Placer Y Obsesión (Libro 1)

Capítulo 50

Visita inesperada.

Layla.

Voy recuperando la conciencia, todo el cuerpo me duele como si hubiese recibido la peor paliza de mi vida, una habitación complemente blanca me da la bienvenida.

¿Donde estoy?

Me siento de golpe al recordar el accidente de Daniel, el secuestro de anoche, reparo con detenimiento al hombre parado a pocos metros.

De cabello castaño claro, ojos llamativos, piel blanca, alto y fornido, trajeado de negro fuma un puro al lado de la ventana de la habitación.

Mi cara se contrae en desconcierto y miedo, Toni Gambino parado delante de mí con un arma visible en su cinturón, tiene un atractivo peculiar que le da un aire siniestro y Maquiavelo.

Reviso mis brazos, llevo un suero, vendas y una bata de hospital.

–¿Que haces tú aquí? ¿Donde estoy?

Me regala una sonrisa divertida caminando hacia mí, retrocedo pegando mi espalda al cabecero de la cama.

–Tranquila, no pienso hacerte nada, al menos no por ahora, solo he venido a tener una conversación contigo.

Sus ojos me detallan, recorriendo mi cuerpo y deteniéndose en mis pechos, bajo la mirada y me doy cuenta que la bata es demasiado trasparente, me cubro con la sabana y el ríe abiertamente.

–¿Te gustó mi sorpresa?

Lo miro atónita.

–No me digas que no sabes de que hablo.

No digo nada, solo lo observo caminar por la habitación ampliamente.

–El accidente de tu amado instructor, pensé darle una muerte más trágica pero se estaba volviendo un problema demasiado grande para llegar hacia ti.

–Eres un hijo de las mil putas.

Digo sin preámbulos y chasquea la lengua.

–Veo que en verdad tienes agallas, no podía esperar menos de la puta que sedujo a mi hermano para luego matarlo.

Su mirada adquiere un cierto toque de ira y maldad y me tenso pasando saliva.

–Todos ustedes merecen morir, y si estás aquí para vengar la muerte del hijo de puta de tu hermano pues adelante, puedes matarme de una vez.

Niega soltando el humo de su puro en mi cara, toso y el sonríe sentándose a mi lado.

–No creas que será tan fácil mi querida asesina, has matado a un miembro de mi familia muy importante, no creo que merezcas morir de una forma tan mal preparada.

A pesar que me da miedo tenerlo tan cerca no lo demuestro, al contrario, levanto mi mentón.

–No se puede negar que eres hermosa y encantadora, ahora entiendo porque mi hermano se dejó embaucar tan fácilmente. —pasea el pulgar por mis labios y aparto la cara con repulsión. –Creo que me divertire antes contigo, me darás mucho dinero.

Pasea las manos por mis muslos sujetando su arma, hay deseo, rabia, y muchas cosas más que no puedo decifrar en su mirada.

–¿Porque prolongar esto más? ¿Porque no me matas de una maldita vez y dejas a mis amigos en paz?

Lo miro a los ojos se queda pensativo.

–Creo que ya te he dado esa respuesta, mereces sufrir de todas las maneras posibles antes de morir, no puedo darte una muerte digna después de cargarte a mi hermano.