Nadie tiene la culpa

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Me duele el pecho, siento  algo como me aprieta y no me deja respirar, creo que estoy llorando, pero tocó mi cara y no hay lágrimas, ni siquiera sé ques es lo que estoy tratando de mirar, estoy paralizada viendo el cajón abierto, nada sobra, no hay nada extraño, solo falta una cosa, una pequeña cosa roja.

Ella... La chica del centro comercial, ella reconoció a Andrew y él... Él solo quiso saber de que hablaba con ella, pero... Jamás imaginé que él realmente usaría la tarjeta. Está bien, fue mi regalo, desde que llegamos aquí hemos estado juntos y él no ha visto a otra mujer, no ha tenido otra cita, no ha dormido con nadie...

Fue ridículo haberle regalado esa tarjeta, pero ¿cómo iba yo a saber?.

Andrew ésta abajo hablando con Nana, puedo escuchar a lo lejos como ella ríe tan fuerte mientras aquí yo estoy con una mano en mi pecho tratando de recuperar el aire.

¿Cómo es qué me ha afectado tanto?

No... No puede ser... No puedo estarme enamorando... No así...

El crujir de las escaleras me saca de mis pensamientos, reconozco sus pasos, debería de ponerme de pie e ir al baño, al balcón, afuera, no puedo afrontarlo así, no quiero que se dé cuenta.

– hey! Aquí estás! – en cuanto la puerta se abre retiro la mirada, pero aún no puedo moverme... – ¿Quieres venir abajo?, Nana quiere saber si puedes ir con ella mañana por unas compras antes de irnos, casi le digo que sí pero quería preguntarte primero.– mientras camina de un lado a otro sacando y metiendo cosas del guardarropa, ni siquiera se ha dado cuenta de mi trance. – ¿Juls?, ¿Juls? ¿Estás bien?– me ha mirado, creo que por su reacción se ha dado cuenta que algo no está bien.

– No hay problema, puedo ir con ella mañana– he dicho sin mirarle.

– Juls, ¿Qué pasa?, ¿Estás?... Maldición– suspira.

– Estoy bien, creo que solo estoy cansada– por un segundo me atrevo a mirarlo, pero he perdido frente a sus ojos que me miran con su celo fruncido. Las lágrimas me corren y ese nudo en la garganta me toma por sorpresa y he perdido el habla.

– maldición Juls, yo, yo no quería que te dieras cuenta, yo...

– ¿Entonces es cierto?, ¿La haz usado?, ¿Haz visitado a esa chica que vimos en el centro comercial?– sentí las mejillas arder, con un puño en el pecho era como si quiera sostenerme el corazón.

– Juls, por favor... No me hagas hablar de eso...–

– Solo quiero escucharlo de ti, no quiero imaginar nada, solo quiero, necesito que me digas si haz ido con ella, ella te reconoció cuando entraste, yo intuí lo peor pero no puedo quedarme imaginando cosas... Por favor, Andrew... Dime si estuviste con ella cuando no llegaste a la casa.–

– Juls...– era como si pidiera clemencia, pero no por él.

– Por favor...–

– No tiene sentido, no te hará sentir mejor–

– nada de lo que me dices ahora me hace sentir mejor!, omitirlo no me hará sentir mejor!, Andrew, por favor...-

– Sí –

Un lamento de mi pecho salió, un sonido lleno de dolor y pena, quise levantarme pero él me sostuvo las manos, quise soltarlo, quise salir corriendo, quise enojarme, pero me acercó a él y no pude evitar su abrazo, era todo lo que necesitaba.

Por un largo rato me sostuvo, me escuchó llorar y no me soltó ni un instante, no hubo palabras, no dijimos nada y cuando me dí cuenta, estaba despertando con la noche afuera.

Él estaba recostado a mi lado, no sé si todo el tiempo pero quise creer que así fue.

Tenía miedo de mirarlo, de hablar, de acercarme. Me sentí intimidada, pequeña.

– Quieres un poco de agua? – se acercó a mí y acarició mi brazo.

– Fue mi idea, fue mi regalo, que estupidez pero yo sabía que podía pasar, lamento la forma en que reaccioné, esos no fueron los términos del contrato.– el corazón se me hizo trizas mientras decía todo eso.

– Juls, no quiero hablar de eso ahora– su voz sonaba intensamente molesta. Pocas veces lo escuché tan enojado cómo está vez y me dió temor.

– Pero... –

– aclaramos que no hablaríamos de eso en casa de Nana así que no lo haremos. – su voz era firme.

No dije nada, tuve miedo al verlo molesto, no hablamos por varios minutos hasta que escuchamos la puerta.

– te encuentras mejor querida?– era la voz de Nana.

Miré a Andrew como buscando una respuesta.

– ha dormido lo suficiente y se ha pasado el dolor de cabeza–

– probablemente fue una migraña– Nana traía un té en las manos y una cara dulce y preocupada.

– me siento mejor ahora, lamento haberme perdido la cena–

– oh querida, si te sientes mejor tal quieras comer un poco– me extendió el té y me tocó la cara como buscando encontrar la fuente del dolor. – Si no te sientes mejor tal vez quieras descansar mañana– dijo con una tierna sonrisa.

– creo que comer un poco y descansar me ayudará a sentirme mejor, solo nos quedan unos días y no deseo estar enferma– hice lo mejor que pude para sonreírle.

– Muy bien iremos mañana después del almuerzo– después de acariciar mi cara rozó mi brazo mirando por último a Andrew y despedirse pidiéndole que me subiera unos panes con mantequilla.

Ambos bajaron y después de un largo rato el llegó con panes con mermelada y mantequilla, su cara estaba un poco triste y no dijo nada mientras yo comía.

Terminando bajó todo, y después de un largo rato ambos nos preparamos para dormir.

– mírame, no me des la espalda– su voz era cálida y triste.

Me dí la vuelta en la cama y quedamos mirándonos por algunos segundos. Su mano acarició mi cabello bajando a.mi mejilla, se detuvo ahí y me miraba triste, sin decir nada se acercó, pensé que me besaría pero solo me abrazó, escondí mi cara entre su pecho hasta quedarme dormida.

Un par de días más, pronto estaremos de vuelta a casa, extrañaré dormir a su lado.

Su aroma, su piel, sus ojos...

El contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora