Entre mentiras y verdades.
Ian.
–Bien ya tienes todo para hacerte pasar por el de mantenimiento.
Samy termina de pasarme lo que necesito, se ve estupenda en sus nuevos jeans ajustados negros y su blusa ceñida, no entiendo el porqué viste como una chica corriente cuando su madre es una de las mujeres más ricas en dinero y poder de toda América.
Me dejo caer en el sillón del despacho negando lo innegable, ella tiene una aventura con alguien de ese edificio, me engañó, tal vez por eso me dejó y Samanta tenia razón, al igual que Clara.
Echo la cabeza hacia atrás tratando de convencerme que tal vez solo vive un amigo, pero no tendria porque ir borracha y armar tal revuelta.
Por otra parte no estábamos juntos aún, recuerdo que ese día me la encontré en la discoteca, pero de todos modos eso no quita que tal vez me engañara aún comprometidos y eso es exactamente lo que he de averiguar.
–Prometeme que te lo tomarás con calma. —pide Samy a mi lado.
–Depende.
–¿Depende?
Suelto un largo suspiro antes de hablar.
–Depende de lo que se trate, si resulta que solo fue una aventura que terminó cuando le pedí ser mi novia entonces lo dejaré pasar. —Samy me observa detenidamente. –Pero si resulta que ella siguió yendo a ese lugar a verse con el aún siendo mi novia, no respondo por mis actos.
–Ian no eres alguien violento.
–Cuando de mi dignidad y hombría se trata puede llegar a ser despiadado.
Y es cierto, no soy una persona violenta, mis padres no me educaron así pero lo que no voy a permitir es que se me burlen a la cara, no cuando yo le abrí las puertas de mi corazón, cuando estaba dispuesto a tener una vida con ella, hay si que no.
Tocan la puerta del despacho y doy el permiso pars que entre uno de los mejores hombres de mi padre.
–Emilio. —pronuncio su nombre cuando el sujeto alto y fornido se coloca frente a mi.
–A sus órdenes.
–Necesito que no le pierdas ni pie ni pisada a esta mujer. —le extiendo la foto de Layla. –Debes mantenerme informado de todos sus movimientos, ¿Entendido?
–Si señor, será un placer hacer su primer trabajo.
Sale cerrando la puerta detrás de el y cruzo los brazos sobre la mesa, sea lo que sea que me esté ocultando lo voy a descubrir y no descansaré hasta tener el nombre de su amante.
–Bien, es hora de trabajar.
Me levanto cogiendo una chaqueta negra Alemana, una de mis favoritas, el regalo de mi madre para mi cumpleaños pasado, Samy me sigue tomando su chaqueta de lana, subimos a mi auto y conduzco hasta los grandes y lujosos penthouses de Britko.
Samy va callada durante todo el camino y se lo agradezco, mi cabeza en estos momentos es un lio total, no se que hacer, que pensar o como actuar.
–Buenas, el es Ian Marceli, viene de una de las empresas Marceli para el mantenimiento de los equipos. —habla Samy segura a mi lado.
–Marceli.... —el sujeto en el lobby teclea en su computadora. –Según tengo entendido las empresas Marceli son para reclutar hombres y forjar los para que lleguen ha ser ejemplares guardaespaldas.
No niego que el sujeto está bien informado y por un momento me quedo sin que decir pero Samy me salva.
–Bien informado, pero tenemos un equipo de mantenimiento para revisar los equipos donde trabajan nuestros hombres y este es uno de ellos, a menos que quieran que hablemos con su superior.
El hombre cambia de colores y carraspea la garganta ante la seguridad de la mujer con gafas de pasta dando la impresión de ser una gerente.
–Siganme.
Nos guía por un enorme pasillo donde las baldosas son tan limpias y brillantes que puedes peinarte usando una de espejo, abre una puerta y entramos bajando por unas escaleras de metal.
–Aquí está la sala de cámaras.
Entramos y el lugar es inmenso lleno de monitores, palancas y teclados, hay dos hombres sentados frente a las pantallas controlando las cámaras de cada planta.
–Necesitamos privacidad.
Pide Samanta, los hombres dudan pero unas pocas palabras de ella es suficiente para que salgan por donde mismo entramos, menos uno de ellos que se queda asegurando de que su presencia es imprescindible.
–Bien, una empleada de nuestra empresa estuvo aquí hace un par de meses y cometió un pequeño incidente por el cual fue multada, estamos aquí para ver exactamente que pasó ese día. —hablo siguiendo los consejos de Samy.
–Señor no podría darle tal información, la información de nuestros recidentes es confidencial.
–Pero nuestra empleada no es propietaria de nada. —interviene Samy.
–El caso es que...
–Mi señor... —observo su placa. –Mitchell, señor Mitchell necesitamos ver esas cámaras porque esto se trata de algo importante y delicado, debemos saber que pasó ese día y a que venía nuestra empleada aquí porque no teníamos conocimiento de eso, puede tratarse de alguien peligroso.
El hombre me mira dudando, pero suaviza su rostro.
–No puedo dejar que vea las cámaras sin una orden del director de su empresa. —explica el hombre y asiento. –Solo puedo decirle que la señorita Lombardi no es nadie peligroso, solo hubo un incidente con ella, estaba ebria y dolida por una discusión que tuvo con uno de los propietarios.
Asiento levemente analizando cada detalle.
–El caso es que desapareció hace unos días y queríamos saber a que venía a este lugar.
–La señorita Lombardi tenia una relación con un residente de este edificio pero todo culminó o eso creo, el señor se casó y no la he vuelto a ver.
–¿Cuando fue la última vez que vino aquí? —pregunta Samy fingiendo que anota todo.
–Unas semanas antes de que el señor se casara.
–¿Y eso fue? —indago.
–No lo se con exactitud.
–¿Al menos sabe si después de ese día del incidente siguió viniendo?
–Si, ella vino después de esa noche, su relación nunca fue pública pero todos sabíamos que eran amantes.
–¿Quien era su amante?
Trato de controlar la rabia por haber sido engañado en mis propias narices.
–Esa información ya no puedo dársela, a menos que venga con una carta del director de su empresa y una orden judicial.
–Creo que no es necesario llegar a tanto, además...
–Así será. —Samy me interrumpe. –Aquí tiene mi tarjeta, nos volveremos a ver con todo lo que necesitamos.
Salgo junto a mi mejor amiga que me toma del brazo cuando nota mis músculos tensarse.
–Todo estará bien. —trata de consolarme y aparto su mano.
–Nada estará bien Samy, me fue infiel y eso es algo que no le voy a perdonar, ni a su amante repugnante, cuando lo encuentre se va a enterar.
Le doy un puñetazo al volante y Samy alza ambas manos.
–Wow, creo que mejor me pido un taxi estas demasiado tenso.
–Te veo luego.
Tomo una bocanada de aire antes de poner el auto en marcha.
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Placer Y Obsesión (Libro 1)
RandomLayla se traslada de Hawaii a Witko finalizada sus vacaciones con sus mejores amigas prácticamente sus hermanas. En su incorporación al trabajo en la Academia Pembrook, una Academia que recluta y prepara soldados para la disposición del FBI y la CIA...