Golpe de pecho.
Layla.
–Lista, estás guapísima.
Amanda me da los últimos retoques de maquillaje y me observo ante el espejo con un vestido negro ajustado arriba y suelto abajo hasta medio muslo.
–Bueno es hora de irme.
Digo cuando escucho el sonido de un claxon, me echo el cabello hacia atrás y bajo las escaleras seguida de Amanda.
–Cuidate, nos vemos hoy o mañana. —me guiña un ojo.
Frente a mi casa hay estacionado un BMW negro, este hombre tiene adicción al sexo y a los autos, desde que lo conozco lo he visto con tres coches distintos en poco tiempo, debe tener una colección.
Entro al coche que me recibe con el exquisito olor a coco Chanel, Daniel me da una rápida mirada y se pone en marcha.
No digo nada y el tampoco, solo se dispone a conducir y yo me limito a mirar los coches pasar.
Llegamos a un restaurante de grandes ventanales de cristal y alfombras rojas, la belleza de este lugar me deslumbra, las meseras se pasean de un lado a otro con bandejas de comidas que huelen exquisito.
El mayordomo nos da la bienvenida tomando mi abrigo y guiándonos a la mesa que Daniel reservó, un lugar más privado con violinistas que hacen de la noche una velada extraordinaria.
Tomo asiento frente a Daniel y una chica peli roja nos trae una botella de vino, cirviendo dos copas.
Daniel está demasiadas callado, desde que llegamos no ha dicho ni media palabra y ya me comienzo a impacientar.
–Vuelvo ahora.
Se levanta contestando el móvil y comienzo a cuestionarme el haber aceptado venir a este cena donde parece que la única interesada o con hambre soy yo, estoy al punto de comerme la servilleta que huele a chicle.
Me acabo la copa y la camarera la vuelve a llenar, Daniel se demora, desde mi punto puedo verlo, parece inquieto, hace gesticulaciones que dan la impresión de estarse molestando.
Varios hombres pasan por mi lado y me coquetean pero no hago caso.
Daniel vuelve con cara de mil demonios y me enderezo en mi puesto a la espera de que diga algo y valla que dice mucho en tan solo dos palabras.
–Debo irme. —dice tomando su chaqueta.
No me da tiempo a decir nada, sale disparado del lugar, dejándome sola sentada en la mesa, no se qué pensar ni qué hacer.
–Una botella de vino por favor.
Le pido a la camarera y en cinco minutos me la trae, y ahí estoy yo, en un restaurante lujoso plantada bebiendo vino sola como una ostra.
Las horas pasan y me termino dos botellas de vino, miro el reloj de la pared y ya son las once de la noche.
Pago la cuenta y pido un taxi, espero fuera del restaurante con el abrigo colgado del brazo y la dignidad aplastada por milésima vez.
Yo no aprendo, Daniel me ha humillado más de una vez, ¿En que mierda estoy pensando? Se casa en dos meses y yo aún estoy pensando en que tendré algo más que una relación de sexo con el.
El frío de la noche me golpea el rostro pero no me coloco el abrigo, la decepción me ha dejado sin ganas de nada, ni siquiera de comer, tengo el estómago cerrado.
Llego a casa y Amanda está dormida en el sofá con la tele prendida, tomo el control y la apagó subiendo a mi habitación en silencio, se que si la despierto me va a dar una charla épica sobre lo importante que es la dignidad en una mujer.
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Placer Y Obsesión (Libro 1)
RandomLayla se traslada de Hawaii a Witko finalizada sus vacaciones con sus mejores amigas prácticamente sus hermanas. En su incorporación al trabajo en la Academia Pembrook, una Academia que recluta y prepara soldados para la disposición del FBI y la CIA...