30 (editado)

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Hace mucho no lloraba hasta quedarme dormido.

Me dí cuenta que caí en un sueño cuando me ví dormir en mi cama. Era extraño, verse a sí mismo. Me daba escalofríos. Recorrí la casa, por supuesto, estaba en una soledad profunda. Caminé por las calles de mi vecindario, sin mucha idea de qué hacer.

Todo estaba solo, vacío. Triste. Noté que los colores no se diferenciaban, todo era gris. Y entonces, en una plaza a unas cuadras de mi hogar, ví a una señorita, peliverde.

Rodeé el banco que estaba debajo de una sombra que daba un gran árbol paraíso. Y era quién supuse. Mi madre, estaba tejiendo una cobija.

Al verla tan tranquila y sonriente... no pude soportarlo y corrí. Corrí en la dirección contraria, como si hubiera algún lugar al que podría huir y esconderme.

Me detuve.

Sentí la arena entre mis dedos, moví un poco mis pies hundiéndome en ella. Levanté el rostro, observando la plenitud del mar. El sol chocaba contra las olas dándole cierto brillo, la espuma se deshacía velozmente al llegar a la orilla.

Observé a mi alrededor. Estaba completamente solo. Recordaba ese lugar, había ido con mamá hace unos años a aquella playa no muy lejana. A un par de horas en auto solamente.

Caminé, acercándome paso a paso a la orilla, y al sentir la temperatura del agua por poco salgo corriendo. Estaba helada. Pero no podía salir. De alguna forma, el mar me arrastraba consigo. Caminé un poco más, sintiendo como la arena se movía de atrás hacía adelante junto con el agua, sintiendo perfectamente como intentaba llevarme aún más profundo.

Recordé esas tardes con mi madre. Sus sonrisas, su preocupación, sus momentos nerviosos. Sus deliciosas comidas, sus consejos, sus cuidados. Esas noches que dormía con ella mientras me acariciaba el cabello y me cantaba mi canción de cuna. Recordé que ella siempre ponía ese pequeño velador en forma de estrella para que me durmiera sin miedo a los monstruos debajo de mi cama.

Mi mente se inundó en recuerdos de mi infancia, de como me premiaba siempre por cada tontería, de como me consentía cada que podía. Traté de recordar su voz, pero no pude. Olvidé como se escuchaba cuando ella decía mi nombre. Y me dolió el pecho, porque no pude llorar. Quiero llorar, necesito llorar, se me llena el pecho de angustia al no poder hacerlo.

Miré el mar, las olas alzandose, invitándome a seguir caminando más dentro del agua.

Mamá. Te extraño.

Vuelve. Porque te necesito, aquí, conmigo.

Grité.

Le grité al océano, le grité al agua salada, a la arena debajo de mis pies. Grité, porque no podía llorar. Grité hasta que mi garganta no pudo más, porque ya no podía sentir así como antes.

¿Qué hizo ella?

¿Por qué ella?

Ella era lo mejor en este mundo de mierda.

Ella merecía vivir más que nadie.

Era más dulce que el azúcar.

Más buena que un ángel.

Y si dios existe

¿Por qué me la arrebató así?

No recuerdo su voz.

Me olvidé de como se oía.

Me olvidé... de ella.

Por momentos en mi vida, me importó más importarle a Kacchan que

Que la muerte de mi madre.

¿Qué rayos me pasaba?

Cubrí mi boca con mis manos, al darme cuenta de la mierda de persona que he sido. Tal vez peor que él, que Max, que Kacchan, peor que Liam y peor que cualquiera.

¿Cuánto más...? 《¿Katsudeku?》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora