Gambinos.
Layla.
Las náuseas me despiertan, estoy atada en el suelo de manos y pies, las arcadas se prolongan y termino apretando la garganta para no vomitar.
Me siento débil, los párpados me pesan, mi garganta está seca y siento como si me taladraran la cabeza, si sigue inyectando la droga en mis venas mi bebé nacerá con problema o morirá a este paso.
No se que será de mi cuando el desarrollo del feto avance mostrando cambios bruscos en mi cuerpo, ahí si se darán cuenta y ya no tendré motivos para seguir viviendo.
La puerta de metal se abre mostrándome a una mujer de cabello cobrizo y estatura media, Crystal, entra cerrando la puerta detrás de ella.
La mujer suelta las cadenas y mis brazos caen desplomados al suelo, mi cuerpo no tiene fuerza alguna, tengo la boca seca y siento los ojos hundidos.
La puerta se abre una vez más y esta vez entra el mismo guardia que me sostuvo para que Toni me inyectara el psicótico, deja una cubeta junto a una caja y vuelve a irse.
La peli roja se agacha delante de mi e intenta sacarme la blusa pero me resisto.
–¡No me toques! —demando casi sin fuerzas.
No me escucha y termina rajando con una navaja la franela blanca, inmediatamente me cubro los pechos cuando el frío me abarca erizandome hasta el último bello.
Se levanta tomando la cubeta y acercándola a mi, toma agua en un vaso y la lanza directo a mi cuerpo, tiemblo inmediatamente por lo helada que está, dos veces más me empapa incluyendo el cabello que se pega a mi piel.
Enjabona una esponja y la restriega con brusquedad por mis brazos y cuello, trato de apartarla pero estoy muy débil, tanto que siento que en cualquier momento puedo desmayarme.
Termina de enjabonarme y vuelve a echarme agua como si estuviese bañando a un animal, se levanta cuando termina lanzandome una toalla a la cara, como puedo me seco y me ayuda a ponerme en pie mientras me coloca unos jeans desgastados y una franela negra.
No dice nada, solo me alista como si fuese un robot programado cepillame las ebras azabaches, mientras lo hace noto cicatrices en sus antebrazos y parte abajo de la mandíbula, sus ojos son llamativos, redondos y de pestañas alargadas, la melena roja le cae a un costado sujeta a un moño alto.
Termina y me toma de un brazo caminando...
–¿A donde me llevas? —no responde. –No iré a ningún lado.
Dejo claro y se gira con brusquedad hacia mi.
–Mira bastarda, no estás aquí como una invitada, estas no son vacaciones de verano. —las pupilas se le dilatan mientras abre bien los ojos como si contuviese mucha rabia. –Eres una maldita prisionera, no tengo porque darte explicaciones y tu no refuta, deja de comportarte como si estuvieras en casa y no me hagas meterte un tiro.
Me saca de la celda subiendo las escaleras conmigo, me lleva arrastras y no es difícil ya que no me quedan fuerzas ni para hablar.
El sol me golpea de la peor manera, aprieto los ojos, el dolor de cabeza se intensifica y quisiera enterrarme bajo tierra ahora mismo.
Crystal me guía hasta lo que parece ser un jardín y se detiene frente a unos arbustos, poco después aparecen Amisha, Toni y dos guardias más, uno de ellos trae varias cadenas en su mano izquierda y la piel se me hiela con los tres doberman que trae, los canes negros que le dan a mitad de muslo al moreno alto enseñan sus dientes mientras pequeños hilillos de saliva salen de sus grandes bocas.
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Placer Y Obsesión (Libro 1)
RandomLayla se traslada de Hawaii a Witko finalizada sus vacaciones con sus mejores amigas prácticamente sus hermanas. En su incorporación al trabajo en la Academia Pembrook, una Academia que recluta y prepara soldados para la disposición del FBI y la CIA...