortar leña con saña dejando escapar así su ira.
-¡Sí…el salvador me va a liberar!- grita Eórenor con excesiva euforia.
-De momento solo va a hacer astillas parte de este bosque- contesto con sarcasmo. El hombre me mira como si estuviese loca. Al instante el ruido del acero contra la madera y el sonido de los pedazos al caer partidos en dos se torna monótono y es cuando decido tener una larga conversación con el señor Burton.
-Señor Burton… ¿por qué él?
El anciano le observa con la mirada perdida.
-Buscábamos un niño con un coeficiente intelectual bastante por encima de la media…
-Un niño…
-Los niños tienen mentes limpias y fácilmente moldeables.
Le lanzo una mirada cargada de rabia pero él la ignora y continúa hablando- un miembro de nuestra congregación…
“!Ja!, no me lo puedo creer ¿llama congregación a una vulgar secta?”
-trabajaba en el colegio donde estudiaba Daniel. Había tres niños superdotados allí. Uno era una niña, así que la descartamos, de los dos niños la decisión fue sencilla…el otro era diestro.
Suspiro pensando en lo caprichoso que resulta el destino a veces, si Dan no hubiese sido un cerebrito o simplemente si hubiese sido diestro, no hubiera sufrido lo que tuvo que sufrir.
-¿Madeleine Moore pertenecía a Los hijos del Sol?
Burton niega con la cabeza- pero fue fácil captarla.
Le miro esperando una explicación- era una mujer muy sola a pesar de tener una familia numerosa…su marido viajaba mucho y ella era muy religiosa y creyente, la base de nuestra congregación es el amor profundo a Dios, pero basándose en el apocalipsis que sabemos que está ya muy cerca. Una vez que conseguimos su atención fue sencillo, para ella fue todo un honor que su hijo fuese el elegido.
Niego con la cabeza, totalmente incrédula. Me cuesta creer que la madre perfecta de la que Dan me hablaba antes de ocurrir todo esto fuera capaz de abandonar a sus otros hijos.
-Algo no me cuadra… si Madeleine estaba tan convencida de que lo que había hecho era lo correcto…y de hecho así estuvo durante un año…¿por qué de pronto dijo que no podría vivir sin ellos?
Me mira pero no dice nada, lo que me da pie a creer que oculta algo.
-¿Por qué se dio cuenta justamente días después de salir huyendo?
-No lo sé…echaría de menos a sus otros hijos…
-¿Y no los echó de menos durante ese año?...
-¡Quizás Daniel era su preferido y se daría cuenta de que no podría vivir si él!…!no sé!- contesta de malos modos haciendo ademán de marcharse hacia la cabaña.
-¡Señor Burton!- le increpo- está ocultando algo y no pararé hasta que me diga la verdad. Recuerde que soy un ser impuro y tremendamente pesado…¿no querrá que entre en esa cabaña y toquetee todo buscando respuestas verdad?
El anciano se frena en seco, después se gira y me lanza una mirada de odio.
-Las mujeres sólo servís para llevar nuestra semilla en el vientre…mancilláis todo lo que tocáis, ya fue Eva la culpable de que fuéramos expulsados del paraíso.
-Si…si…- contesto en tono burlón- y ahora me dirá que encima le debemos al hombre una costilla…- su mirada me taladra, así que me pongo seria- ¡déjese de palabrería barata conmigo y suelte de una vez cómo consiguieron convencer a Madeleine Moore para que entregara a uno de sus hijos y abandonara a los otros!
Nos mantenemos la mirada durante unos largos segundos.
-Escopolamina- dice finalmente.
-¿La drogasteis?- pregunto totalmente alucinada.
-Sólo cuando dejaba de ser razonable…
-¡No, maldita sea!, se la dabais precisamente para que fuera incapaz de razonar, para que hiciese vuestra voluntad…- le lanzo cuchillos con la mirada- ¿qué clase de monstruos separan a una madre de sus hijos?- miro impotente hacia donde Dan sigue partiendo leña ajeno a esta conversación- ¿tiene idea de lo que hizo sufrir a ese niño y al adulto en el que se convirtió después?...¿y a esa familia?
-Cuando uno es el elegido debe sacrificar algunas cosas…
-¡Él no era el elegido de nada!- digo dejando salir la ira que me corroe ahora mismo por dentro- ¡él no eligió que le destrozarais la vida, sólo tuvo la mala suerte de ser listo y zurdo y de que unos malditos locos lo encontrarais, nada más!
-La justicia divina caerá sobre ti- empieza a decir como si acabara de entrar en trance.
-¡A la mierda tu justicia divina!- exclamo a gritos, Dan que me escucha deja de cortar troncos y se acerca.
-¿Qué pasa Kalanie?
Cojo aire con fuerza tratando de calmarme.
-¡Vámonos de aquí!- exclamo suplicante lanzándome a su brazos.
-¡Aléjate de ella o te corroerá de pecado!- escucho gritar a Burton. Dan hace intención de irse hacia él pero le detengo.
-¡No Dan, por favor!- ambos nos miramos a los ojos- ¡Sácame de aquí!
Asiente y dejando caer el hacha me coge de la mano y nos encaminamos hacia la espesura sin hacer caso de la letanía de incongruencias que sale de la boca del hombre.
Cuando nos damos cuenta estamos corriendo, es como si quisiéramos huir de esa parte tan dañina de su pasado. Noto como las ramas golpean y arañan mis piernas, pero no me detengo ni le pido que lo haga, sólo quiero alejarme de esta pesadilla y sobre todo alejarle a él. De pronto se para en seco y se gira hacia mí, su mirada es triste y dolorida.
-Siento que me asfixio Kalanie…te necesito para respirar- y sin más me agarra la cara y me besa. Noto que me derrito, ¡por fin ese beso que tanto he añorado! Mil cosquillas recorren mi cuerpo y me gustaría poder parar el tiempo y que este beso fuera eterno.
Cuando se separa su mirada es cálida- ¡vámonos de aquí!
Asiento sonriendo y noto como mis ojos se llenan de lágrimas de alegría. Le sigo hasta la canoa, remamos con fuerza y en silencio hasta llegar a nuestro destino, allí entregamos la canoa y agarrados de la mano nos dirigimos al hotel. Subimos a su habitación en la que también está mi equipaje. Nos besamos otra vez.
-Coge tus cosas…nos largamos de aquí.
Obedezco sin rechistar, mientras escucho en mi cabeza a esa vocecita dando gracias al cielo por poder salir de este lugar que me produce tan malas vibraciones.
Cogemos el coche y mientras conduce en dirección a Nueva Orleans decido afrontar el tema.
-Dan...creo que hay algo que debes saber…- me mira interrogante- no puedes culpar a tu madre de todo.
-Me entregó a esos malditos y abandonó a mis hermanos… ¿Qué clase de madre haría eso?- su voz denota un dolor muy profundo.
-Ella no era totalmente consciente de lo que hacía.
-¿Por qué dices eso?
-Burton me ha confesado que la drogaban con escopolamina cuando se negaba a colaborar…- le veo coger aire con fuerza y apretar la mandíbula- supongo que cuando escaparon y dejaron de administrarle la droga ella fue totalmente consciente de lo que había hecho y trató de regresar…
-¡Maldito hijo de puta!- exclama dando un manotazo al volante- debería haberlo matado…
Le agarro del brazo y aprieto con fuerza- Dan…eso ya no sirve de nada…el daño está hecho…. Estudio su gesto mientras mira la carretera con ojos fríos como el hielo- sé que resulta contradictorio, pero ahora que has conseguido recordar y que sabes la verdad…ha llegado el momento de olvidar- me mira a los ojos- de pasar página y enterrar ese pasado en lo más profundo de tu alma.
-Podría denunciarle- dice con voz dura.
-Sí, podrías…pero has pensado en lo que eso removería- me mira- juicios, declaraciones, la noticia llegaría a la prensa…al final la gente te señalaría con el dedo…¿de verdad es eso es lo que quieres para ti y tu familia?- se muerde el labio y sé que estoy consiguiendo sembrar la duda en él, no quiero para nada verle sufrir por los comentarios de la gente o en un juicio, para que posiblemente cuando llegue el momento de cumplir su condena Burton esté más muerto que vivo- ese viejo ya tiene su castigo, no debe ser agradable vivir solo en ese pantanal infernal.
Suspira con fuerza como si le doliera hacerlo- tienes razón.
Respiro aliviada, ahora que ya sabe la verdad su mente podrá descansar y si se ve inmerso en denuncias e investigaciones jamás lo podrá hacer.
-Mi madre nos quería a todos- me sorprende diciendo.
Sonrío- a todos por igual.
-Tuvo que ser horrible para ella darse cuenta de repente de lo que había hecho.
Asiento sin decir nada.
-Sabes…en el fondo mi hermano Jason tenía razón al culparme.
-¡No!- me apresuro a contestar- tú eras un niño…- le acaricio el pelo de la sien-que te quede claro que fuiste la víctima, no el culpable, y has sido la víctima todos estos años sufriendo como ninguno.
Entonces aprieta su mejilla contra mi mano en un gesto que me parece de lo más enternecedor. Me muero por este hombre.
Cuando por fin llegamos a Nueva Orleans aparca frente a un hotel de lujo en el centro. Cogemos nuestras escasas pertenecías y cogidos de la mano entramos en el hall. Multitud de ojos se fijan en nosotros. Al pasar por una de las columnas cubiertas de espejos me doy cuenta de que vamos sucios y sudorosos. De mi pelo cuelgan pequeñas hojitas y vamos dejando un reguero de barro de nuestras botas por el impecable suelo de mármol. Al llegar al mostrador de recepción el recepcionista nos lanza una mirada escrutadora.
-Queremos una habitación- dice Dan.
-Lo siento señor, pero no disponemos de habitaciones libres.
-¿En serio?
El hombre le mira con altanería- sólo nos quedan dos suites.
-Perfecto, con una nos basta- contesta mirándome a mí. Yo sonrío tímidamente y él se apresura a sacar de su cartera su documentación y su Visa oro.
El recepcionista comprueba ambas cosas y su gesto cambia por completo- tenemos la suite nupcial y la suite imperial.
-La más cara.
-Por supuesto, señor Moore, la suite imperial entonces- responde solícito y tras hacer las oportunas gestiones nos entrega una llave- aquí tiene, es la suite del ático ¿quiere que un mozo lleve su equipaje?
-No gracias, pero súbanos una botella del mejor vino blanco y unas fresas.
El hombre le mira sorprendido- lo siento señor, pero no es época de fresas…
-Pero seguro que por lo que me van a cobrar por ellas podrán encontrarlas, ¿verdad?- ahora el que habla con altanería es Dan. Yo aguanto la risa.
-Descuide señor Moore, me ocuparé personalmente.
-Gracias- y sin más nos dirigimos hacia los ascensores.
Reconozco que esta vez me ha encantado la sensación de poder que da el dinero.

Perdida en tu menteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora