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Bajó sus pies de la cama, escuchaba pasos abajo, al igual que una aparente discusión por llamada. Sacudió su cabeza y limpió sus lágrimas, ¿Por qué tenía tantos sueños así? Sueños en los que parecía vivir en una realidad distinta, a veces podía hacer lo que quería, otras solo era un espectador que veía lo que sucedía como una película.

En todos los sueños siempre se hallaba Kacchan.

Quiso dejar de pensar en él, es suficiente soñarlo cada vez. Apoyó un par de prendas sobre la cama, quería bañarse. Bañarse para quitar cada toque, bañarse para tratar de quitar la suciedad que sentía sobre sí mismo.

El agua caliente cubría su cuerpo en la tina, las cicatrices ardían levemente, sin embargo, no tanto como el dolor que sentía en su garganta. Estaba muy cansado, desganado, pero quizás podría lograr algo con Hisashi de su lado.

¿Podría traer a Kacchan nuevamente?

¿De verdad quiere.. traerlo?

Quizás vuelva a la rutina de antes, quizás todo sea igual y nada vaya a cambiar, tal vez Kacchan en vez de ayudarlo... Momento, ¿En qué está pensando? Kacchan jamás lo ayudaría, él no merece la ayuda de Kacchan...

Se dejó caer en la tina, dejó que el agua tibia lo cubriera. El agua entraba por su nariz, sentía como el líquido se deslizaba por su garganta dándole la sensación de estar ahogándose. Pero no quería salir, sentía que, de alguna manera, ese sufrimiento era lo mínimo que debería aguantar.

Salió de la tina, finalmente. Comenzó a toser, inevitablemente, tras varios intentos de terminar aquello, lo logró. Con cuidado apoyó las plantas de sus pies, y rodeó una toalla a su cadera. Se observó al espejo, tan solo unos momentos. Marcas de dedos se encontraban en su cuerpo, tomó otra toalla con su mano derecha y pasó la misma por todo su cuerpo.

Con fuerza secaba, prácticamente raspaba su piel. Como si eso quitara cada recuerdo, como si eso le quitara el pesar de la mente. Al cabo de un rato de lastimar su piel, esta quedó roja. Suspiró, salió del baño y se paró frente al espejo, observando cada protuberancia en su cuerpo.

Observó con detención las palabras escritas en su muslo y estómago bajo. Kacchan había escrito eso, sonrió, Kacchan lo marcó como un artista a su lienzo. Acarició suavemente la piel marcada, las cicatrices con las letras no estaban del todo curadas, aún estaba sensible en esa zona.

Sentía nostalgia. Extrañaba a Kacchan. Aunque su único contacto fuesen los golpes, al menos tenían contacto.

Se vistió, balbuceando que pensar ese tipo de cosas no estaba bien, la relación que sobrellevaba con Kacchan no era buena. Aún así, no podía evitarlo, lo extrañaba demasiado.

Se recostó, y cuando estuvo dispuesto a cerrar sus ojos para acabar el estrés del día hasta la mañana siguiente, oyó toques en la puerta.

-Izuku. ¿No comerás?-.

-Vete al diablo papá-.

Se dió vuelta y se tapó con las colchas, giró y dió miles de vueltas, no había posición cómoda. Golpeó el colchón con fuerza, estaba frustrado.

Entonces, decidió pensar hasta lograr conseguir el sueño.

Estaba minimizando sus problemas, o eso diría su madre. Realmente, era severo todo lo que le ocurría. Debía ir a la escuela... Momento, ¿Debería ir a la escuela? Ahora que su padre estaba, podía autorizar sus faltas, podía evitar que-... Pero, sería peor. Si faltaba mañana, la próxima vez que vaya al colegio, sería mucho peor que siempre.

Chasqueó la lengua y revolvió su cabello.

¿Por qué todo era tan complicado?
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Apenas entraba al salón. El caos del aula, los gritos y las voces lo estaban matando. Deseaba tener un control remoto que controlase todo para bajar el volumen de todos. Se acercaba a pasos lentos, sus manos temblaban, llegó a su pupitre y varios insultos estaban escritos con fibrón permanente.

¿Cuánto más...? 《¿Katsudeku?》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora