Soledad

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Todo pasó tan rápido, pero siento como si yo hubiera caminado a una velocidad diferente. 

Llegamos  a México despues de que Andrew terminó todos el  papeleo, lo último que le escuché decir sobre eso fue:

-- Nana ya tiene su "como antes"--

 Supuse que hizo como ella deseaba. Subimos al avión con apenas unas pocas palabras intercambiadas. Llegamos a casa y tan pronto como subió tomó todas sus pertenencias y las llevó a la otra habitación. 

El corazón me latía con fuerza, las manos me temblaban y aunque sabía porqué lo hacía, sentí que era a mi a quien castigaba. 

Al siguiente día salió como de costumbre al trabajo, la rutina del silencio empezaba.

Llamé a mi familia para hacerles saber que habíamos regresado y su emoción por vernos me conmovió tanto, recordando que ya nada de eso podría tener. 

-- Iré a visitarlos el fin de semana-- les prometí.

Sin decir nada los días pasaban. Andrew salía  temprano y no lo volvía a ver hasta la noche, a veces cenabamos juntos y él hacía un par de preguntas, pero parecía ya no interesarle absolutamente nada sobre nosotros. 

Comencé a odiar la casa y estar sola, así que comencé a visitar a mi familia más seguido, pero a veces era tan dificíl seguir mintiendo sus ausencias. 

Un fin de semana dos meses después de haber regresado a  casa, mi hermana sugirió tomar unas vacaciones para el verano. Gran idea, pensé, podré salir de esa casa silenciosa, de la ausencia de Andrew, de la frialdad de sus palabras, del dolor de ver que no podía mirarme a los ojos. 

De repente, una semana había pasado y él no regresaba a casa. No pude soportarlo, ¿por qué me castigaba a mi? ¿Por haberme puesto del lado de Nana? ¿Por haberme metido en sus asuntos personales? Por un momento incluso olvidé el contrato, tal vez fallé en algo, pero ahora no tenía intenciones de ver la copia certificada que tenía en mi  cajón personal, ahí dentro de una carpeta negra de vinyl, junto con el acta de matrimonio y una foto que nos tomamos ese día. Vaya manera de guardar documentos tan importantes, pero ahora no importa, ni siquiera quiero pensar en eso. 

Pero ha pasado una semana! No lo he visto, ni siquiera ha llegado a la casa y no me ha dicho nada, ¿desapareció? ¿Se fue para siempre?. 

Talvez a ido de viaje, pero al menos pudo haberme dicho algo, ¿será buena idea mandarle un mensaje?...

El pecho me duele, me siento cansada, quiero llorar y gritarle pero no tengo idea porqué me siento tan debíl, adolorida y solo pienso que quiero verlo, que yo...

No!, no puedo ceder, jamás... Jamás!!

La soledad ha sido muy larga; salir normal a hacer las compras, comer mirando la televisión, dormir hasta tarde para escucharle llegar, ya no puedo, si ha decidido irse, entonces no tengo nada que hacer, no  tengo a nadie a quien esperar y puedo salir si quiero. Si es que quiero...

El contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora