Riesgos.
Daniel.
Termino de vestirme y tomo una taza de café de la mesa, ya me encuentro mejor pero no puedo evitar las punzadas de dolor que me avasallan las costillas cada que hago un movimiento brusco.
–Ya puedo volver al trabajo. —informo tratando de hacer una cuclilla logrando que el dolor me fulmine.
–Debe hacer reposo señor. —informa la empleada y enfermera que me contrató mi padre.
–Necesito trabajar, estar encerrado en estas cuatros paredes me va a volver loco. —contradigo y niega.
–Es por su bien, tómese esto.
Me pasa tres pastillas que me trago con un poco de café.
–Mi bien sería estar de vuelta en el trabajo, no quiero ni imaginar las atrocidades que están haciendo los soldados sin una mano dura al mando.
–Su abuelo está a cargo.
–Ese viejo suavisa las cosas cuando entra en confianza. —aclaro y ella ríe.
–Su esposa está al llegar, salió temprano para arreglar unos asuntos.
La empleada se va y camino hacia el balcón encendiendo un cigarro, tengo un cabestrillo en el brazo izquierdo, ya los puntos de mi barbilla fueron retirados y los moretones están desapareciendo.
El cielo naranja se extiende sobre Londres como una sábana, las nubes se divisan a lo lejos con un color naranja claro y el sol que se oculta tras los rascacielos parece una llameante bola de fuego.
Llevo casi un mes aquí, lejos de todos, lejos de la Academia y de las piernas de Layla, estoy fogoso, deseoso de meterme entre esas piernas torneadas y ese trasero firme.
Ya está bueno de descansar, estoy bien, como dice mi madre bicho malo nunca muere y no es menos cierto, por otra parte tener a Clara pegada todo el tiempo no me es de utilidad, no quiere follar porque según ella debo de guardar reposo, si fuese Layla no lo dudaría ni un segundo, aún recuerdo aquella vez cuando me llevó a la enfermería, aún con una contracción muscular y problemas de azúcar no refuto a la hora que me metí entre sus vaqueros.
Eso es lo que más me encanta de ella, siempre está dispuesta para mí, puede ser una loca paranoica y bipolar pero siempre que toco su piel es como si se prendiera en llamas, su cuerpo es tentación y yo caigo en ella tan fácilmente que me molesta, pero una vez dentro de ella esas molestias se van al diablo.
La puerta se abre y miro sobre mis hombros, mis padres se han tomado la alcoba, caminando tomados del brazo como recién casados, la hipocresía me hastia y vuelvo la vista al frente.
–¿Te encuentras bien? —pregunta mi madre y asiento dándole una última calada al cigarro.
–Daniel no puedes fumar, el médico fue bien claro.
–El médico me toca a mí las pelotas, tengo 28 años para que vengan a decirme que hacer o que no.
Mi padre se tensa ante mí respuesta y me da igual, paso por su lado rompiendo en agarre de mano que tienen el y la mujer de cabellos dorados que dice ser mi madre.
–¿Que quieren? Sean breves que quiero estar solo.
–Pues lamento informarte que no podrá ser. —informa mi padre. –Posiblemente hoy sea el último día que estaremos aquí e iremos a cenar en familia.
–No cuentes conmigo.
Me repara sobandose la cien.
–Iremos a cenar en familia, ¿Que parte no te quedó clara? Así que como un hombre maduro y ejemplar vas a meter tu asqueroso culo dentro de ese baño y en media hora bajarás al lobby para ir al restaurant.
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Placer Y Obsesión (Libro 1)
RandomLayla se traslada de Hawaii a Witko finalizada sus vacaciones con sus mejores amigas prácticamente sus hermanas. En su incorporación al trabajo en la Academia Pembrook, una Academia que recluta y prepara soldados para la disposición del FBI y la CIA...