Capítulo 40

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¿Que harás si me voy para no volver?

Layla.

Papá me lleva a la Academia para luego irse a Hawaii, los instructores lo reciben sonrientes al igual que cada empleado.

–Ernesto que alegría volver a verte. —Lanz saluda a mi padre dándole un fuerte abrazo.

–Lo mismo digo.

Varios instructores se le acercan a papá y a Lanz para conversar, por mi parte me quedo un poco apartada para no importunar.

El corazón se me desboca al ver al hombre vestido todo de negro que viene caminando hacia nosotros.

–Nuestro querido y respetable instructor Daniel Frost. —saluda papá cuando llega a ellos.

Tomo varias bocanadas de aire para no desfallecer en estos momentos, mi pobre y maltratado corazón tiene que entender y convencerse que el solo es mi instructor, nada más que eso, ahora soy una mujer comprometida y no debo de andar fijandome en nadie más.

–Un placer volver a verlo. —saluda Daniel a mí padre estrechandole la mano.

–Lo mismo digo, muchas gracias por ese fin de semana libre que le diste a mi hija.

–No fue nada.

–Para eso eres el primer jefe. —secunda Lanz. –Pero dime, ¿Ese milagro que estás aquí?

–Bueno mi pequeña que ya no es tan pequeña se me ha comprometido., Pronto habrá boda. —contesta mi padre.

Los ojos de Daniel viajan a mi por un segundo y quisiera desaparecer, abrir un hueco en la tierra para que la misma me tragase. Las mejillas se me encienden y no sé para dónde mirar.

–Felicidades. —Lanz me abraza y los demás me besan la mejilla.

–Le deseo suerte Lombardi.

Es lo único que dice Daniel antes de desaparecer escaleras arriba. Llevo a papá a la pista de aterrizaje de la Academia para que vuelva a Hawái.

–Te echaré mucho de menos. —digo con los ojos llenos de lágrimas.

–Y yo a ti,pero no llores, nos volveremos a ver pronto.

Me da un fuerte abrazo que no quiero que termine, se que desde el momento que suba a ese jet y desaparezca en el cielo azul mi vida volverá a ser como hace cuatro días, llena de pensamientos lujuriosos y escapadas para ver si logro ver aunque sea de lejos a Daniel.

–Cuidate mucho, no olvides que cualquier cosa puedes llamarme, para lo que sea, como si tengo que cruzar medio mundo para venir a tu rescate.

–No exageres papá, te quiero mucho.

–Yo también.

Sube al avión luego de darme un beso en la frente, me quedo ahí viendo como el avión despega y se va alzando hasta que solo es un pequeño punto blanco en el inmenso cielo azul.

Me lleno de nostalgia al verlo tan lejos, no se cuando lo volveré a ver y eso me pone mal.

Dejando de lado el sentimentalismo me voy a mi lugar de trabajo para comenzar con la rutina matutina.

El teléfono a mi lado suena y levanto la bocina para responderlo.

–Sala de instructores, dígame..

–Ven ahora mismo a mi oficina, es una orden.

La voz demandante de Daniel truena del otro lado, me paralizo en mi puesto sintiendo como cuelga el teléfono.

Placer Y Obsesión (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora