Visitando la casa.

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Que miedo he sentido esta mañana al despertar; anoche hablando con Andrew acordamos que hoy visitaría a mi familia y traería conmigo mis pertenencias. Anoche era una mejor idea, pero enfrentar a mi padre no era nada sencillo, nunca pude hacerle ver que no era necesario gritar por algo insignificante, pero probablemente la manera en que él veía las cosas eran totalmente diferentes a las mías, como fuese, hoy tenía que ir pues el cumpleaños de Andrew estaba cerca. 

Llamé un Uber para que me llevara a casa rogado dentro de mi al cielo que nadie estuviera. 

Las ventanas que daban hacia la calle estaban cerradas, eso pasaba si nadie se encontraba, así que con un sabor medio amargo baje del carro y con las llaves en mano camine hacia la puerta. Como supuse, nadie se encontraba, entonces subí las escaleras hacía mi habitación y comencé a sacar ropa, bajar libros, sacar zapatos y poner todo en las maletas que guardaba en la parte de arriba en una bodega pequeña. Cuando pensaba que algo no servía lo miraba largos minutos y al final decidía guardarlo, fue una carrera larga, tediosa y fastidiosa, por momentos temblaba pensando que mi papá estaba por entrar y en otros me angustiaba que no llegara, como dije una tarea larga.  

Casi tres horas después yo ya casi terminaba de guardar todo lo que me pertenecía, no era mucho a simple vista pero las dos maletas estaban completamente llenas, incluso llevaba una maleta pequeña y dos mochilas con libros, casi no me deshice nada y buscaba en todas partes para no olvidar nada. 

A ratos me sentaba y miraba las paredes de la casa, con extraña melancolía observaba todo como si poco a poco se fuera desvaneciendo, incluso guarde las cobijas de mi cama, no por ser egoísta, más bien lo hacía como si fueran un recuerdo. Era doloroso despedirme de esta manera de mi hogar, volvía a sentirme una estafadora y traicionera, pero recordaba el contrato, recordaba a Andrew y seguía adelante empacando y guardando. 

***llamada entrante a celular***

La cara de Andrew apareció en mi pantalla, quien me sacó una sonrisa al ver el apodo que le había dado, seguramente después pensaré en algo mejor, pero ahora solo podía reír. 

--hola hermosa esposa mía-- escuché decirle al otro lado de la bocina.

--descuida, no hay nadie en mi casa-- dije pensando que trataba de impresionar a quien estuviera conmigo.

--bueno, eso no importa de todas formas eres mi hermosa esposa-- dijo aclarándose la garganta. --entonces no hay nadie--

--creo que todos salieron a trabajar, pero casi es hora de que mi sobrina salga de la escuela, supongo que alguien va a llegar pronto-- 

--solo llamaba para darte apoyo, tal vez lo necesitabas-- 

Eso me saco una sonrisa tan grande e hizo que mi corazón se calmara.

--gracias por el apoyo, te llamaré más tarde cuando regrese-- sonreí.

--¿con quien hablas?-- su voz dura y seca no había cambiado nada.

Mi corazón se detuvo, eso yo creía pero en realidad estaba acelerado, mi cuerpo quiso paralizarse pero mis ojos como reflejo miraron justo detrás de mí a mi papá. 

--no te escuche entrar-- me di la vuelta para mirarlo mejor. 

--¿dónde estabas?-- su tono fuerte que usa para intimidar estaba al 100%. 

¡¿Cómo explicarle que estaba casada?!, sentía que mis manos me sudaban como goteras de techo en tiempos de lluvia. 

--Arturo me dijo que se quedó en tu casa, que vivías cerca del centro, ¿por qué no me mandaste mensaje?--  caminó hacia la mesa de la cocina para dejar su maletín del trabajo.

El contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora