Capítulo 53

32 2 0
                                    

No me dejes sola.

Layla.

La mañana me toma con Claudia al teléfono informándome sobre las última novedades de Daniel.

-Ya ha despertado Lay, está débil, su tes está pálida, pero está fuera de peligro, ahora lo trasladarán a otra clínica más privada y de mejor atención.

Ahogo un grito interno, salto por toda la habitación sin poder creerlo está fuera de peligro, no va a morir, la felicidad no cabe en mi cuerpo y el corazón me retumba en los oídos.

-Layla, ¿Estás ahí?

-Si, te escucho.

-Bueno te llamé para que estuvieras al tanto, se que es tu instructor y le tienes mucho aprecio.

-Pues si, gracias.

Cuelgo el teléfono lanzándome a la cama dando vueltas como colegiala enamorada, oré tantas veces para que saliera de peligro, para que despertara y al fin está estable.

El echo de que lo trasladen de clínica no me gusta mucho porque eso implica que no lo veré, no puedo presentarme en una clínica dónde estarán sus padres, hermanos y mujer, pero al menos puedo verlo hoy por última vez.

Observo mi reloj después de salir del baño y son las ocho de la mañana, debo ir a la Academia pero las ganas que surgen de verlo, de besarlo, de estrechar lo contra mi me sacuden haciendo que tome mis cosas y busque mi auto marcando el destino al hospital.

Se que es una locura, que no debo de hacerlo para no levantar sospechas, pero tengo un vacío en mi interior y unas mariposas revoloteando como locas así que tengo que ir, mis impulsos y amor son más grandes y fuertes que mi cordura y cerebro.

Me aventuro en las calles centrales rumbo al hospital privado donde se encuentra Daniel, aparco el auto a un costado y respiro tres veces antes de cometer la locura de subir y escabullirme hasta su habitación, como es de entender no me dejaran pasar, no soy nada de él y todos van a sospechar.

Me adentro al lugar, en el ascensor hay dos guardias de seguridad, me detienen y les muestro la tarjeta que me da pase a la clínica debido a que pertenezco a la Academia militar Pembrook, la examinan reparandome unas tres veces y se hacen a un lado permitiendo que suba.

Marco el piso trece, mientras el aparato va subiendo el corazón se me va acelerando y las manos me comienzan a sudar, si soy descubierta entrando a la habitación de Daniel estaré en problemas, que sea solo mi director no implica que tenga que estar a su lado llorando y gimoteando.

Respiro asomándome al pasillo, la madre de Daniel está junto a su esposo, Azael, Clara y su madre, cerca de ellos hay tres hombres vestidos de negro que supongo sean guardias de seguridad, cualquiera puede intentar entrar a su habitación para atentar contra su vida.

Ahora que estoy aquí caigo en cuenta que la habitación de Daniel está cursando los familiares que se abrazan y lloran, organizo mis ideas, puedo pasar de ser percibida debido a que estoy con un vestido blanco hasta medio muslo, ajustado, zapatillas negras y un gran moño alto, pero necesitaría un tapa bocas el cual no tengo.

Suspiro pegando mi cuerpo a la pared, no pensé bien las cosas, me aventuré sin tener los riegos en cuenta. Vuelvo a observar y siguen en el mismo lugar sin señal de moverse.

Me giro y mis ojos se abren al ver al hombre canoso parado frente a mi con los brazos cruzados sobre su pecho, con un traje negro y chaqueta de cuero que se le ajusta a los pectorales.

-Alex... Quiero decir, Señor Alex.

Sus ojos me recorren de arriba abajo con detenimiento, sin pronunciar una sola palabra.

Placer Y Obsesión (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora