44.

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---Tía Mitsuki.

El pequeño se frotaba los párpados, intentando secar las lágrimas que caían cuales cascadas.

---Tía Mitsuki, ¿por qué Kacchan no me quiere?

---Oh, no, Izuku, él te quiere mucho más de lo que piensas...

---¿Entonces por qué Kacchan me lastima?

---¿Huh?

---Kacchan siempre dice que soy feo. ¿Kacchan me pega por eso?

Inocentemente desvío su mirada a sus zapatos, algo sucios y desgastados. Miró su ropita, creyendo que también es por sus prendas su mal aspecto.

---¿De qué hablas, Izuku?

---¿Debería tener ropa más linda? ¿Así yo le podría gustar a Kacchan? ¿Sería más lindo así?

---Izuku, corazón. No tienes por qué cambiar lo que te gusta a para gustarle a otra persona.

---Pero es Kacchan.

---A él le gustas como eres...

---No es cierto. ¿Por qué me mientes?

Guardó silencio, sin saber qué podría responderle al infante.

---Mamá dice que cuando una persona quiere mucho a otra, hace todo lo posible para no lastimarla.

---Es verdad.

---¡Entonces Kacchan no me quiere!

¿Por qué el pequeño estaría tan frustrado porque su mocoso no lo trata bien? Se supone que son amigos, pero Katsuki no es el único niño del vecindario con el que Izuku juega.

Tendría una larga charla con Katsuki al respecto. ¿Qué es eso de pegarle porque es feo? Tiene que llegar al fondo de esto.

---No es así, mi niño.

Peinó ligeramente sus rulos, riéndose un poco debido a que estos se mantenía en su forma natural, negándose a moldearse de otra manera.

---Yo quiero mucho a Kacchan... No entiendo por qué dice que soy feo.

Sorbió sus mocos, sin mirar a la mayor, completamente avergonzado por la pequeña rabieta que estaba teniendo.

---No eres feo.

---Es... ¿A Kacchan le gustan las niñas?

---Yo... S-supongo.

---Oh. Entonces es eso, Tía Mitsuki.

---¿Mmh?

---No le gusto a Kacchan porque yo soy niño.

---N-no lo sé... No pienses de esa manera, Izuku, son muy buenos amigos.

---Sí, Kacchan es mi amigo. Por eso tengo que gustarle a Kacchan. ¡Gracias Tía Mitsuki!

El infante depositó un suave y húmedo beso en su mejilla tras obligarla a agacharse al jalar de su ropa.

Se fue caminando con saltitos chiquitos, portando una sonrisa en los labios.

Los días siguientes en la plaza del barrio, el pequeño Midoriya recibió días seguidos maltrato físico por sus amigos.

Algunas palizas dejaron su carita hinchada, haciendo que su madre dejara de darle el permiso para salir a jugar.

¿Cuánto más...? 《¿Katsudeku?》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora