Parte de la vida es la buena rutina.

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Si contara todas las cosas que viví durante el primer mes, necesitaría escribir un libro solamente para relatar como fue todo, pero en resumidas cuentas quiero simplificar el tiempo que estuve en la ciudad natal de Andrew.

Las primeras dos semanas fueron muy incomodas para mi, la Señora Kemp era exhaustivamente amable y me atendía de las mil maravillas, no se cansaba de ofrecerme te por las tardes o tomar uno antes de dormir, su amabilidad era tan honesta que poco a poco me permitió abrirme a ella, comenzamos con momentos incómodos en donde ella me pedía que la llamara Nana como la llamaban sus hijos, --ahora eres parte de la familia-- me dijo una tarde cuando por primera vez me pidió que la llamará así, pero entre tropiezos verbales e incómodos silencios a la hora del te, comencé a darme cuenta de que ella era sincera; al principio me parecía como si quisiera sacarme una verdad, como si supiera toda la mentira y se esforzaba para ser amable para que yo le contará todo, pero nunca hizo una pregunta extraña, entonces me resolví a ser tan amable como ella lo era conmigo, era lo menos que podía hacer por mi madre. 

Una vez mi madre se sentó conmigo, yo en ese entonces salía con un chico al que ella trataba con mucha amabilidad, lo invitaba a comer y siempre lo procuraba cuando era noche, en esa ocasión que hablamos le dije entre bromas que  me parecía que ella se preocupaba más por él que por mi, a lo que ella me contestó, "yo tengo hijos, algún día van a entrar a la casa de alguien y yo quisiera que los trataran bien, que fueran amables y los procuren por mi"; supuse que si ella hubiese llegado a conocer a Andrew, sería tan amable como su madre lo es conmigo. Así que me rendí y en honor a mi mamá, fui tan amable con la Señora Kemp, como si fuese mi madre. 

Andrew me miraba sorprendido a la hora de la cena cuando pasaba el rato platicando con su madre sobre mi país, mi cultura y nuestras costumbres, aunque no dejaba de preocuparle la inseguridad, --deberías de considerar mudarte-- dijo en una ocasión. --ya has conseguido una linda esposa, yo creo que ya puedes regresar--. El corazón se me aceleró cuando escuché esa frase, miré a Andrew con temor pero él colocando su mano sobre la mía sonrió a su madre y no dijo nada. Sentí alivio que no lo considerara. 

Las semanas pasaron y no solo fui sintiéndome cómoda sino que también comencé a disfrutar de estar en el país, Hana y yo conversábamos cuando Andrew salía con Cesar e incluso ella comenzó a invitarme a salir de compras lo cual disfruté mucho, pasamos la mayor parte del tiempo siempre acompañados o cada uno por nuestro lado, como parte de ser nueva en el país me llevaron a conocer los lugares turísticos o los restaurantes de moda, cada día probé e hice algo nuevo que se volvió parte de mi rutina. 

Londres era maravilloso, frío y seco algunas veces pero lo mejor era la compañía. 

Al caer la noche era mi único momento a solas con Andrew, aunque al principio fue un poco extraño despertar a su lado y comenzar el día planeando algo juntos, al final comenzó a sentirse tan natural, era como si nos estuviésemos volviendo grandes amigos; me agradaba tanto que ahora él no fuera al baño a ponerse la pijama, lo hacía justo frente de mi y sí, por supuesto al principio mi cara se puso tan roja que al darse vuelta y mirarme me dedicaba una broma para hacerme encender aun más, tuve que cubrirme la cara en muchas ocasiones y escuchar su risa muchas más, sentirlo en la cama a mi lado no solo hacía que mi corazón latiera con fuerza sino también que mi sangre corriera con fuerza y mi instinto fuera castigado al reprimirlo para que no se saliera de control.

Descubrí su lado alegre, cariñoso y protector, su manía por las camisas limpias y el mantener los calcetines a par entrando en detalles sobre el tono de negro, se paraba por largos minutos mirando a la luz de la ventana varios pares hasta quedar satisfecho que ningún par estuviera disparejo de tono. 

Descubrí lo mucho que amaba a su familia y lo mucho que ellos lo extrañaban, al parecer fueron años sin comunicación y su alegría de que yo fuera motivo de que regresara. --debe de quererte mucho-- me dijo en una ocasión Hana, pero eso me afligió, no sabía con exactitud sus sentimientos y no quería darme ilusiones. 

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