Capítulo 24

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Maldita loca.

Daniel.

Ariadna descansa entre mis sábanas, es candente, la conocí hace una semanas y hasta ahora no me ha decepcionado como folla.

La garganta se me seca y dejo a la rubia en mi cama para ir a la cocina por un vaso de agua.

Siento ruidos en el pasillo cuando paso por el recibidor pero no le presto atención.

Me sirvo el agua y escucho mi nombre entre golpes y gimoteos, sonrio ante el pensamiento de que sea Ariadna teniendo un sueño húmedo conmigo, causo ese efecto en las mujeres.

Pero no, no es ella, las voces vienen del pasillo, dejo el vaso de agua en la meseta y abro la puerta, cuatros guardias y el recepcionista del edificio se encuentran frente al ascensor.

-¿Que está pasando? -me cruzo de brazos,, son las seis de la mañana para que armen tanto escándalo.

-Un incidente con esta señorita pero ya lo resolvemos. -habla un guardia y no es hasta que dicen mi nombre que me percato que hay una mujer dentro del ascensor.

-¿Layla?

Se ve horrible, el cabello lo trae todo revuelto, está empapada en agua y con el maquillaje corrido por toda la cara, el vestido casi le llega a la cintura, no se si me da vergüenza, gracia o lastima.

-¿La conoce? -pregunta el recepcionista.

-Por desgracia si.

Ella me mira con desden y me encojo de hombros.

-¿Que hacemos?

-Yo me encargo.

Se van y ella me sigue cerrando la puerta, paso por alto que Ariadna esté aquí, de echo no se ni porque la dejo pasar.

Me mira somnolienta y se dobla con una arcada que la invade, la llevo al baño y basea todo en el lavabo.

-¿Que mierda haces aquí? -pregunto recostado a la puerta del baño.

-Necesitamos hablar.

-¿En serio? -me cruzo de brazos y se lava la cara...

-Necesito...

-Un baño.

Termino por ella buscándole una toalla y un cepillo de dientes mientras se desbiste y entra a la ducha.

-Si necesitas algo me avisas.

La espero sentado en el sillón, puedo escuchar el agua caer y deseos no me faltan de entrar y estamparla contra el cristal de la ducha y follarla ahí mismo pero me controlo.

Sale envuelta en un albornoz, la cabellera negra le cae húmeda por los hombros cubriéndole la espalda. Se sienta a mi lado y me mira con los ojos entrecerrados.

-Eres un imbécil. -suelta haciéndome reír.

-¿Yo? No seas patética, mírate, en la casa de el imbécil a las seis de la mañana ebria y tomando una ducha..

-Daniel lo que me hiciste no te lo perdonaré nunca, me trataste como a una cualquiera y me dejaste en ridículo delante de mí padre. -alza la voz, apesta a alcohol.

-Baja la voz.

-Tu a mi no me dices lo que tengo que hacer, porque eres un hijo de puta que solo le interesa su maldito dinero y orgullo.

-Si lo sabes entonces ¿Que haces aquí? -alzo ambas cejas simulando diversión, en verdad estoy cabreado.

-Porque no me voy a quedar callada como todas las veces en las que me has humillado como te ha dado la gana, no soy tu maldito juguete.

Placer Y Obsesión (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora