Capítulo 34

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Pareja ideal.

Layla.

Sus ojos me siguen observando de arriba abajo hasta que toma un suspiro y me le lanzo encima, me envuelve en sus brazos besándome la coronilla.

–Perdon por venir sin avisar, pero quería verte. —susurra contra mi cuello y me deshago en sus brazos.

Los ojos se me empapan y la verdad merezco a alguien que sepa quererme y valorarme como me lo merezco y ese no es Daniel.

Lo aprieto con fuerza hacia mí y me pasa la mano por la parte de atrás de la cabeza, sollozo y me sostiene el rostro.

–¿Estás bien? —pregunta preocupado.

–Si, solo necesitaba un abrazo. —me sorbo la nariz y asiente.

–Siempre estaré aquí para ti, pequeña. —me besa la frente.

Su calidez me envuelve y me cuestiono el no haberme dado cuenta antes de lo que Ian sentía por mi, de lo tonta que he sido al dejarme embaucar por un hombre que no siente nada por mi.

Sus palabras hacen eco en mi cabeza y me aferro a Ian sollozando en su pecho.

–Tranquila Lay, no se qué te pasa pero quiero que sepas que nunca te dejaré sola.

Me besa la cabeza y me alejo secando las lágrimas que me empapan las mejillas.

–¿Quieres que te lleve a la Academia? —pregunta sosteniendo mi rostro.

–Si por favor.

–Dame eso.

Me quita la mochila y camina a mi lado colocando la mano libre en la parte baja de mi espalda.

Subimos a su deportivo y lo observo conducir en silencio, merezco a alguien como Ian, atento, cariñoso, de esas personas que te pueden amar de por vida y que nunca te lastimara ni con palabras.

Llegamos a la Academia y se detiene justo en la entrada, me giro para ver bien sus ojos casi transparentes.

–Ian. —trago grueso, no quiero arrepentirme de lo que diré. –Respecto a lo que me comentaste en mi casa, quiero que sepas...

–Lay, por favor no quiero que pienses que fui a verte hoy para precionarte. —coloca una mano en mi mejilla acariciándome.

–No, lo sé, solo quiero decirte que si quiero que seas parte de mi vida, quiero que seas algo más que un amigo, Ian si acepto que me des todo ese amor que tanto tienes para mi. —los ojos se le iluminan y sonríe.

–¡Dios Lay! Creí que este momento nunca llegaría.

Me da un beso corto en los labios sin dejar de acariciarme el rostro.

–Ahora la pregunta cordial. Layla Lombardi, Diosa de la sensualidad y la inteligencia, ¿aceptas a Ian Marceli, Dios de los desastres, con poco sentido del humor y locamente enamorado de ti, cómo novio?

Sonrío con la tal pregunta cordial.

–Acepto Dios de los desastres.

Me envuelve en un abrazo juntando nuestros labios, nuestras lenguas danzan gentilmente, su aroma me llena los pulmones y no puedo evitar que los ojos se me llenen de lágrimas tras el recuerdo de Daniel.

Prácticamente estoy intentando olvidar al hombre que amo con el que me ama a mi, es bajo y no debería hacerlo pero tengo que darme la oportunidad de volver a sentirme amada.

–Tengo que irme. —me separo.

–De acuerdo, nos vemos a la hora del almuerzo. —me besa nuevamente y salgo del Mercedes.

Placer Y Obsesión (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora