El contrato.

Conociendo a la familia

--como has crecido, me gusta la sombra de tu barba y no esa barba larga, sucia y desarreglada, parece ser que el matrimonio de sentó de maravilla, me alegro tanto por ti, anda pasen, presénta a tu esposa-- repetía una mujer de edad madura mientras acariciaba la cara de Andrew, le pasaba las manos por la cabeza y le sobó las mejillas y luego se detuvo en su pecho, mirándolo tiernamente como cualquier madre miraría a un hijo que ama. 

Me sentí intimidada por ese recibimiento, apreté con fuerza la mano de Andrew justo antes de cruzar la puerta. 

--así que tu eres la que se robó a mi hijo, cuéntame, como fue que sucedió todo, éste hijo mio no me dijo ni pío, nada, si no hubiese sido por Hanna no me hubiera enterado de nada, probablemente se hubiera atrevido a ocultarme a sus hijos, si de eso le valiera la vida, es un ingrato, mira que ni siquiera decirle a su madre que se ha  casado, pero mi hermosa niña le descubrió todo.-- entonces hizo una pausa y llevándose la mano a la boca, con un suspiro fuerte abrió los ojos de par en par.-- ¿es por eso que me has dicho todo querida?, ¿voy a ser abuela?, Dios mio no puede creerlo, ya era hora de que me dieran más nietos, mira que Lisa se ha ido a vivir muy lejos y de vez en cuando puedo ver a los niños,  ¡pero ahora me traes esta doble sorpresa!, hijo, ¿es eso Hanna?, ¿seré abuela?-- sus manos se entrelazaban a las de Andrew, ni siquiera nos pudimos sentar, ella comenzó a hablar emocionada y a la vez inquieta, los demás reían y yo solo miraba a mi alrededor hasta que ella mencionó el embarazo, entonces tomó mi mano que seguía unida a la de Andrew y nos sujeto con fuerza y nos miraba con ojos ansiosos llenos de ternura. 

--No puedo creer que digas todo eso, vamos Andrew acaba de llegar.-- entre delicadezas y sonrisas se sentaba Hanna en el otro extremo de la sala.

--Valla, madre, por favor, --reía Andrew y se rascaba la cabeza,-- vas a espantar tu nuera, mira que no ha podido decir ni una sola palabra, ven vamos a sentarnos.

Pasamos de la entrada a un salón al costado de la casa, era amplio con el piso de madera y los ventanales se veían más hermosos por dentro, una chimenea en el costado le daba un toque campesino pero el resto de la casa era muy lujoso, aunque no exagerado, daba esa sensación de estar en un hogar distinguido de una familia bien acomodada y con lujos que darse, pero también, dejaba sentir el calor de un hogar, daba la bienvenida y te invitaba a descansar, los sillones eran muy amplios hechos de una gamusa gris o café, con pinturas alegres en los muros pero con mucha calidad, aunque yo no supiera de arte se podía distinguir que las pinturas lo eran, el candelabro que brillaba desde el techo era bellisimo, le daba esplendor y elegancia a la habitación, una mesa de té con dos sillones del otro lado de la habitación justo cerca de la ventana, con una tetera  y sus tacitas a juego, "muy ingles" pensé para mi, mientras Andrew calmaba a su madre y me soltaba la mano para platicarle todo lo bueno que ya era, explicarle que el trabajo estaba muy bien y al parecer Cesar le estaba ayudando mucho en eso, su madre suspiraba, se angustiaba por momentos y luego volvía a sonreír, hasta que la platica se torno hacía mi; sus ojos intensos, de un azul claro que tal vez era por la edad, aunque no me parecía mayor de 60, su boca dijo algo y luego sonrío.

Cesar y Hanna nos miraban con una profunda aprobación en sus ojos, una honesta sonrisa que de vez en cuando opinaban a las muchas cosas que la madre de Andrew repetía. 

--Julia, señora, me llamo Julia-- le sonreí tímidamente.

--Julia, es un lindo nombre,  y tienes un lindo acento, me preocupaba que no supieras ingles y quise aprender un poco de español, le pedí a Hanna que me enseñara pero seguía pronunciando mal el "Hola".-- se reía a carcajadas al final. 

--bueno no se preocupe mucho, todavía hay muchas palabras que me fallan al pronunciarlas, pero creo saber suficiente para poder conversar con usted.-- le respondí con una sonrisa.