Una noticia inesperada.

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Nuestras noches fueron muy parecidas, desde ese entonces dormimos juntos, a veces él me abrazaba otras yo acercaba mi rostro al suyo para sentir su aliento, él jamás se alejaba, no se movía, no abría los ojos se quedaba quieto, como esperando, pero finalmente nada pasaba, yo simplemente caía dormida.

Nuestra rutina comenzó a ser diferente, él se levantaba temprano, salía al trabajo y regresaba casi siempre a las ocho, pero en veces cuando salía temprano me llamaba desde el trabajo para avisarme que saldríamos a cenar esa noche; siempre escogía los lugares más elegantes y románticos; entonces comenzaba a sonreír y contarme sobre su día, sobre algún logro, o una anécdota graciosa o simplemente me preguntaba por mi día, entonces pasabas el resto del tiempo en los detalles, lo que me gustaba lo que me hizo enojar, incluso a veces comenzaba a hacerme preguntas sobre mi familia, si todos estaban bien, si necesitaban algo, si los frecuentaba, si ellos me visitaban cuando él no estaba. Con una mano en la barbilla y su codo sobre la mesa me miraba detenidamente, algunas veces alcanzaba mi mano y la rozaba con delicadeza, pasaba sus dedos entre los míos y no decía nada; su silencio me hacia suspirar, sonreír, sentirme...

Cada día comencé a esperarlo con ansias, preparaba la cena y cerca de las seis esperaba su llamada, si no la recibía salía a caminar para perder el tiempo o llamaba a mi hermana para saber lo que hacía, ella siempre tenía algún tema que me sacaba el tiempo y me podía enfocar en otra cosa; cerca de las ocho escuchaba el ruido de la puerta de atrás, pues eso significaba que terminó de estacionar el coche dentro del garage y no planeaba salir más.

Me cambió la vida esperar por él, tenerlo en casa, lo cual yo no esperaba, verlo sentarse cansado en el sillón a veces en silencio otras invitándome a estar a su lado, comprendí sus señas con el tiempo, sus modales, gustos y disgustos y nada en él me parecía desagradable.

Comencé a disfrutar de sus risas y carcajadas, de su andar por la casa en pantalones deportivos y sin camisa, de la manera que tomaba el agua tranquilamente cuando trabajaba en la computadora, su manera de andar descalzo por la casa, su forma de mirar silenciosamente las noticias y pedir silencio cuando escuchaba algo importante incluso si nada sonaba en ese momento, su manera de levantarse temprano los fines de semana para ir al gimnasio y regresar para preparar el desayuno, la forma en que nunca me pidió levantarme temprano con él, su beso en mi frente discretamente antes de irse sin saber que yo despertaría por esa razón.

Ahora mismo es sábado, él salió esta mañana como siempre y ahora puedo oler el desayuno, probablemente esta asando pollo y algunas verduras, pero lo que me mantiene despierta es la forma en que esta hablando por teléfono con alguien, parece estar muy contento y aunque al principio le sorprendió la llamada no ha colgado desde hace 45 minutos, no solo eso, si no que esta hablando en su lengua, esta hablando ingles con su acento británico que parece ser no ha olvidado.

Quiero bajar y averiguar con quien esta hablando, pero es la primera vez que habla con alguien por teléfono aquí en la casa, casi siempre fueron solo mensajes y cuando entraba una llamada simplemente la ignoraba; pero ahora no quiero ni siquiera levantarme e ir al baño para averiguar con quien ríe tanto, llevo esperando a que cuelgue los últimos 15 minutos y ya no aguanto, creo que sera mejor que me levante y valla al baño o tendré un accidente muy vergonzoso.

Así que decido correr al baño y justo cuando estoy en mi asunto, escucho la puerta de la habitación cerrarse con fuerza, él grita mi nombre y escucho que viene en esta dirección.

--el desayuno esta listo, voy a esperarte abajo, no tardes mucho-- escucho una pequeña risa y sin esperar respuesta escucho de nuevo la puerta cerrarse.

Nada de esto me parece normal, y siento un poco de nervios tener que bajar, pero creo que será ridículo  quedarme en la habitación el resto de la mañana, es más, si subió una vez para llamarme a desayunar, cosa que no hace, lo hará de nuevo, así que mejor bajo.

