Una vez asegurado el perímetro, Izuku se levantó, sosteniendose de las paredes debido a la falta de equilibrio. Tomó su mochila y los objetos de su pertenencia que estaban desparramados por el suelo. Los guardó y salió por la puerta del pequeño baño, dirigiéndose a los lavabos.
Abrió la llave de agua, juntó un poco de ella en sus manos y se la tiró al rostro, debía quitar la mayor cantidad de orín, otros fluidos y demás cosas que muy posiblemente se encontraban en su rostro y cabello.
Una vez terminó con su rostro, suspiró y encorvó levemente su espalda e inclinó su cabeza para poder mojarla un poco. El aroma no se iría, tampoco el líquido por completo. Debía bañarse. Pero, la escuela no portaba con duchas o tinas, a lo mejor podría escaparse de la escuela.
¿Que más dá?, no tiene libros de texto en los cuáles escribir y ya no tiene más fuerzas ni ganas como para pedir hojas prestadas, ni mucho menos tiene la suficiente capacidad mental como para entender lo que fuese que enseñarían en clase.
Se puso su mochila, su cabello chorreaba agua mezclada con...otras cosas. Mojaba su uniforme, no importaba. Caminó por los pasillos, todos hacían caso omiso a él como usualmente lo hacían, ya no le afectaba como en meses anteriores. Aunque sí se ganaba miradas, ninguna acción obtenía por nadie. Ni por los profesores o algún integrante del servicio escolar.
Llegó a la salida, y como esperaba, ningún guardia protegía las altas rejas que impedían que personas entrasen o saliesen del edificio. Tiró su mochila por encima de las barras de metal, y luego trepó las mismas. Escaló hasta llegar a la cima de ellas, y de un movimiento ágil rotó su cuerpo para caer. Rodó, reduciendo el impacto de choque contra el suelo, pero aún así, el sobreesfuerzo que usó su cuerpo para aquella acción le costó un quejido de dolor bajo, no podía hacer mucho ruido o de lo contrario lo pillarían.
Se levantó sacudiendo su ropa luego de unos segundos, tomó su mochila y camino a casa no sentía su cuerpo. Tenía algunas zonas entumecidas y sentía que mientras caminaba podría desmayarse. Su cerebro aún no podía procesar todo lo ocurrido en tan solo un día. Comenzó a imaginarse, inevitablemente, decenas de posibles escenarios en los cuáles debería vivir a partir de ese día como usualmente hacía.
Arrastrando sus pies, llegó a la puerta de su casa. Más no avanzó mucho para desplomarse en frente de ella una vez entró a su hogar. Dejó salir las lágrimas, ya qué. No podría salvarse, su destino ya estaba escrito, no podía hacer nada.
Llama a la policía.
Inútil, el padre de Max es el jefe de la policía, jamás le creerían, sin decir también que la madre de Liam es abogada, lo hundirían más de lo que ya está, no tiene tutor, aún es menor y no tiene la más mínima idea de como funcionan las denuncias.
Está arruinado en simples y cortas palabras.
No puede hacer más, no tiene escapatoria. Se levantó con pesar, dejando su mochila en el suelo, la misma se encontraba prácticamente vacía, se llevaron sus libros de texto número...¿veintisiete?, tal vez...tal vez ese era el número de la vez que lo compró. Veintisiete veces comprando el mismo libro de texto, rehaciendo actividades que sabe de memoria. No importa. Tomó el frasco de pastillas y se metió dos a la boca, mordió el par de pastillas por la mitad y tragó, con dificultad, no se tomó la molestia de levantarse e ir por algún líquido que facilitase su acción.
Suspiró, se levantó poniendo sus manos en sus rodillas, colocando su propio peso en sus piernas. Una vez estaba en equilibrio y parado, fue al baño. Abrió el agua caliente de la tina, y se arrodilló nuevamente, recostostando su rostro y brazo derecho en el borde de porcelana, observando como el agua subía para llenar la tina.
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¿Cuánto más...? 《¿Katsudeku?》
AcakIzuku, un adolescente que sufre de acoso por parte de su mejor de la infancia y compañía. Todo es muy normal para él, está acostumbrado. Sin embargo, su cuerpo es llevado al límite, y desde ahí todo parece ir de mal en peor. Su vida se arruina en su...