Era indudable que estaba emocionada, me desperté de buen humor y más temprano de lo normal, Andrew y yo quedamos de acuerdo en salir temprano en busca de las carnes y verduras faltantes, incluso tuvimos que comprar un asador ya que no contábamos con uno. Las compras fueron muy buenas, incluso más rápido de lo que había planeado.
Era lindo volver a subir al carro los dos juntos, la última vez fue el día de nuestra ceremonia así que ahora me sentía tranquila de saber adónde íbamos, bueno un poco, él conocía mejor las calles que yo y los lugares a los que nos dirigíamos. Pero fue una buena experiencia, los días pasados Andrew se esforzó mucho para hacerme sentir parte de "nuestra familia", ya no me sentía incómoda a su lado, al menos ya hablaba con confianza a su lado, de vez en cuando él me sujetaba de la mano, lo hizo un par de veces en la sala, al despedirse por las noches me acariciaba la mano de manera sutil y delicada. Andrew era todo un caballero, no me quedaba duda, era muy europeo en sus modales, cosa que me encantaba.
Platicamos cómodamente en el carro y en los mercados ambos opinábamos sobre las compras, congeniábamos bien. Sus ojos estaban destellantes, luminosos, su aspecto estaba lleno de felicidad lo cual me emocionaba.
No pasamos ni un instante en silencio, platicamos de la comida un par de veces pero el centro de la platicaba se la llevaba mi familia.
—¿cómo son tus hermanos?.
—ambos son muy conversadores, pero uno es más celoso que el otro, probablemente va a decir cosas extrañas, pero es genial cuando lo conoces, a mi hermana le encanta platicar, siempre me sorprende con lo que dice, a veces ni yo misma me lo espero. Valentina esta muy emocionada de conocerte, seguramente va a traerte un regalo. Y bueno mi papá, ya veremos.
—¿a qué te refieres con ya veremos?.
—bueno es que a veces parece malhumorado pero no es así y otras veces, casi nunca atinó a su estado de ánimo, pero si está de buenas, seguro se llevan bien.
La plática sobre mi familia iba y venía, entre carnes y verduras, entre postres y el asador, entre el mejor carbón y el líquido para encenderlo, entre una broma y otra, entre la salida de la casa y nuestro regreso antes del medio día.
—parece que ya no falta nada, bien, vamos a picar y hacer una rica salsa, yo preparo el postre.
—¿qué harás?.
—creo que algo sencillo, unos roles de canela glaseados con el helado que trajimos.
—me parece delicioso.
La plática continuaba, mi familia era el centro de ella, hasta que escuchamos el timbre y supimos que la verdad estaba justo en la puerta.
Fui casi corriendo a abrir la puerta de la calle, todos estaban, todos sin faltar uno, lo cual me dio muchísimo gusto.
—¿pediste permiso para salir temprano?—. Pregunté a mi hermana al saludarla.
—si, pero mañana tengo que ir a trabajar temprano, lo bueno que de aquí es más cerca.
Cruzamos la puerta para entrar a la casa y ahí en la cocina donde lo dejé, estaba Andrew, mi hermana cargaba una caja que corrimos a meter al refrigerador. Entonces mi corazón comenzó a acelerarse cuando presenté a cada uno por su nombre, pero sentí mi corazón detenerse cuando le tocó el turno a mi papá, pude notar que al estrechar sus manos lo hicieron con bastante fuerza, se miraron fijo a los ojos y asintieron con la cabeza, un silencio me hizo despertar de la espontanea parálisis y llevarlos a la sala. Todo estaba casi listo, los roles se esponjaban en el horno y el carbón estaba con buen fuego, listo para poner la carne, el clima era fresco y soleado, pero probablemente el viento se enfriaría por la tarde.
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El contrato.
Non-FictionJulia y Andrew se conocieron a través de una pagina de Internet en la que se encuentran los empresarios y millonarios, pero también las chicas y chicos que andan en busca de un "patrocinador" que les ayude en sus negocios o educación. Los empresari...