La resignación.

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Creo que de no haber sido por él, yo estaría en casa con mi familia; pero tal vez eso ya no importa mucho, ahora estoy aquí entrando a una nueva casa en un vecindario que  nunca me imaginé. 

La cocina, la sala, el comedor, todo era mucho más espacioso, la verdad me encantaba el piso, era como si fuera madera real, el color de las paredes era relajante, la cocina lo tenia todo, los sillones en la sala eran amplios, suaves, cómodos; me gustaba tanto que los ventanales fueran también puertas que llevaban a un jardín con el pasto verde, como recién regado. Las escaleras a un lado del comedor nos llevaban a las habitaciones dos de ellas muy amplias con camas matrimoniales pero de un gran tamaño, de esas que eran el doble del tamaño habitual. Una habitación estaba casi frente a la otra, de un lado junto a la habitación ligeramente más chica estaba un baño grande, lujoso, con muebles de madera y mármol, el piso era como de piedra en diferentes tonos grises; del otro lado casi al final había una habitación vacía lo único que había eran cajas con cosas dentro que no quise mirar. 

Después miré que en la habitación grande que el baño estaba justo adentro, detrás de una puerta de madera donde primero se encontraba un armario tan grande como las paredes mismas y luego a la derecha el cuarto del baño, con una tina lo bastante grande para dos personas. Todo era como de ensueño, al menos para mi que nunca tuve una habitación para mi sola, siempre he compartido todo, y ahora entraba a una casa que solamente era para mi, en parte eso me asustaba y en parte me hacia sonreír. 

Al final del pasillo se encontraba una pared, aunque daba la impresión de que era el final del pasillo, esa pared era solo el indicio de otro pasillo que se habría a derecha e izquierda, pero no quise ir ahí, solo caminé de regreso a la habitación grande y dejé mis cosas en la cama; no podía creer que todo eso fuese mio. 

¿te gusta?-- preguntaba Andrew detrás mio cuando bajé de nuevo a la sala. 

--por supuesto, es muy linda-- dije sonriendo un poco apenada. 

Parte de mi se sentía avariciosa, otra parte apenada y una muy pequeña era feliz, pero la mayor parte de mi se sentía culpable, por como estaba tomando las cosas, era un extraño sentimiento de saber que nada era mio que todo era prestado. 

Andrew no miró tanto la casa como yo lo hice; mientras yo subía las escaleras el se quedó abajo, realmente no me di cuenta de lo que hacia, pero seguí su voz cuando  me animó a dar el recorrido por la casa. 

hay dos habitaciones grandes-- dije mirando hacia el jardín, aun se me dificultaba mirarlo de frente.

--así es, la mía esta justo frente a la tuya, pero no te preocupes, no estaré aquí muy a menudo-- sonreía desde la cocina, abriendo y sacando cosas, fue lo que observe al girar para escuchar su respuesta.

--¿cuál es la mía?-- me acerqué para ver mejor lo que hacía.

--la que tu quieras, pero espero hayas elegido bien, ya que no pienso cambiarla--  sonrío y acomodó dos copas sobre la barra.

--pues ya la he tomado, dejé mis cosas arriba-- 

--de acuerdo, en un rato voy yo a dejar las mías-- sacó una botella de vino de unos cajones y comenzó a abrirla. --espero que tomes un poco de esto, no voy a aceptar que me desprecies-- dijo mientras servia el vino sobre las copas.

--solo un poco entonces, no estoy acostumbrada-- sonreí tímidamente.

Tomó las copas y extendió su mano para poner una de ellas en mi mano, sonreía, siempre lo hacia, era un tipo de excitación en su cara, no malévola o cruel, era mas o menos como un niño emocionado por un viaje o por un regalo nuevo, su cara, su sonrisa, el brillo en sus ojos todo me hablaba de lo feliz que estaba. 

Chocamos las copas, brindamos por el nuevo comienzo y bebimos hasta el fondo, esa fue su idea. 

Yo no estaba acostumbrada a tomar, mucho menos beber a fondo de una copa, pero lo hice y el efecto fue casi inmediato, el sentirme mareada y acalorada parecía evidente, ahora Andrew más que sonreír reía en mi cara, pero no una risa burlona. Para mi era tierno su forma de verme, me enternecía, estaba claro que no existía ningún tipo de sentimientos entre nosotros; por su puesto que era atractivo pero no podría estar enamorada de alguien que apenas conocía, y bueno él, claramente no sentía ningún tipo de atracción por mi. 

Después de brindar e intercambiar miradas y risas, subí a la que ahora sería mi recamara mientras el salía por las suyas a su carro; todo seguía siendo tan extraño, que incluso un poco de miedo me recorría el vientre al estar en el baño, sentía que en cualquier momento la puerta se abriría y la dueña de la casa entraría enfurecida para sacarme de su recamara a gritos y patadas, pero pasaba el tiempo y nada de eso sucedía. 

Me lavé la cara con el jabón nuevo que estaba en la esquina del lavabo, tomé un cepillo nuevo del cajón de detrás del espejo y abrí la pasta dental nueva; así es, al parecer Andrew se tomó el tiempo de venir y poner en la casa todo lo necesario para este primer día. ¿será que llevaba planeando esto por mucho tiempo?. 

Toc, toc, toc. 

Escuché la madera de la puerta de la habitación sonar, y saliendo del cuarto de baño, junto al pequeño cuarto donde estaba el closet, lo veo ahí, de pie, sin ropa elegante y el cabello húmedo,  llevaba unos joggins grises una playera en cuello V color blanco y andaba descalzo con su sonrisa que parecía no tener fin. 

Nos miramos como si esperáramos que alguno de los dos hablara primero, pero ninguno lo hacia, y aunque en mi experiencia esto debería de ser incomodo, su calma me daba comodidad de quedarme en silencio. 

--aun llevas tu vestido puesto-- dijo mientras me señalaba.

--no me diste tiempo de traer algo de mi casa-- dije después de mirarme y levantando los hombros.

--quisiera decir que lo lamento pero no es así-- rió un poco.

--bueno, pienso ponerme lo que traía puesto en la mañana-- 

--mejor revisa aquí, espero que te guste algo-- entonces señaló las grandes puertas del armario y se acercó a las puertas. 

Abriendo uno de los cajones a la derecha pude ver ropa interior aún con las etiquetas, debajo de ese cajón estaban blusas para dormir y pijamas, de hecho todo era lindo, era curioso que no hubiera nada sexy o de encaje, pero para mi gusto todo era perfecto. 

--has tenido el tiempo de planear todo e incluso ir de compras-- lo miré de reojo mientras mis manos seguían buscando entre la ropa.

--hay algo más de ropa de este lado-- dijo y abriendo otro de los cajones se encontraban joggins de mujer. --perdona que no haya mucho, pero mañana podrás ir de compras y buscarte lo que más te guste--. finalizó Andrew con una enorme sonrisa y en su mano una tarjeta bancaria. 

--¿es para mi?-- pregunté incrédula.

--por supuesto, no podría dejar a mi esposa vistiendo esos pantalones toda la semana-- y tomó mi mano y la puso justo en mi palma.

Era extraño, como si fuera navidad o más bien como si yo hubiera robado la Navidad, pero aún así la tomé y la guardé en mi puño.

--esta noche dormiré aquí; hay un poco de comida en la cocina y suficiente agua, pero cuando quieras podrás salir y hacer las compras para ti misma, no te preocupes por cuanto puedes gastar, es un regalo para ti-- con las manos en los bolsillos del pantalón Andrew me daba las instrucciones con total naturalidad. 

Al final yo solo afirmaba con la cabeza y escuchaba en silencio. ¿Era acaso todo real?,  seguía preguntándome lo  mismo una y otra vez en mi cabeza mientras acompañaba a Andrew a la puerta de la recamara. Cuando me dejo sola, regresé al baño, me quite el vestido blanco, la ropa interior era todo lo que era mio, junto con las pertenencias en mi bolsa y mi teléfono, era todo lo que realmente sentía como mio, pero después de abrir la regadera y descansar bajo el chorro del agua, me dispuse a comenzar a disfrutarlo. 






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