Me lavo la cara y salgo del baño, con mi pijama puesto bajo las escaleras esperando no encontrarme con nada extraño, reviso con cuidado al bajar, pero parece que todo está bien, la mesa servida y el televisor encendido, creo que está mirando las noticias.

—que bien que no has tardado, no quisiera que se enfriara el desayuno— me ha escuchado y levantándose del sillón va a la cocina para servir los platos.

—¿qué hiciste el día de hoy?— por algo extraño yo también me siento extraña, preguntó con un poco de torpeza pero solo recibo una sonrisa como si algo muy bueno hubiese pasado. —¿no vas a decirme nada?—

—ah es un destino muy simple, huevos revueltos con unos frijoles a un lado, una salsa roja como te gusta y espero que me haya quedado igual que a ti, y no tuve tiempo de comprar jugo pero revisé el refrigerador y encontré han papaya, así que hice un smoothie de papaya, quedo muy bueno.

—te vez diferente hoy— no podía seguir aguantando la incertidumbre.

—¿enserio?, ¿por qué lo dices?—

—bueno, creo que solo te veo muy contento esta mañana— no pude decirle todas las diferencias que notaba.

—bueno, hay algo que quiero contarte, pero primero dime, ¿has estado en Londres alguna vez?— terminado de servir los platos se sentó y me miró detenidamente, sus ojos brillaban y su sonrisa era tan grande.

—pues realmente no, nunca he estado ahí.

—bueno, pues iremos a Londres en tres semanas— su cara brilló con más intensidad y su sonrisa ahora era una risa mezclada con nervios que hacía mientras revolvía la comida en su plato.

—¿cómo?, ¿solo así?, ¿cuándo lo decidiste?, espera... ¿A qué vamos?.— parecía como si estuviese enojada, él mismo cambio su mirada de emoción por una mirada preocupante.

—¿no te gusta la idea?— se detuvo y dejó lo que estaba haciendo.

—no, no es eso, me parece muy extraño que vallamos a Londres.-- callé y ahora la que contemplaba el plato y revolvía la comida sin sentido era yo.

Por un instante nos quedamos callados, yo no sabía lo que estaba pasando ni porqué iríamos, algunas veces olvidaba todo el asunto del contrato cuando eramos felices, pero al final del día siempre me recordaba que todo lo que estaba sucediendo debía de tener una razón, otras veces sin querer saber sus razones disfrutaba el momento; pero Inglaterra, aunque sanaba increíble la idea, también era una razón para asustarme por los motivos, cualesquiera que fuesen. 

--Lamento no haberte contado sobre mis planes, estaba tan emocionado de poder regresar que solo pensaba en que tú también te emocionarías de poder conocer a mi familia y ...-- mi voz de sorpresa lo interrumpió.

--¿!a tú familia¡?, ¿no estas hablando en serio, verdad?-- qué se yo lo que sucedió después, no peleamos más, él me miraba preocupado y yo lo miraba lejano, literalmente, porque ahora sin darme cuenta de que me había levantado, ahora estaba en la sala, casi en la puerta del jardín.

Lo miré tan preocupado que se acercaba lentamente estirando los brazos pidiéndome que me tranquilizara y volviera a la sala; yo ya tenía un pie en el jardín y movía los brazos para alejarlo, me faltaba el aire, así que para tranquilizarlo me senté en el piso y traté de respirar profundo.Él se sentó a mi lado, permaneció callado por unos minutos, largos y tediosos minutos, hasta que lo miré, y susurre --"eso no era parte del contrato"-- yo hablaba para mi, pero él me escuchó, su semblante decayó de nuevo, esta vez era aún más, su respiración era pesada y se levantó, caminó hacia la puerta de la sala y solo me miró de nuevo para decirme --piénsalo, me gustaría mucho que vinieras, de verdad, te doy una semana para que te lo pienses y si aún así piensas en no ir, haré la cancelación.--

Se retiró y subió a la alcoba, escuché la puerta cerrarse con fuerza, su enfado me sorprendió aunque no estaba segura a que se debía; mientras yo, ahora recostada en el pasto, no paraba de pensar en todas las cosas que podrían pasar en su país con su familia, con un matrimonio falso. 

El contrato.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora