El café

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Recuerdo que estaba nerviosa, que me temblaban las manos y las tenia sudorosas, no paraba de mover las piernas y trataba de no mirar hacia la ventana o la puerta para no darme cuenta de cuando llegara; no pasó mucho tiempo, fueron quince o veinte minutos después de que yo llegará, recuerdo haber pensado que si no llegaba en los próximos 5 minutos saldría del lugar y le mandaría un texto con una larga disculpa de arrepentimiento; pero era demasiado tarde, una mano se posaba en la mesa mientras yo jugaba un estúpido juego en mi celular.

--¿ eres Julia?-- escuché decir a la persona a mi lado.

Asentí con una tímida sonrisa sin decir nada, ahora no solo mis piernas estaban inquietas, mi estomago se sumergía en un dolor agudo como solía hacerlo en los momentos de estrés, algo normal para mi. Él se sentó al otro extremo de la mesa y sonrió.

"es más atractivo en persona" me pensaba.

Se quedó en silencio unos minutos mientras me miraba y sonreía, yo no supe que decir me sentía aterrada, seguramente esto era un error, así que tomé mis cosas y me levanté de la mesa, --Lo siento-- le dije casi sin voz, --creo que..., tengo que irme, lamento esto.-- pero el mesero se interpuso en mi camino, sé que no era su intención, pero me sentí aun más torpe cuando preguntó si estábamos listos para ordenar y si todo estaba bien.

--Estamos bien, ella va solo al baño, danos otros cinco minutos-- su sonrisa, su amabilidad y su calma me hicieron sentir aún más torpe.

Le pregunté al mesero por el baño y me señaló el camino, caminé a prisa y sin mirar a nadie, una vez dentro comencé a respirar profundo, me lavé las manos y me miraba al espejo.

"es más atractivo de lo que pensaba"

En estos momentos de mi vida, no me sentía joven, mucho menos linda, todavía menos me sentía lista para sentarme frente a alguien y comer, comer no me daba mejor estilo.

"creo que será mejor que me valla"

Me sequé las manos por segunda vez y relajada salí del baño entablando mi discurso en la mente.

--¿todo bien?--

Que sorpresa me llevé al verlo fuera del baño, algo que le pareció muy gracioso.

--ven, vamos a sentarnos-- y tomándome del brazo me llevó a nuestra mesa.

No sé realmente porque me quedé, no sé si fue la idea de evitar la pena o verme más torpe aún o porque él me hizo quedarme, no lo sé, pero ahí estaba, sentada sin decir nada.

--gustas un café o un té o tal vez prefieras agua--

Opte por un té, aunque la idea de salir corriendo también era una opción.

--En tu foto de perfil luces un poco diferente-- decía después de ordenar.

Ojala no hubiera utilizado la foto de hace cuatro años,  ¿quien diría que alguien como él me citaría?

--Es una foto vieja, no me he tomado alguna foto en el último par de años, ¿te molesta?--

--para nada, luces casi igual, es solo el flequillo, ahora no lo llevas-- decía haciendo un ademan con su mano en la frente.

--lo he quitado hace unos meses, estaba comenzando a crecer y me molestaba, no quise mantenerlo--

--aún así te vez muy bien--

Tal vez ya no era adolescente, pero seguía sonrojándome como antes, ojala eso hubiera cambiado. Asentí y le agradecí el cumplido; me sentía extraña, intimidada, pequeña, torpe, pero él estaba sonriente, calmado, seguramente yo no era la primera chica a la que veía.

El contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora