Capítulo 4

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Era casi mediodía. Nina estaba sentada a la barra desayunadora comiendo cereal. Evitar recordar lo de anoche era imposible, así que mejor se dedicaba a pensar que les diría cuando los tuviera en frente. Creyó que la seguiría o algo así ayer por la noche, se le hacía raro que aun no aparecieran en la puerta tocando el timbre como simples mortales, incluso esperaba una entrada dramática. Como romper las ventanas o un portal en la piscina. Suspiro, da lo mismo. Vendrán, eventualmente.

El timbre sonó. Se preparo mentalmente mientras abría la puerta, ojala tuviera un montón un ejército de patos u ornitorrincos.

— ¿A qué debo su honorable presencia? — pregunto Nina a los cinco nefilim que la recorrían con la mirada de arriba abajo. — Se quedaron sin habla, eso suele pasar, sobre todo tratándose de mí.

—Tan modesta. — Isabelle rodo los ojos.

—No conozco esa palabra. — dispuso Nina con sencillez. — ¿Qué quieren? ¿Más votaciones? Ya sé, vienen personalmente para enviarme al exilio. — el rostro de Jace, aunque sereno y contenido, mostraba cierta reticencia. — Solo váyanse, no me hagan llamar a seguridad.

— ¿Crees que podrían con nosotros? — se burlo la pelinegra.

— ¿Qué es todo este alboroto? — pregunto Lilly tañándose los ojos con las manos, ups la despertó. — Más vale que esta discusión sea cosa de vida o muerte para despertarme tan temprano. — se quejo.

—Es casi mediodía. — replico el muchacho de cabello negro que tomaba la mano de la castaña.

—Demasiado temprano para mí. — hizo un ademan con la mano para restarle importancia. — Ahora… ¿Quieres que los arrastre hasta la entrada?

Isabelle volvió a dirigir una mirada burlona, esta vez a la bella durmiente.

—Ya se iban. — dijo Nina antes de cerrar la puerta en sus narices. — Listo.

—Nina, abre la puerta. — pidió Jace dando golpes a la puerta cerrada.

— ¿Quieres que llame a seguridad? Dudo que se vaya. — ofreció su amiga con teléfono en mano.

—Los dejare entrar, prometo que no haremos muchos destrozos. — le dijo a su amiga y abrió la puerta de nuevo. — Bien, ya pueden empezar a arrodillarse para pedir perdón. — señalo el lustroso piso con el dedo. Todos la miraban estupefactos. — Lo digo en serio, dañaron mi orgullo gravemente. — Y no solo eso.

— ¿Son los idiotas que votaron por enviarte al exilio? — pregunto Lilly con sorpresa.

—Callate, Bella durmiente. — Nina rodo los ojos, Isabelle siempre tan amable.

—Mira Xena, esta es mi casa. Si quiero que todos entren bailando la macarena, lo harán. Así que cierra el pico. — la dulce Lilly tiene ese lado hipersensible cuando se trata de su persona. O de alguien que aprecie. Eso basto para callar a Isabelle, de momento.

—Sí, ellos son. — respondió Nina después de las palabras dirigidas a Isabelle.

— ¿A qué esperan? — pregunto la pelirroja dándoles una mirada de estar pasándosela en grande. — Andando, sobre sus rodillas. — aplaudió un par de veces. — No tenemos todo el día.

Nina se preguntaba a veces como su amiga puede llegar a intimidar tanto vistiendo una pijama de ositos cariñositos. Lo entendía a la perfección cuando representaba a algún personaje en sus sesiones de fotos, pero justo ahora no.

—Realmente no es necesario. — se aclaro la garganta con una tos fingida. — Pasen, que sea rápido tengo ensayo en dos horas.

El ambiente se podía cortar con un cuchillo de la tensión que se sentía. Lilly se recargo en el marco de la puerta que daba a la sala, el rubio se quedo de pie detrás de la pelirroja bajita que lucía avergonzada en el sofá individual. La castaña observaba el lugar con curiosidad y la que parece ser su pareja no se separaba de ella. La pelinegra se sentó en el brazo del sofá, tamborileando el tacón de sus botas de plataforma contra el suelo.

Nina se quedo de pie, en medio de la habitación sin saber que decir. Todos los discursos preparados se fueron a la basura.

—Si alguien rompiera este incomodo silencio seria genial. — asintió Lilly para si. Nina le sonrió como agradecimiento.

— ¿Ella tiene que estar aquí? — señalo Isabelle con su barbilla a la dueña de la casa.

—Es mi casa, si quiero mandarlos a todos al car…

—Lilly se queda. — interrumpió la rubia cortante. — Si te molestas eres libre de irte, sales sobrando para ser sincera.

—Mira, niñita tu no me hablas así… — Isabelle, la alta y letal Isabelle en todo su esplendor sobrepasaba por unos buenos quince centímetros a la rubia.

—Y tú no te diriges con Nina así a menos que quieras un tiro entre tus cejas. — Lilly se interpuso entre la rubia y la pelinegra avivando sus complejos de mama oso. Incluso para la altura de Isabelle en tacones, Lilly le llevaba un par de centímetros.  — Largo de aquí. — Isabelle entrecerró los ojos sin hacer caso. — siempre es por la manera difícil.

Lilly no se rendiría, mierda esto no pintaba nada bien. Nina sabe como su mejor amiga se ponía en situaciones así… un poco intensa. Ninguno dijo nada cuando observaron el arma en manos de la modelo. Tessa jadeo, pero esa fue la única reacción en la habitación.

—Lilly… — la llamo Nina con urgencia.

—Disparo armas desde que tengo doce, nunca fallo. — advirtió a la pelinegra mientras quitaba el seguro de la pistola. — Hace un par de días la cargue completamente, ¿Quieres probar? — le apunto. No temblaba, su padre le enseño todo lo que sabe como buen cazador.

—Isabelle, vete. — hablo Jace cuando se dio cuenta que la amiga de Nina no bromeaba.  

—De ninguna…

—Quiero evitar por todos los medios llegar con un cadáver a Nueva York, sal de aquí o yo mismo te sacare. — la tal Isabelle refunfuño azotando la puerta cuando salió.

Lilly bajo el arma con una sonrisa. El subido de adrenalina se sintió genial.

—Veo que no necesitare esto. — volvió a guardar el arma en su lugar y se dejo caer en el sillón. — ahora si, en que estábamos. – dijo como si nada hubiera pasado.

— ¿En serio le hubieras disparado? — pregunto la castaña.

—Es Texas. — respondió encogiendo sus hombros, claro tan normal. Los ojos de la castaña se ampliaron y la pelirroja jadeo. —Si la dejo en la frontera nadie sospecharía, un cadáver más un cadáver menos.

—A veces me asustas. — le dijo Nina conteniendo una sonrisa.    

—Es tu culpa por hacerme ver Criminal Minds contigo. — su celular vibro. Un mensaje. — Que no molesten. — miro la pantalla y arrojo el celular en la mesita de centro. — Sigo sin escuchar suplicas de perdón, esto se torna aburrido.

—Te debemos una disculpa. — comenzó la castaña. — Todos nosotros.

—El no. — señalo a Jem con un ademan con su cabeza. — Pero eso no importa. Ya sé porque están aquí, y solo me queda decir: Se los dije. — no hubo risas, ni burlas por nadie. — Pero no, los Cazadores de Sombras y su complejo de Dios omnipotente no escucharon a la rubia chiflada.

Clary le dio una mirada a Lilly cuando Nina dijo lo último. ¿Sabe todo? Al parecer si, por que no se sorprendió. Bostezo como si fuera lo común de todos los días.

— ¿Qué quieren? — pregunto cuándo se sumieron en silencio.

—El Instituto de Nueva York solicita tu ayuda. — Jace dio un paso al frente.

— ¿El Instituto o tu, Jace mil apellidos? — Nina también dio un paso al frente cruzándose de brazos. 

— ¿Cómo sabes…?

—Se muchas cosas, mas de las que quisiera. — dijo Nina sin vacilación. — Ahora que  creen que Sebastian está de regreso si quieren dirigirme la palabra. Bueno, pues suerte con ello. 

Cazadores de Sombras: Ciudad de Luces (2° parte)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora