Ian.
Por quinta vez el teléfono me manda al buzón de Layla, no se qué está haciendo pero teníamos una cita programada desde hace unos días, no quiero presionarla pero necesito saber que quiere lo mismo que yo.
De seguro debe estar muy liada con lo de la Academia y esas cosas así que la dejaré tranquila por un rato.
Camino de un lado a otro en mi habitación hasta que decido sentarme en la cama, me quedo observando la foto de mi mesa de noche, es la que Amanda nos tomó a Layla y a mi en "La Hera"
Ella se ve espectacular con ese vestido señido color marfil y el cabello negro cayendo en cascada hasta la cintura.
Es preciosa y se que seré el hombre más afortunado del mundo si logro tenerla como mi novia.
Intento una vez más y vuelve a mandarme al buzón de voz, recuerdo que Amanda y ella dormiría juntas y marco su número.
–Amanda por acá. —contesta al cuarto timbre.
–¿Te desperté?
–No, ya estaba despierta, ¿Que pasa?
–¿Layla está contigo? Es que no logro contactar con ella. —tarda unos segundos en contestar y me impaciento. –Amanda, ¿Me escuchas?
–Si claro, pero es que Lay está dormida aún, cuando despierte le digo que llamaste.
–De acuerdo, las quiero.
Cuelga y se me hace sumamente extraño, tal vez estoy paranoico pero su comportamiento anoche luego de ver a ese hombre en la discoteca fue raro.
No es la primera vez que pasa, cuando salimos y nos lo encontramos fue lo mismo, sentí tensión entre ambos, luego se desaparecieron y volvieron casi a las dos horas.
Aparto esos pensamientos tontos de mi cabeza y me doy una ducha para refrescar.
Salgo de la ducha y me coloco una camisa negra y unos jeans con unas botas trenzadas, me peino el cabello y bajo las escaleras colocándome el reloj y la cartera.
Desde que mis padres se fueron a Brasil por negocios no como en casa, así que voy a mi restaurante favorito.
No quise que me dejaran empleados en casa, no me gusta que ande nadie cuidando de mi como a un niño, a pesar que crecí rodeado de empleados dispuestos a servirme en lo que fuese.
Tengo la cabeza echa un lío, necesito hablar con Layla, saber que significó para ella el beso de la discoteca, porque para mí significó mucho, ella significa mucho pero no quiero lanzarme y estropear nuestra amistad.
Se que hay atracción entre ambos porque lo noto y Ami me lo ha comentado pero aún así no quiero apresurar las cosas, ella es una mujer que se merece todo lo mejor de este mundo y yo quiero dárselo.
Camino por las calles de Witko ideando como hablaré con ella, estaba ebria anoche y de seguro no recuerda mucho de lo que pasó aunque espero que no se le halla olvidado el beso delicioso con sabor a whisky que me dió.
Subo al auto y decido ir a casa de Layla, tal vez tenga suerte y ya se levantó y olvidó llamarme, se que estoy siendo intenso pero me gusta mucho, más que gustar creo que me estoy enamorando y no quiero desperdiciar cualquier oportunidad que se me dé.
Conduzco por la autopista y estaciono frente a la casa de rejas blancas y mosaicos azules al igual que el color de afuera.
Me bajo del BMW y abro las rejas subiendo al pórtico, toco el timbre y espero impaciente, nadie contesta y vuelvo a insistir dos veces más hasta que siento el chasquido de un pestillo abriéndose.
–¡Ian! —exclama Amanda frente a la puerta.
–Hola muñequita.
Me da dos besos en la mejilla y me da paso para que me adentre a la casa, tomo lugar en un sofá individual color púrpura y ella se sienta frente a mi.
–¿Ya se levantó Layla?
–Aun no, te veo con afán, ¿Pasa algo?
–Veras Ami, es que anoche en la discoteca, ¡Dios! —tomo aire. –Cuando fueron a buscar el agua pues le confesé a Layla que me gustaba y me besó, me besó Amanda.
No puedo contener la emoción pero no veo lo mismo en su rostro, más bien hay pesar, ya no se ilusiona como antes cada vez que le hablaba de mis planes con Layla y de lo mucho que me gustaba.
–¿Pasa algo? —pregunto impaciente.
–A ti no puedo mentirte, de todas las personas no a ti. Layla no está en casa, tampoco durmió anoche, está liada con un tío salido de una película porno, tal cual lo digo.
Me quedó perplejo procesando sus palabras.
–Es que no puede ser, ella me besó y.... —me niego a creer que estaba ilusionado por gusto.
–Lo siento Ian pero es así, anoche Layla estaba muy mal, había bebido mucho y tal vez se le fue la olla como a muchos nos ha pasado pero ya su cuerpo, mente y alma le pertenecen a alguien más.
Sus palabras son dagas clavándose muy dentro de mí. Eso me pasa por demorar tanto tiempo en declararme.
–Soy un imbécil.
–No, no lo eres. —me abraza sentándose al lado mío. –Eres el hombre más maravilloso del mundo pero Lay no es para ti, solo vas a sufrir a su lado porque su amor nunca te va a pertenecer a ti.
–No lo acepto Amanda, no hay manera de que lo haga.
–Pues debes hacerlo.
Me llevo las manos a la cabeza con frustración. Solo quisiera no haberme demorado tanto y estoy seguro de que estaríamos juntos.
–¿Quien es el? —me volteo a mi amiga mirándola a los ojos.
–No lo se.
–Mientes.
–No lo se Ian, si lo supiera tampoco te diría porque eso no te ayudaría en nada. Ahora solo olvida a Layla.
–No y no Amanda, me niego joder.
Me levanto y salgo dando un portazo, los ojos me arden y no voy a llorar como marica.
–¡Ian!
La voz de Amanda se repite detrás de mí pero no volteo a ver, solo me subo al auto deseando desaparecer de la casa de Layla.
Estrello los puños al volante y me recrimino el haber sido tan cobarde y no haberle confesado todo lo que sentía antes.
ESTÁS LEYENDO
Placer Y Obsesión (Libro 1)
RandomLayla se traslada de Hawaii a Witko finalizada sus vacaciones con sus mejores amigas prácticamente sus hermanas. En su incorporación al trabajo en la Academia Pembrook, una Academia que recluta y prepara soldados para la disposición del FBI y la CIA...